19 diciembre 2006

Pobre Elliot pobre

Y yo que pensaba que no me estaba pasando nada y de repente: ZAS!, el diario vuelve a tener una nueva página.

Era miércoles, hacía frío y yo salía de curiosear de la gran Biblioteca Nacional, de donde, por cierto, han debido de sacar el guión de la cuarta parte de Indiana Jones, porque para hacerte un carné y encontrar lo que buscas o trabajas allí o eres un cónsul o llevas un látigo. (Nota mental: escribir lo que me ocurrió con uno de los (de) funcionarios)

Bueno, el caso es que salía de allí y como tenía clase me había preparado comida "para llevar". Es decir, me había hecho una tortilla que estaba en un tupper/taper en la mochila y sólo me faltaba comprar el pan. Encontré una panadería (con una bandera de España casi tan grande como la de Colón, glups) y ya tenía los instrumentos necesarios para prepararme mi comidita.
Pero como me daba un poco de apuro ponerme en medio de la calle a elaborar mi bocata, decido cruzar al centro del paseo y sentarme tranquilamente en un banco, que hace frío, pero hay sol y uno está un poco blanquito... y pasaba menos gente. Iluso.

Allí estoy, sentadito (me quedé) en un banco y sacando mi tupper/taper de la mochila.
Como no pasa mucha gente tampoco me importa mucho lo que piensen de mí (a estas alturas...). Pero lo que no me esperaba era que, cuando ya estaba metiendo la tortilla en el pan un paseante me echara una moneda de 20 céntimos.
Nunca me había sentido tan, tan... ¿desconcertado? ¿sorprendido? ¿confuso? NO, la palabra es...
¡PORDIOSERO!

Y ahí estaba, sin saber qué hacer ni qué decir mientras el hombre se iba sin siquiera mirar atrás.

Miré la moneda varias veces y luego miré a mi alrededor en busca de la cámara oculta. No la encontré, pero seguí sonriendo...por si acaso.

Claro que seguía pasando gente y entre mi cara de pasmado, mi sonrisa de tonto y mi aspecto supuestamente andrajoso, los paseantes sólo me miraban de reojo y aceleraban la marcha.

Qué momento más...

En fin, ya saben, no salgan de casa sin el Armani...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: Al final la moneda acabó en uno de los verdaderos mendigos que pululan por el paseo. ¿Quién se puede negar a darle una moneda a un tipo que te dice: ¿Me podrías dar una moneda? Es que... soy un poco pobre, ¿sabes? Uno también tiene su corazón (creo)

02 diciembre 2006

Mi barrio, ciudad sin ley

Diario de una guerra, miércoles 29 de Noviembre.

Bajo del autobús de refugiados que nos trae del poblado donde hemos estado trabajando, Getav, y ya puedo oler la tragedia.

Ninguna luz ni en la plaza, ni en las calles adyacentes, que ya casi no son calles debido a los tanques. La gente ya no sale sin el casco protector y el chaleco antibalas reflectante, por si acaso te cae algún escombro.

Voy corriendo a cruzar el paso para peatones, pero era hoy mucho más peligroso que otros días, la luz se había cortado y los coches no paraban de pasar a toda velocidad. En un acto de valor he cruzado la carretera corriendo, pero con miedo, pues uno de los vehículos no me ha visto y ha tenido que frenar de golpe. Hoy es el último día que voy con mi cazadora negra, tengo que coger uno de esos chalecos fluorescentes.

Durante quince minutos ninguna luz nos iluminaba el camino a casa y la gente estaba más nerviosa de lo normal.Al girar la esquina que conduce a la calle de mi casa, me encuentro con un grupo de bomberos que trata de sofocar un fuego provocado por la última bomba proveniente del frente sur de la capital, Madrij, tan bonita antes...


Los bomberos también tienen problemas para apagar el fuego, pues se ha efectuado en uno de los túneles subterráneos donde no para de salir gente proveniente de cualquier punto de la capital camino de un lugar seguro. Ahora mismo mi barrio no lo es, en absoluto.

Paso por delante del coche de bomberos y me dirijo lo más rápidamente que puedo hacia mi casa. Y en el camino me encuentro más indicios de que esta guerra va a ser larga. Tres tiendas tenían los cristales rotos, dos papeleras estaban destrozadas debido, supuestamente al impacto de la misma bomba que tiene en vilo a los bomberos treinta metros más abajo, y yo sigo corriendo hacia mi casa.

Llego a mi portal y meto la llave. Me encuentro más seguro, pero quiero llegar a mi casa. Subo las escaleras y en el segundo piso me encuentro al, posiblemente, único superviviente que quedará de esta guerra: una vil, negra y despreocupada cucaracha.

A veces quisiera ser una de ellas, sobre todo, cuando tengo que soportar cada día la guerra de la llamada M-30.

Espero sigamos informando,

Jon Elliot Sistiaga.



28 noviembre 2006

Búsquedas en Internet

¿Se han fijado lo complicado que es buscar imágenes por internet?
Bueno, no es que sea difícil buscar sino encontrar.

Cosas que uno se pregunta cuando está buscando imágenes en Google:
- ¿Por qué si pongo "mar" aparece una foto de una montaña nevada?
- ¿Por qué si pongo "colada" (yo a veces la hago, no se crean) me aparecen espadas y vasos con batido?
- ¿Por qué si pongo "cucaracha" me aparece una imagen de Bush? (bueno, mira, este lo entiendo)
- ¿Por qué si pongo "gordo", me aparecen un montón de chicas (medio desnudas) extra delgadas?
- ¿Por qué si pongo "cola" (sin mayores connotaciones, iba a hacer un collage con una foto de caballos) te aparecen tetas?
- ¿Por qué si pongo "régimen" aparece una foto de un perro?
- ¿Por qué si pongo "delgada" aparecen un montón de chicas (medio desnudas)?
- ¿Por qué si pongo "absurdo" me aparece una foto del Papa? (mira, otra que entiendo)
- ¿Por qué si pongo "tonto" (un trabajo sobre Los trotamúsicos de Bremen, no piensen mal) aparecen fotos de personas que, a juzgar por las imágenes, no saben que están ahí?
- ¿Por qué estoy haciendo esta página del diario intentando buscar la palabra más tonta para introducirla en Google?

Y lo mejor de todo es que cada vez que pasas una página aparecen cosas cada vez más absurdas. ¿Han probado alguna vez pinchar en la última página que puede reconocer Google? Les puedo asegurar que la cosa irá degenerando hasta llegar a preguntarte qué narices estabas buscando.

Y sobre todo, tengan en cuenta: pongan la palabra que pongan, siempre encontrarán la foto de una chica medio desnuda... (Google está muy necesitado!!!!!!!!!!!)

Y yo creo que tengo demasiado tiempo libre...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.



PS: ¿Me estaré volviendo freakie? Voy a buscarlo en Internet.

18 noviembre 2006

Momento "Laura"

Domingo por la tarde, salgo de la habitación y veo a Laura fregando el pasillo.

Le pregunto: - "¿Qué haces?"

Me contesta: - "Turismo rural, no."

Jaja, si es que es tan graciosa...

Vale, está mosqueada (perspicaz que es uno) Me doy cuenta por su contestación y porque está con cara de máxima concentración dale que dale con la fregona en un trocito de suelo.

Me acerco a ella y observo detenidamente la mancha que le está poniendo nerviosa porque no sale. Así me quedo un ratito, mirando por encima de su hombro, pero sin rozarle no sea que me ataque.

Tras unos segundos le doy un toquecito en el hombro y le susurro:
- "Laura".

Ella se gira con cara de mala leche (de la marca Río, la peor) y me pregunta:
- "¿¡Qué!?"

Y vuelve su vista a la mancha mientras continúa pasando la fregona una y otra vez por el mismo centímetro cuadrado.

Yo le vuelvo a insistir:
- "Laura..."

Y deja de mover la fregona para encararse conmigo:
- "¿¡Qué quieres, Elliot!?", me pregunta mientras se va poniendo verde.(¿de ira, de envidia, de lechuga?)

Y yo:
- "Nada, nada, sólo que... ponte las gafas, anda".

Frunce el ceño porque no entiende por qué le he dicho eso, pero va a la habitación y se pone las gafas. Sale de nuevo al pasillo y me ve con una sonrisa de oreja a oreja en la cara y mira hacia donde ha estado durante diez minutos pasando la fregona intensamente, como si le fuera la vida en ello.

Es cuando abre los ojos más de lo normal, cuando yo no aguanto más y me pongo a reir como si nunca me hubiera reído.

Ha estado intentando quitar una mancha del suelo que en realidad era un agujerito.

Lo siento, pero no puedo más de la risa.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: Creo que Laura debería hacer un blog, jajajaja.



13 noviembre 2006

Cosas que fastidian 5


Llego a casa, son las siete de la tarde. Veo un post it encima de mi mesa:
"PONER LAVADORA" en letras grandes y rojas. Bien, tengo tiempo y no hay nadie en casa. Hay sitio en el tendedor y... bueno, mañana no tengo nada para ponerme. Voy a ello.

Oigo la puerta y "Amaia" me dice "Hola".
Le respondo.
Quito las sábanas de la cama.
Voy a la cocina por si hay ropa dentro. No hay. Perfecto.

Vuelvo a mi cuarto. Cojo las sábanas y oigo que mi compañera de piso sale de su habitación.
Cojo también el cubo de la ropa sucia y me dirijo a la cocina otra vez.
Me cruzo en el pasillo con "Amaia" que me sonríe.

Llego a la cocina y...

¡¡¡¡¡TA CHÁN!!!!!

Mi compañera acaba de poner SU ropa en la lavadora y la ha puesto en marcha.

Esto es penalty y expulsión. Debería estar prohibido por la ley que rige la convivencia en el piso.
Aunque, igual es que seguimos las Leyes de Murphy...

Y yo que me quedo, como siempre, con un palmo de narices y una cara de mala leche merengada...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: ¿Y mañana qué me pongo?


04 noviembre 2006

Momento "Elliot" 2

Este momento lo he titulado "El tanga en la lavadora".
Verán, era viernes, también por la mañana, temprano y estaba cansado, dormido y hambriento.
Ahí estaba, esperando que el pan se convirtiera en tostadas para poner mantequilla, mermelada y queso (todo junto, sí, qué pasa) cuando me fijé que la lavadora estaba en marcha.
Debió ser que mi compañera la programó ayer por la noche para que empezara a las ocho y media de la mañana.

Pero lo que realmente me llamó la atención fue que un tanga de color rosa se había quedado en la puerta de la lavadora y mientras el resto de sus compañeros daba vueltas y vueltas y más vueltas, el pobre tanga se quedaba allí, apartado, sin probar el jabón ni el agua.
Como cuando vas al parque de atracciones y se suben todos tus amigos a la montaña rusa menos tú, que te quedas abajo guardando las gafas, las llaves y demás objetos personales de los que sí se han subido a la atracción.
Y lo que es peor, encima de que no te montabas en la atracción, tenías que aguantar las explicaciones y los gritos de júbilo de aquellos quienes habían depositado toda su fe (quien dice fe, dice cosas rompibles) en tí y ver cómo disfrutaban mientras tú, mientras tú...
Qué triste, me estoy identificando con un tanga de color rosa.


Cuando me di cuenta de la situación, miré el reloj, habían pasado más de quince minutos.
Quince minutos en los que has estado viendo disfrutar de la montaña rusa/lavadora alemana-holandesa (porque es Bosch) a todas las prendas de ropa, menos al tanga de color rosa, que por una extraña razón se parece tanto, tanto a ti...



Por cierto, ¿y las tostadas?

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

Momento "Elliot" 1

Me levanto por la mañana (suele pasar) y me preparo para ir a la ducha.
Voy al armario y cojo la ropa que necesito.
Me ducho.
Vuelvo al cuarto y me arreglo un poco el pelo (es un decir), me pongo el pantalón y me voy a poner las zapatillas.
Las saco del armario (observación: son Geox, no Gays) y como aún estoy medio dormido (otro "es un decir" porque medio no corresponde con la realidad) veo algo extraño que no llego a descubrir del todo, la visión rayos X que tengo por las noches, por las mañanas son visión O, pero no "o" de "ola", sino cero de nada.
Parpadeo un par de veces para que mis ojos se centren en el objeto y de repente:

¡¡¡¡¡¡¡¡SUSTO!!!!!!!!!!

Lo que veía raro era que mis zapatillas tenían algo que se movía y voilà:
una negra, grande y curiosa cucaracha que se había aposentado en mi zapatilla izquierda como si fuera un okupa.
Y se preguntarán, ¿cómo ha llegado esa cucaracha a tu zapatilla Elliot?
Da igual que no se lo pregunten, pues ya está aquí uno para hablar solo.
Pero la respuesta vino pronto, pues la tenía enfrente de mis narices:
Lleva lloviendo unos días por esta ciudad y como no quiero llenar mi habitación de agua y barro suelo dejar las zapatillas en la ventana. Por allí se debió de colar mi nueva "amigüita" para instalarse en mi zapatilla izquierda, que siempre estaría más abrigada que en la intemperie. Pobre, qué mal lo deben pasar allá afuera, en la inmensidad de la ciudad húmeda y salvaje...

Así que ahí me ven, observando los movimientos de la cucaracha en mi zapatilla.
Cómo analiza cada escondrijo, duda antes de introducirse en la oscuridad y se paraliza frente al enemigo exterior.
Mi cara también era todo un poema, con mis ojos medio cerrados por el sueño y para que se concentraran mejor, todavía con la parte de arriba del pijama puesta, con el pelo alborotado (pues ya he dicho que arreglarme el pelo es un decir), con una zapatilla en la mano y con gesto de concentración absoluta.
Parecía un cuadro de, de, de... bueno, un cuadro.

Pero uno es tonto hasta cierto punto (que aún no he encontrado, por cierto) y no me marché de casa con zapatillas "made in cockroach", sino que, contrariamente a lo que están pensando algunos de los que leen este diario, la cogí delicadamente con dos dedos y la llevé suavemente hasta depositarla en el alfeizar de mi ventana, mirando a la terraza.
Le dije "Adiós, compañera" y con la tristeza de quien ha conocido a alguien con quien compartir un detalle, por pequeño que sea, como una zapatilla, me calcé (no sin antes revisar que no hubiera primos hermanos de mi "nueva querida amiga") y salí de mi habitación rumbo a lugares inhóspitos y crueles llamados "metros" y "calles transitadas".
Snif, cómo me identifiqué esa mañana con mi amiga. Llovía, yo no llevaba paraguas (qué raro) y me sentí tan cucaracha vagando por las calles de la gran ciudad entre tanta gente extraña...
"La cucaracha en la zapatilla" by Elliot Van Gogh.
Nos leemos en el siguiente.
Elliot.

PS: cuando he ido a buscar una imagen de cucaracha, no he debido borrar bien y se ha quedado la mitad de la otra palabra “zapatilla”, así que google ha estado buscando durante un rato algo como una “zapatillaracha”. Creo que ese es el nombre que le voy a poner a mi nueva amiga: Zapatillaracha. Ojalá vuelva por aquí...

01 noviembre 2006

Qué hace un tipo como yo en un sitio como éste!!

Lunes 23 de Octubre.

Me he pasado todo el día entre el estudio y las clases y pensaba irme pronto a casa para descansar, que el martes también hay clase.
Pero ahí estaba yo, a las diez y media de la noche en un cine. Hasta ahí todo más o menos normal, aunque no suelo ir tan tarde a ver películas, que hay que madrugar al día siguiente.
Eso no era lo raro, lo más extraño es que me encontraba a la entrada del cine (la que luego sería la salida, claro) rodeado de un montón de gente entre conocida y no.
Era el estreno de un documental sobre actores y ¿quiénes estaban?
Claro, los actores a los que habían entrevistado para el film, más actores que no salían pero que habían ido a verla y yo.
Porque también estaba yo, aún sin saber muy bien ni cómo ni por qué, pero viendo a muchos rostros conocidos de la tele y el cine español.

En el hall del cine, cámaras haciendo fotos y una alfombra roja, como en los estrenos que veía con Laura en la tele, pues igual, salvo que ahora yo estaba allí, viéndolo todo en primera persona del singular.

Entramos y yo sólo quería hacerme pequeño, hasta desaparecer, pero allí seguí, sentándome en una butaca de esas de cine que me tapan casi por completo, para mi alivio, jeje.
Y empezó la película, y al cabo de un rato terminó. Me había gustado, bastante.

Y de nuevo comenzó un poco la pesadilla: la salida (lo que antes era la entrada)
Otra vez estaba allí, rodeado de un montón de gente conocidísima, sin saber qué hacer, dónde meterme para no entorpecer a nadie y para que no se notara mucho mi presencia.
Y de pronto, pasa delante de mí, a unos quince centímetros: José Coronado y Pilar Bardem.
AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Qué guay, pero luego también vi a Lola Dueñas, a uno que salía en la serie Compañeros, Emilio Gutiérrez Caba y un largo etcétera que no sabría identificar por nombres (lo siento, pero la que sabe un poco de cine es Laura, no yo)

Yo seguía flipando y a pesar de estar pasándolo mal por los nervios de no saber qué hacer en un sitio así, era genial, me estaba riendo solo pensando que era una situación algo absurda (normal en mi) y me vi disfrazado de pulpo en un sitio donde nadie iba disfrazado.

Una historia buenísima para contar y para recordar, pero qué mal lo pasé!!!!!


Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

31 octubre 2006

Una de médicos

Uno de los personajes de la vida real que más me gusta es el médico.
Ese ser que sin bata es una persona normal y corriente y cuando se la pone se convierte en un zombie ávido de sangre, la tuya, claro, no la suya, que no sabe muy bien qué decirte cuando no hay síntomas de resfriado y ese que todo lo que no sabe hacer lo soluciona enviándote a un psicólogo (que no es más ni menos que otro médico)

Pues ahí estaba yo, esperando que uno de esos seres vestidos de blanco, que me pregunto ¿será para que no se note la sangre?, me viera por un problema en mi nariz.

Sale la pseudo médica, esa que sólo se encarga de decirte tu nombre mientras el zombie de dentro está comiéndose el hígado del anterior paciente, y dice mi nombre.

Entro en la consulta con miedo y me pregunta:
-¿Eres elliot?
Y yo, pensando:
- ¿Y se supone que tú eres el que me ha de reconocer? (sí, ya sé, chiste fácil, pero qué quieren, estoy frente a un zombie en su estado natural y tengo miedo)
Y yo, hablando:
- Sí, soy Elliot.

Y su siguiente pregunta es:
- Pero, tú no tienes Alzheimer (esa enfermedad que parece perseguirme, jeje), ¿verdad?
Y yo, un poco flipando:
- ¿Alzheimer? Bueno, eso me lo tendrá que decir usted, pero en principio no venía por eso.
Médico:
- Ya, ya.

Y se queda un rato en silencio. ¿Me está diciendo de una forma un tanto rebuscada que tengo Alzheimer? ¿Sin haberme hecho ni una sola prueba? ¿Sólo mirándome a la cara? Qué guay!
Pero yo sigo esperando hasta que se digna a girarse en la silla y me mira.

Médico:
-Creo que aquí ha habido un error.
Y yo, pensando:
- ¿Seis años de medicina, más el MIR te han servido para llegar a esta conclusión?
Y yo, hablando:
- Pues será un error.

Médico, explicándome como a un niño pequeño:
-Mira, es que me han traído tu historial, porque aquí pone tu nombre, ¿ves?
(Yo: sí, veo, lo que tengo mal es la nariz, tío)
Pero dentro de la carpeta ha aparecido el historial de un tal Gregorio, que padece Alzheimer, ¿ves? y que tiene 86 años.
(Y me lo vuelve a enseñar: que sí, tío, que sí, que no habré estudiado una carrera, pero Barrio Sésamo no me lo perdía nunca)
Y entonces, como no tengo tu historial y no sé qué puede pasarte (y aunque lo tengas no sabrás lo que me pasa, fijo) pues que no te puedo atender, así que bajas a pedir cita y que te den para otro día.
Y yo, pensando:
- Oiga, mire, llevo aquí esperando una hora, me he levantado un día en el que tengo fiesta antes de las nueve de la mañana para que usted no me regañara por llegar tarde a una cita en la que debería decirme por qué me sangra la nariz. ¿Y va y me dice que se han confundido y que venga otro día?
Y yo, hablando:
- Vale.

Salgo de la consulta y me voy.

Pero salí con la sensación de que se me olvidaba hacer algo... ¿será de verdad el Alzheimer?
No lo sé, el caso es que tengo un post it desde hace más de mes y medio en mi habitación que pone: PEDIR CITA PARA QUE ME MIREN POR QUÉ ME SANGRA TANTO LA NARIZ.




Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

26 octubre 2006

Elliot terrorista juvenil

22:54 Metro de Madrid "informa": Quiero llegar a casa ya.
Meto el billete en el torniquete (ni Machado).
Oigo un tren, no sé si será en mi andén o en el del otro lado.
Pero bajo corriendo las escaleras.
Al pasar (la barca) cerca de una mujer, ésta se agarra el bolso y se aparta a un lado.
Y con cara de malas pulgas (las habrá buenas?) me grita:


GAMBERRO!!!!
Y yo quedo petrificado, me giro lentamente y la mujer me mira.
"Perdona, es que me has asustado"
¿Tendré cara de criminal? Yo, que soy más bueno que el pan.
Así que he decidido dejar de ser bueno, para que, por lo menos, me insulten con alguna razón y no por correr para no perder el vagón.


¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PREPÁRATE MADRID!!!!!!!!!
Nos leemos en el siguiente,
Elliot.

17 octubre 2006

Situación absurda, risa descontrolada

Lunes por la mañana. Tras un largo fin de semana de fiesta, vuelvo a esta mi segunda casa.
Jo, con lo bien que me lo he pasado, el lunes ha sido muy duro levantarse, pero lo he hecho.

Tras concluir (espero) la segunda parte de la aventura del billete ("Próximamente en sus pantallas") llego al sitio donde me acogen por la mañana mientras Laura aprende.
Enciendo todas las máquinas correctamente y comienzo a hacer unas tareas que me han encomendado para que no me aburra.

Al cabo de un rato me entran unas considerables ganas de ir al servicio y voy. Enciendo las luces, cierro la puerta, levanto la tapa del water, me desabrocho el cinturón y de repente: PLOFFFF!!!!! Oigo que algo cae dentro de la taza. Miro atentamente y descubro qué es: LA HEBILLA DE MI CINTURÓN!!!!
Miro hacia abajo, en mi pantalón, y no puedo explicarme cómo ha pasado, pero la cuestión es que la hebilla ha volado, literal, lateral o litoralmente, desde su sitio hasta caer en la taza.

Menos mal que las ganas de ir al baño todavía las tengo yo y menos mal también que el cinturón se suele desabrochar antes que el pantalón, porque si no ya me veo sumergido en las profundidades de otro líquido no tan transparente...
En fin, dejémoslo. Porque yo sigo mirando alternativamente el cinturón y la hebilla, cinturón, hebilla. Tan juntos antes, tan lejos ahora.Y sigo sin explicarme cómo ha podido pasar. Y por el rabillo/colilla del ojo observo en uno de los grandes espejos que hay en ese baño la cara de bobo integral que tengo.

Y no puedo esconder una sonrisilla al comprobar que esa es la cara que tengo siempre, así que ustedes no se hubieran sorprendido. Pero yo sí, la situación era para reírse y así, la sonrisa deja paso inmediatamente a una gran carcajada que trato de aguantar, pues sigo teniendo las mismas ganas de ir al baño que antes. Y si encima nos reímos...

Pero antes de desabrocharme el pantalón, y por si algo raro vuelve a ocurrir, saco la hebilla de la taza con ciudado y ya, por fín, dejo salir a "Miss ganas de ir al baño 2006"

Espero no encontrarme con nadie al salir pues estoy todavía con las lágrimas de la risa nerviosa y absurda que me ha entrado y creo que no causaría muy buena impresión. No quiero levantar sospechas ("¿Qué narices hará este tipo en el baño para que salga así de contento?". Me entienden, ¿verdad?)

Sigilosamente y tratando de aguantarme para no soltar una carcajada, apago las luces y cierro la puerta (Sí, ya he tirado de la cadena y me he lavado las manos!) y me vuelvo a mi sitio otra vez, donde aún me estoy riendo.

Y no se crean, que ya estoy en casa, han pasado varias horas y muchas otras cosas, pero aún me entra la risa cada vez que recuerdo la situación y mi cara de bobo reflejada en el espejo.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.



15 octubre 2006

Socializándonos I

Créanme, trato de ser un tipo social, relacionarme con el mundo de mi alrededor porque ya me han dicho más de una vez que es bueno para mi crecimiento personal.
Crecimiento, por otra parte, que nada tiene que ver con el de mi persona, pues aún estoy en trámites legales por la denuncia que les puse a los anunciantes de Petit Suisse por publicidad engañosa. (“Si comes dos, crecerás más”. Cretinos...)

En fin, a lo que iba. Ayer por la noche me dispuse a pasar una bonita velada con mi cena frente al televisor. Por una vez ponían una película que tenía muchas ganas de ver y no la pasaban a las tres de la madrugada.

El caso es que cuando llevaba 30 minutos de película llega mi “compi” de piso, que pongamos se llama Amaia. Mis nervios se alteran un poquito, pero me relajo.
- ¿Qué puede ocurrir si trato de ser social?, me pregunté.
- Nada, me respondí.
Pero nunca fui bueno en eso de engañarme a mi mismo.

Pero pasaron cinco minutos y como no ocurrió nada me relajé del todo. Amaia no iba a cambiar de canal (porque YO llegué ANTES!) y su cena no era muy ruidosa. Bien.

Pero llega el minuto 6 de mi sociabilidad: le llaman por teléfono. ¿Y qué hace? Pues lógico, contestar. Pero, ¿dónde? Allí mismo, no en su cuarto, no, sino en mitad del salón, en mitad de mi cena y en mitad de mi película.

Total que allí me veo, escuchando toda una conversación que no me interesa lo más mínimo. Y encima, la voz de mi compi no es que sea un susurro, precisamente. Así que oigo toooda su conversación, pero NO OIGO MI PELÍCULA!!

Así que me paso 20 minutos (20 MINUTOS!!!) en medio de una conversación absurda (pues sólo oigo la mitad del diálogo) a un volumen superior al que mis oídos están acostumbrados. Creo que hasta el altavoz de mi radio se tapa los oídos cuando oye hablar a esta niña. Sobre todo cuando, como en este caso, la niñita está enfadada.

Y todo porque el padre de la criatura quiere comprarle un ordenador de 60 megas, pero ésta, presa de un odio infundado que me da miedo (porque no olviden que sigo en la misma habitación, aunque sin oír la película) sólo le grita que si tan convencido está con ese ordenador que lo compre, pero que ella ha visto por igual precio otro que tiene 80 megas (no, no me he confundido, es lo que ella dijo porque “me han informado los de PC CITY”).

El final de la discusión (encima que te van a comprar un portátil ¿vas tú y te cabreas? Incomprensible para una mente inocente, y pobre, como la mía) y de mis 30 minutos de sociabilidad, llega con la siguiente frase:

(ADVERTENCIA: Lo que van a leer a partir de ahora son palabras textuales y antes de continuar les informamos que pueden herir la sensibilidad.)

“Bueno, papá, pues si te has empeñado con ese puto ordenador, cómpratemele y a tomar por culo”

¿Cómpratemele? ¿Cómpratemele? ¿Cómpratemele? ¿CÓMPRATEMELE!!!!!!?¿Qué narices significa esa palabra? Si casi no he podido ni escribirla!!!!!!

El caso es que cuelga totalmente enfadada, yo me he perdido treinta minutos de película, pero he terminado de cenar. Así que, me levanto, recojo mi plato y me voy a mi habitación.

Creo que mañana habrá más oportunidades de socializarme, pero por hoy ha sido suficiente. Y con esta energúmena que no conoce lo que es el respeto a las películas de los demás, he terminado.

Y encima, cuando llego a la siempre agradable soledad de mi cuarto, hay un mosquito que no para de pasarme en estereo por las orejas (ahora la izquierda y ahora la derecha).

Lo que también me fastidia es que si ella se compra un portátil... YO ME QUEDARÉ SIN INTERNET GRATIS!!!!!

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: He mirado en un diccionario de Laura y “cómpratemele” no sale. ¿Alguien podría decirme qué significa?



27 agosto 2006

Otra vez, noooo

A mi amiga Laura también le ocurren cosas "extrañas" y a menudo disparatadas, como a mi. Le tengo que decir que debería escribir su propio diario, pues su vida diaria está llena de anécdotas, aunque no le parezcan tan graciosas como me lo parecen a mi.

Esta es una de ellas y está contado por ella misma, yo sólo lo transcribo literalmente:

"Era martes por la mañana, me habían mandado a un supermercado a comprar cervezas, me habían dado el dinero y todo iba estupendamente.
Llegué a la sección de bebidas alcohólicas y cogí un pack de las cervezas que me habían dicho. No me costó mucho la operación pues eran las diez de la mañana y el supermercado estaba completamente vacío.

Me fui a una de las únicas cajas que había abiertas y dejé el montón de latas en la cinta transportadora. Traspasé esa cosa que parece un detector de mentiras y saqué el dinero del bolsillo. A pesar de que no había nadie, la cajera se estaba tomando su tiempo en pasar las cervezas por el código, cuando descubro que me está mirando con cara de pocos amigos.
Yo hago como que no me doy cuenta y sigo haciendo cuentas de cuánto le tengo que pagar.

En ese momento es cuando su voz me sorprende:

Cajera con cara de perro:
- ¿Cuántos años tienes?

Y comprendo el por qué de la expresión perruna de la señora. Pero es cuando a mi se me cambia la cara ya que, tras aguantar años y años de bromas y situaciones parecidas, grito para mis adentros: ¿Otra vez? NOOOOOOO.

Pero le contesto, con cara desafiante ante cualquier intento de pedirme el carné (pues no lo llevo encima, claro):
- Más de 18, señora.

Y yo creo que más por mi desafiante mirada que por mi cara de "niña buena" me cree y me devuelve las cervezas.

Pago y me voy.

Esta situación se ha repetido tantas veces que podría ser rica si me hubieran dado un céntimo por cada una de ellas. Lo mejor de todo es que el resto del mundo se empeña en decirte:
- Pues mejor aparentar menos años, ¿no? Cuando tengas cuarenta te dirán que tienes 30.
A lo que yo sólo puedo contestar:
- Vale, estupendo para cuando tenga 40, PERO AHORA NO ME HACE NINGUNA GRACIA!!!!"

¿Veis como mi amiga Laura debería escribir su propio diario? O ir al psicólogo, claro, jeje.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: Si es que tiene una cara de niña..., ¿verdad?



30 julio 2006

La Señora Meona

Ayer se me olvidó comentar una cosa que también pasó en el autobús:

Como no había plazas para el autobús que quería yo, me tuve que subir en uno de esos que paran por toooodos los pueblos del mundo y más. Es el mismo precio, pero se tarda una hora más.

Total, que ahí estaba yo, viendo como el autobús salía de la autopista para meterse en el primer pueblo. En eso que una señora se levanta para bajar del autobús, pero se queda en la puerta hablando con el conductor, parece que éste no la deja bajar. La mujer se enfada un poco, pero vuelve a su sitio. La mujer habla raro, creo que es de fuera, no de fuera del autobús, sino de fuera del país.

El autobús se pone en marcha de nuevo y yo sigo mirando al infinito (todavía no me había salido demasiado el video)
Un rato más tarde, el autobús se vuelve a salir de su ruta normal: siguiente pueblo, siguiente parada y yo cada vez más asqueado.
¿Por qué en la taquilla nunca te dicen si es horario con paradas?

En eso que la mujer en cuestión se baja del autobús. Detrás, el resto de pasajeros que se bajaban en esa localidad. Tras unos minutos de ajetreo, el autobusero cierra las puertas tras asegurarse que no se quedaba nadie que parara allí. Volvemos a ponernos en marcha.
A partir de aquí empieza lo del video y yo me distraigo.
Pero de repente un señor empieza a gritar: ¡Eh, autobusero! Que una señora está corriendo detrás del autobús. Que está pidiendo que pare.

Obviamente todos los pasajeros nos volvemos hacia las ventanillas y ahí vemos a la señora corriendo, como en las películas, tratando de alcanzar el bus. Pero el autobusero estaba en su mundo y no se enteró, así que seguimos el camino y el resto de pasajeros hacemos caso omiso de la señora.

Ahora ocurre la historia del video y diez minutos después el autobús se para.

Se baja la gente, yo no que estoy cabreado (lean más abajo) y el autobusero recibe una llamada. Empieza a gritar, yo me asusto pero no digo nada. Cuando reanudamos la marcha, el autobusero se dirige hacia nosotros: “Señores pasajeros, por cuestiones que luego verán, debemos regresar al último pueblo donde hemos parado, hace apenas quince minutos, perdonen las molestias”
La gente se cabrea un poco porque se va a llegar más tarde de la hora, pero como no hay otras narices porque el volante lo lleva ese tipo con bigote y no yo, pues hay que regresar.

Al llegar de nuevo al pueblo, vemos que en la parada está la señora que corría detrás del bus esperándonos. El autobús se para y ella empieza a subir y ahí es cuando empiezan los gritos:

Autobusero: Pero señora, ¿qué narices está haciendo aquí? ¿No le he dicho antes que no se podía bajar al baño en las paradas? Sólo se puede bajar en la parada que hay para ello, que es diez kilómetros más allá.
Señora: Oiga, no me grite, que me estaba meando y no podía más. Si el baño de su autobús está roto no es mi problema. Hombre!

Bueno, la conversación que les he transcrito es la versión “light”, porque allí se dijeron de todo, pero uno es un chico educado e inocente que no conoce muchas de las palabras que allí se dijeron.

Después de eso el panorama fue el siguiente:
- Pasajeros cabreados por tener que retroceder, lo que implica un retraso en la llegada.
- Autobusero cabreado porque se retrasó el viaje y los horarios ya no le iban a cuadrar, además, había recibido más insultos en diez segundos que en toda su vida, seguro.
- Señora cabreada porque la gente estaba resentida con ella, pero ya había meado, así que supongo que también estaría aliviada.
- Yo cabreado porque el Señor Destino no había dejado que tuviera lugar la que hubiera sido, posiblemente, la mejor anécdota que me ha ocurrido en un autobús (ver Tres, dos, uno), y cabreado con la Señora Meona por haber retrasado el viaje Y PORQUE SE SENTABA JUNTO A MI Y TODAS LAS BRONCAS E INSULTOS PARECÍAN VENIR HACIA MI.




Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

VACACIONES EN EL MAR!!!!

Hace mucho que no escribo en el diario, pero he tenido una razón de peso:
HE ESTADO DE VACACIONES!!!!
Pero si no ocurre nada raro no serían mis vacaciones, así que, tras prepararme la maleta para seis días, el día que voy para la playa, a mitad de camino: LA LLAMADA!!
Una llamada que esperaba desde hacía un mes y que me acorta las vacaciones dejándomelas en un fin de semana.
Pero no se preocupen, la llamada era muy buena, ya les contaré. Y por ello no iba a desesperarme, que para eso llamaría a Laura que es la campeona absoluta de este deporte, e intenté aprovechar a tope en la playa. Y básicamente me dediqué a hacer el Huevo (primo hermano de MJ): playita, paseos por la arena, baños en el mar, en la piscina, heladitos por la noche, libros (aunque quien dice libros dice cómics, jeje), jugar a las palas, es decir, todo tipo de actividades no mentales, que para eso son vacaciones, ¿no?
Aquí les dejo una foto que me hice junto a esa bañera a la que algunos se empeñan en llamar Mar Mediterráneo (que no se moleste nadie, pero el agua está muy caliente y no tiene olas, como mi bañera)

Tres, dos, uno...

Pero como no podía ser de otra manera, siempre que estoy yo de por medio ocurre algo extraño y, curiosamente no pasa cuando estoy de vacaciones. El surrealismo se va de vacaciones a otro sitio...
Pero llegamos a la realidad y, como siempre, mi fuente inagotable de aventuras, el autobús, me aguardaba una...
Aquí estoy, de nuevo sentado en uno de esos asientos azules a los que tanto cariño les he cogido últimamente. Creo que de mayor viviré en un autobús: tienes baño, periódicos, asientos que pueden convertirse en cama, radio y televisión con video. Un lujo, vaya. Total, que ahí estoy de camino a mi segunda casa (¿o es la primera?) cuando veo que algo sale de una de las estanterías que hay encima de los asientos. Es negro, bastante grande y rectangular: ES EL VIDEO que NO está utilizando el autobusero para amenizarnos el viaje. Pero algo extraño está ocurriendo, se está saliendo de su compartimento Y CADA VEZ MÁS.
Ya está, no puedo despegar los ojos del aparato. Y es que lo mejor es que está situado encima justo de la cabeza del pasajero sentado en el asiento número tres.
Esto tiene muy buena pinta. Supongo que las vacaciones me han sentado muy bien porque estoy disfrutando de lo lindo viendo cómo a cada curva el vídeo se sale dos o tres centímetros más. Jaja, dentro de poco se caerá ENCIMA DEL PASAJERO NÚMERO 3!

Esto es genial. Como cuando ves la cáscara de plátano en el suelo y miras alrededor para averiguar quién será la siguiente víctima. De la emoción del momento me estoy empezando a poner nervioso, alguien más lo tiene que estar viendo, pero yo sigo absorto mirando a través de mis gafas de sol.
La inminencia del desastre que puede llegar a convertirse en la anécdota del autobús más genial de toda mi historia hace que me revuelva en el asiento buscando una postura más cómoda para poder ver el suceso... Y me lo estoy pasando bomba!!!


Cuento las curvas que quedan para que caiga.
TRES, puedo saborear el golpe a cámara lenta: una mancha negra que cae lentamente sobre la cabeza del pasajero, el sonido del video al caer POM y de la cabeza al romperse CRACK (creo que me estoy dando miedo...)
DOS, imagino las consecuencias: gritos, sangre, el autobusero se asusta, gira el volante bruscamente, el sutobús vuelca, salimos todos por las ventanillas (yo no que llevo el cinturón, jaja), vienen los bomberos y las ambulancias, salimos en la tele
UNA... (tensión, tensión, tensión)

Y EL AUTOBÚS SE PARA!!! NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!
Señor destino: Por qué es tan cruel conmigo? Sólo quería un poco de diversión y es justo ahora cuando decide que hay que hacer la parada de rigor? LE HE HECHO ALGO? ESTÁ ENFADADO CONMIGO O QUÉ LE PASA?
Estoy tan enfadado que ni siquiera bajo a contemplar el bonito paisaje de este singular emplazamiento donde siempre hace frío, aunque sea julio.
Estoy tan enfadado que ni siquiera bajo a investigar si por estas fechas sigue habiendo zorros disfrazados de gatos en este singular emplazamiento donde siempre hace frío, aunque sea julio.
Me he cabreado, y ya está. Voy a pedirle el libro de reclamaciones al Señor Destino, pues seguro que si el que está debajo del video soy yo, se cae sin ningún contratiempo, pero como no soy yo...
Así que así me quedo, con un palmo de narices porque, obviamente, el autobusero se ha percatado de que el video estaba a punto de caerse y lo ha recogido y ha cerrado la puerta del armario. Pues vaya.
Y yo qué hago durante las dos horas que me quedan de viaje sin música, sin radio y sin peli porque el vídeo está, pero... ¿por qué no ponen peli?
Pues vaya rollo.

19 julio 2006

Por ser educado

Recuerdo una de mis primeras veces en el metro. Toda una odisea esos primeros días, siempre con el mapa a cuestas, como ahora, vamos, jaja.

Bueno, pues iba yo hacia no sé dónde, uno de aquellos días de frío en los que para mí el metro era divertidísimo, algo novedoso y cada día una aventura. Qué inocente era...

En fin, recuerdo que era para Noviembre. Llovía, o hacía frío, o ambas cosas, no me acuerdo muy bien. El caso es que bajé al metro y, por suerte (no tanta como vería a continuación) había un asiento vacío. El camino era largo, muy largo: esa Línea 10 infinita que me hacía un poco más viejo cada vez que la cogía y que me llevaba a casa.

En las tres paradas siguientes no subió nadie al vagón, pero en la cuarta, subieron una mujer y un joven. Ahí empezó todo:

Yo, en un acto de caballerosidad sin precedentes porque aún me quedaban unas doce paradas para llegar, me levanté de un salto para cederle desinteresadamente mi asiento a esa mujer que se había tenido que quedar de pie por falta de asientos libres.
Con un movimiento de cabeza le invité a sentarse en el asiento que yo dejaba libre.
Recuerdo que me sentí bien, triunfal, con la sensación de estar haciendo algo bueno para los demás. Mi sonrisa creció inesperadamente en mi cara y me aparté de mi asiento para dejarle el paso libre a la mujer.

Pero en ese momento mi sonrisa se congeló, y no porque hubieran abierto las puertas y del frío me hubiera quedado así, aunque también podría ser posible, también, pero no. El motivo fue otro incluso más desagradable. La mujer a la que tan amablemente había cedido mi asiento condenándome a una media hora de pie, con frío y con cansancio, empezó a gritarme:

Mujer maleducada:
- ¿ME ESTÁS LLAMANDO VIEJA?!!!!

Yo, Elliot:
- ... (con cara de tonto, la normal, vaya)

Mujer maleducada:
- Sí, sí, a tí te digo - y un dedo gordo se dirige hacia mi cara con aire de amenaza- digo que si me estás llamando vieja.

Yo, Elliot, otra vez:
- Ehhh... no... sólo le cedía el el el asiento, para para que... se sentara... (mi voz empezó bien y fue decayendo conforme los ojos de la mujer se inyectaban en sangre y una mirada asesina me traspasaba...)

Mujer maleducada:
- ES QUE ESTO ME HACE MUCHA GRACIA, ME CEDES EL ASIENTO, PERO ¿POR QUÉ? PORQUE ME VES VIEJA, ¿NO? PORQUE TE CREES QUE NO VOY A PODER ESTAR DE PIE, ¿NO? ¿POR VIEJA O POR DÉBIL?
PUES QUE TE QUEDE CLARA UNA COSITA, NIÑATO (¿niñato? mis neuronas: Sí, Elliot, "niñato", mitad "niño", mitad "gato": "niñato") ESTO ES UNA FALTA DE EDUCACIÓN TREMENDA: LLAMAR VIEJA A UNA PERSONA. Y YO, POR SUPUESTO, NI ESTOY VIEJA (que no es lo mismo que serlo, puedes ser vieja, pero no estarlo, y viceversa, pero no era cuestión de añadir este inciso) NI SOY DÉBIL. ASÍ QUE YA ME ESTÁS PIDIENDO DISCULPAS.

Yo, Elliot:
- Tierra, trágame -eso sólo lo pensé, claro.

A todo esto, la gente del vagón, obviamente, sólo tenía ojos para nosotros, y un alma caritativa que estaba sentado a mi lado, me indicó que me sentara en el asiento que había desalojado y que no hiciera caso de lo que estaba diciendo la mujer.
Pero es que me estaba gritando, a mi! (QUE ME PIDAS DISCULPAS, ¿LO HAS ENTENDIDO?)y yo quise hacerme pequeño, pequeño, pequeño, todavía más de lo que soy y eso me asustó mucho. Mi cara se estaba poniendo roja de la vergüenza.
Y es que les tengo que confesar, que una cosa es ser el rey del ridículo por iniciativa propia y otra muy diferente y mucho menos divertida es que ALGUIEN (ajeno a ti) te deje en ridículo, que uno tiene sus límites y su pudor, no crean.

Pero no dije nada y me quedé sentado en el "asiento de la discordia", esperando que la mujer dejara de gritarme que era un maleducado por haberla llamado "Vieja".
Yo sólo tenía ojos para el suelo, que, por cierto, estaba bastante limpio. Así que me dediqué a buscar tesoros escondidos cerca de mis pies. De vez en cuando echaba un vistazo hacia la gente que también estaba sentada y algunos estaban absortos viendo cómo la mujer maleducada seguía dando resoplidos de mala leche mientras sonreían. Lo mejor fue que nadie me miraba a mi, jaja. Menos mal.

Así estuvo la mujer unas tres paradas, a la cuarta se bajó y yo pude respirar tranquilo, el aire me llegó a los pulmones y saqué un poco la cabeza de la cazadora. Me recosté en el asiento de la discordia y fijé la mirada en el bonito paisaje de los túneles del metro.
Un par de personas me dijeron que no pasaba nada, que la mujer maleducada estaba, además, loca. Y no sólo estaba, sino que además, lo era. Los detalles gramáticos son importantes.

Pero, por lo que a mi respecta, no vuelvo a ser educado en el metro nunca más.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

Quise hacerme pequeño, pequeño, pequeño, pequeño...

Elliot, avergonzado.

14 julio 2006

Tú a Londres y yo a...

Como dicen por ahí, lo prometido es deuda, pero espero que no económica, porque ya tengo suficiente con lo que tengo. Y como hace un par de páginas les conté que había tenido mis más y mis menos al despistarme al coger un autobús, aquí les relato la situación:

Como siempre, me encuentro en la "magnífica" estación de mi ciudad natal (las comillas significan ironía) esperando el autobús que me lleve a mi otra ciudad. ("Cuando vienes, ya eres")
Me acerco a un vehículo y miro el cartel que lleva el autobús en el frontal y asiento: "Sí, este es, Elliot."
Mis neuronas me lo confirman, así que dejo la maleta en el maletero y le entrego mi billete al autobusero, que me lo corta y me subo.
Busco mi plaza y me siento.
Me acomodo, saco los cascos de la mochila, los conecto al audio y como siempre, empiezan a sonar las canciones de Kiss FM (ahora vendrá una de Ella baila sola, seguro).
Bien, ya estoy preparado para las cuatro horas del viaje.

En eso que, mirando el reloj, veo que quedan un par de minutos para que el autobús salga de la estación, cuando, de repente, una chica se queda parada junto a mi asiento un ratito. Interesante...

Al cabo (o golfo, que siempre me lío) me pregunta:

Chica: Perdona, ¿es este tu asiento?

Yo: Sí, mira el billete, es el asiento número 9.

Chica: Vaya, pues sí, pero yo tengo también ese...

Yo: mmm. Pues ha tenido que haber un error.

Chica: Sí, le preguntaré al conductor.

Pero en ese momento, el billete de mi compañero de viaje se cae al suelo y como yo por aquel entonces todavía no necesitaba gafas (o eso creía yo) miro lo que pone y descubro lo que ha pasado:

Yo me voy a Madrid y el resto de los pasajeros, incluido el autobús, se va a: BARCELONA!!!!
Recojo mis cosas (falta un minuto para que este autobús Y EL MÍO se vayan!), me despido precipitadamente (pero no como si me cayera por un precipicio, sino porque me voy rápido) de la simpática chica que me ha hecho darme cuenta de mi error y bajo de un salto los superescalones del autobús.

Busco al autobusero que me ha cortado el billete, sin fijarse que me iba a otro sitio, y le pido la parte del billete que me ha cortado, pues si no no me dejarán subir al otro autobús (ese que espero que no se haya ido ya, claro)
El autobusero me da mi mitad del billete no sin antes decirme que hay que asegurarse antes de subir. ¿Y me da la bronca a mi, cuando he visto el cartel que ponía el destino adecuado y él me ha cortado el billete sin mirarlo siquiera? No tengo tiempo para discutir, pero esta seguro que la ganaba. Vaya, hombre.

En fin, que recorro toda la estación en busca de mi autobús y cuando lo veo me aseguro bien: cartel, otro cartel luminoso y autobusero: ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío? ¿Este es el mío?

Hasta que me grita: SÍ, ES EL TUYO... y no sé qué más me dijo porque yo ya estaba dejando la maleta en su sitio (lleno, claro, soy el último) y me subo, voy a MI ASIENTO, que, obviamente, está vacío y veo por la cara de mi compañero que no le hace mucha gracia que haya llegado.
Lo siento, pero a mi también me ocurre muchas veces, jeje.

En fin, que dejo la cazadora en el estante y antes de acomodarme el autobús ya está en marcha.
Ahora sí que estoy en el correcto, pero me aseguraré: si dentro de un rato veo el mar es que este TAMPOCO ERA MI AUTOBÚS.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: Una advertencia: "Nunca se fíen de los autobuseros".



PAREZCO EL ENANITO DE AMELIE!!!

13 julio 2006

Quiero ser escritor

Como estoy un poco aburrido estos días, a pesar de que me siguen pasando cosas, he decidido mostrarme un poco más a ustedes, si es que alguno hay al otro lado de la pantalla (que no estoy muy seguro, la verdad).
Pero no se crean que voy a colgar una foto mía desnudo, jaja, les aseguro que no están preparado para eso y tampoco quiero que, los que haya al otro lado, huyan de este diario.
No, lo que voy a ofrecerles es la recomendación del último libro que me he leído:
EL CURIOSO INCIDENTE DEL PERRO A MEDIANOCHE

Es uno de esos libros para un verano o un otoño o un invierno tonto (en primavera sufro demasiadas interrupciones debido a los estornudos alérgicos) que se lee en un par de días (porque hay que comer, que si no, en un día...) y que no requiere grandes esfuerzos.
Pero es entretenido, está contado con cierto surrealismo, por lo que a los que siguen mi diario, creo que les gustará. A mi me ha gustado mucho, pues tiene un estilo muy parecido al mío, aunque claro, yo no soy escritor y no me llamo Mark Haddon, que es un nombre como más atrayente para el gran público.
Vamos, confiesen, entre unas páginas sueltas en un diario de Elliot Potter y un libro con ilustraciones de un tal Mark Haddon, ¿con qué se quedarían?
Pero creo que les gustará. Bien podría ser una aventura que yo padeciera, pero no tengo gracia para escribir y sólo me limito a describir lo que me ocurre.

Y un secreto para los (posibles) lectores:
En ocasiones... ME SENTÍA MUY IDENTIFICADO CON EL PROTA!!!

Ya me contarán... jeje.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot, a quien le encantaría escribir algo que interesara...

Momento MUY surrealista 3

Lunes por la noche.
Salgo de ver una película con un amigo y decidimos cenar por las cercanías del cine, en una terraza. Estupendo plan.

Nos sentamos en una mesa de la cafetería Reyna (no suelo dar publicidad, pero sí mala publicidad, jeje). Cogemos la carta, decidimos y esperamos un rato.
Llega un camarero.
Conversación literal:
Elliot: Yo quiero un sandwich vegetal.

Camarero: abreserem no abresejem plancha.

Elliot: ... (miro a mi acompañante para ver si ha entendido algo, pero por su cara diría que se ha enterado incluso menos que yo, y ya es decir)

Camarero: ...

Elliot: ...

(momento tenso)

Y tres momentos tensos más tarde...

Camarero: ¿Algo para beber?

Mi acompañante y Elliot: Agua.

Bien, esperamos el agua.

Nos trae el agua.

Y con eso nos quedamos.

Durante una media hora de lo más absurda, estamos mi acompañante y yo con una mini botella de agua en las manos, bebiéndola (porque todavía sería más absurdo tener dos botellas de agua y ni siquiera abrirla, ¿no? y no era cuestión de superar la situación) y pensando si al final vamos a cenar allí o no.

Pasan los minutos y seguimos sin saber nada del camarero que parece no vernos ninguna de las veces que sale a atender a otras mesas. Estoy pensando que nos hemos vuelto invisibles y no nos hemos dado cuenta.

Y en esas deciden nuestras neuronas por nosotros, porque nosotros estamos demasiado bloqueados por la situación: "Vámonos de aquí, YA!"

Así que empezamos a pensar que, ya que no hemos cenado y tampoco nos han atendido porque parecemos invisibles, ¿por qué no irnos sin pagar?

Pero ya me sé lo que ocurre con el Maldito Murphy y seguro que nos volvemos visibles en el peor momento y nos pillan y acabamos corriendo Gran Vía abajo delante del camarero que no es camarero sino jeta (prima hermana de J) y terminamos la magnífica velada pasando la noche en una comisaría (me conozco)

Mi acompañante paga las botellitas de agua, que parecen oro porque es lo más caro de toda la carta (será... el camarero-jeta), y nos vamos de allí.

La noche acabó bien, cenamos, nos lo pasamos bien y, lo mejor de todo: tengo otro momento surrealista que añadir a mi colección!!!!

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.



No sé si realmente se me quedaría esta cara, pero debió de ser algo muy parecido.
La situación lo requería: media hora sentados en una terraza, esperando para una cena que nunca llegó.

Eso sí, las dos botellitas de agua nos supieron a gloria, teniendo en cuenta que era LO MÁS CARO DE LA CARTA!!!!

08 julio 2006

Mi cumpleaños

Para todos aquellos que me felicitaron.
Para los que no porque no lo sabían.
Para los que se olvidaron.
Para los que espero se acuerden el año que viene.
Para todos ustedes:

UNA FOTO MÍA DE MI CUMPLEAÑOS, (que fue ayer)

Aparezco con los regalos de Calvin, Hobbes, Patito, Puk y Laura.

MUCHAS GRACIAS A LOS 5!!!!!


Nos leemos en el siguiente,

Elliot, con camiseta nueva de supermán.

Terror en la estación

De nuevo en la estación de autobuses, fuente inagotable de aventuras e inspiración, esperando que llegue nuestro autocar para embarcar de nuevo rumbo a la capital (gracias, mami de Laura, por estas minivacaciones)

Llego a los andenes, compruebo que no ha venido todavía el autobús que he de coger. De pronto y por el rabillo (o colilla) del ojo veo que hay un ser peculiar preguntando a voz en grito dónde está el autobús a la capital.
Oh, no! Yo a ese tipo lo conozco y no quiero ni que se me acerque!!!
Me voy hacia el otro lado de la estación para que no me vea, aunque tengo la Suerte de que no me reconocerá, ese sí que vive en su mundo...

Llega el autobús, me aseguro que es ese el que tengo que coger (ya les contaré una miniaventura por no asegurarme...) Voy a dejar la maleta en el maletero (claro, dónde iba a dejarla si no) y ya empieza el show, justo donde yo quiero dejar mi maleta hay otra EXACTAMENTE IGUAL QUE LA MÍA. Qué mal rollo.
La mía la dejo de pie, porque no me gusta que pongan cosas encima de mis cosas y me subo al autobús.

Plaza número 37. Voy mirando en el cristal de las ventanas para saber cuál es mi butaca.
Bien, me toca ventanilla, aunque está un poco lejos de la tele y ya quedamos el otro día que necesitaba gafas... Bueno, ya se verá que hacemos...

Me acomodo bien en el asiento y espero la llegada de mi compañero/a de viaje con los cascos ya conectados en el audio y mirando por la ventana. Sé que no es una buena bienvenida, pero ¿realmente alguien le gusta estar acompañado por una persona que no conoce de nada durante un viaje agotador? Yo no. Sí, soy asocial, ¿qué pasa?

Para mi dicha (y hecha) veo que todo el mundo se ha acomodado ya en sus asientos y me relajo porque no sube nadie más y el asiento de al lado sigo desocupado. Estupendo.

Cojo la bolsa de mano y la pongo en el asiento, si no hay nadie, quién mejor que mi superordenador para ir bien sentadito en la butaca...Y de repente veo que un pasajero se levanta de su asiento y se dirige hacia atrás, hacia el mío. Pero, no es un pasajero cualquiera, no, es... “El pesado de autobús”: dícese de aquella persona que no contenta con su asiento comienza a pasearse por el autobús en busca de un asiento más apropiado para sus intereses: ventana, cerca del baño, junto al conductor, etc, etc.

Pero tampoco es un pesado cualquiera, no, es EL FREAK. Aquel que no quería ni ver en pintura, pues ahí está, acercándose peligrosamente a mi asiento. Ay, ay, qué miedo (para ver mi cara de pánico, más abajo)
Y justo se para en mi asiento. Estupendo.
Así que el hombrecillo (porque tiene más cara de duendecillo que de hombre) me pide permiso para sentarse a mi lado. Bueno, en realidad me ha cogido las cosas del asiento y me las ha puesto en la cara, así que no he tenido otra que ponerlas en el suelo (Lo siento, ordenador, no lo volveré a hacer, compraré un billete para ti también y no tendrás que ir ahí)
¿Que cómo conozco yo a este “hombre”? pues porque es un ilustre ciudadano de mi ciudad natal. Tan ilustre que es archiconocido en mi ciudad natal con el sobrenombre de “El freak”, sí, sí, así como suena. No es que el hombre sea freak(que lo es y un rato largo)sino que encima se le conoce con ese mote. (Me pregunto cuál tendré yo...)
Podríamos decir que este individuo es: THE FREAKIEST FREAK!
Y me da miedo!!!!!!!!!!!

Para mi gracia (que es lo contrario de des-gracia) les contaré que al final “El freak” ha pasado de mi asiento porque: “Tampoco se ve la tele bien desde aquí”. Y eso lo ha dicho tan a grito pelado (porque es verano y hace calor, si no sería a grito abrigado) que creo que hasta ustedes lo han oído.

Para su curiosidad les confesaré que no me gusta mucho este tipo de personas maleducadas y que me fastidian un viaje en el que iba a ir yo solo, como muestra de ello, miren más abajo.


Nos leemos en el siguiente,

Ellliot.

PS: Por cierto, la película que no iba a poder ver bien el susodicho Freak era: “Planes de boda”. Oh!, qué gran película. ;D
Ah! Y al llegar a la estación, no me he confundido de maleta... Qué raro... Será mejor que vaya a revisarlo...
Mi aspecto cuando vi acercarse al freak:



Mi aspecto cuando me cogió las cosas:



Pero yo no soy así, lo prometo, lo que pasa es que hay cosas que...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

02 julio 2006

Coincidencias surrealistas

Salgo de mi casa (la del poblado) por último día en toda mi vida (es muy fuerte decir esto, ¿eh?) y me pregunta ya mi ex-casero:
- ¿Te acerco a algún sitio? Bueno, te puedo llevar hasta Plaza Elíptica.
- Hombre, pues me vendría muy bien, pues no sabía las cosas que todavía me quedaban en el piso hasta que lo he visto todo en las bolsas, jeje.

Así que bajo por última vez las 66 escaleras mientras me voy despidiendo de todos los vecinos sin abrir la boca. (Gracias, Gustavo, por tu generosidad con Internet! Te echaré de menos! Maldito chucho del 2ºB, no volveré a tener tentación de asesinato contigo, ja)

Al llegar a la calle veo cómo la puerta de hierro forjado que me ha impedido tantas veces entrar, se cierra por última vez tras de mí.

Me despido de la Verona y sigo al casero hasta su coche.
El trayecto se hace un poco tenso hasta que me dice que él vive en la boca de metro de Carpetana (¿En las escaleras y entre cartones? jeje) Así que a mi se me abren unos ojos como platos llanos, que son más grandes, cuando descubro que esa boca de metro está al final de la calle donde vivo ahora.

Es decir:
VIVO AL LADO DE MIS ANTIGUOS CASEROS!!!!!




Si lo que no me pase a mí...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

30 junio 2006

Cómo sobrevivir a mi (por fin) ex-piso: (1ª parte)

1.- Si tienes que freír algo, véase patatas fritas o una chuleta de carne, dile a tus conciudadanos del piso que desalojen la zona durante una media hora, pues puede que tengas que llamar a los bomberos y alguno de ellos muera de intoxicación.
AVISO: Da igual que pongas el extractor de humos, no hace nada.

2.- Si pones la lavadora, asegúrate de que la puerta está bien cerrada; es decir, introduce tu mano en el cierre y saca una plaquita hacia afuera. Ahora no me entiendes, pero seguro que si lo haces, me darás la razón.
AVISO: Asegúrate de que haces esto, si no, puede que digas: "La lavadora no funciona", pero sí que funciona.

3.- Cuando vayas a fregar los cacharros, no te asustes si el fregadero no traga. Con tal de que tengas un poco de cuidado en que el agua no desborde, no hay problema, está cien por cien asegurado que cuando regreses a la hora de la cena (unas seis horas después) ya no quedará ni rastro del agua con lavavajillas del mediodía...
AVISO: Puedes utilizar el desatascador, pero ten cuidado porque el agua sale de la rejilla situada en la parte alta del fregadero, por lo que te aconsejo que te quites pulseras y relojes si no quieres que se te llenen de agua con... cosas.

4.- El salón es en realidad una fábrica de crear pelusas. Da igual, no te asustes, te acabas acostumbrando e incluso puede que hagas buenas migas con ellas. Creo que alguna vez me han llevado los platos a la cocina después de comer...
AVISO: No te vuelvas loco/a preguntándote de dónde salen tantas aunque acabes de limpiar, ellas son así, y les acabas cogiendo cariño...

Fluffy, Puffy, Muffy, os echaré de menos, niñas.

5.- La lámpara de pie que hay junto al sofá no se apaga nunca, así que, si pretendes tener una bonita luz por la noche, asegúrate de que la desconectas del enchufe cuando te vayas a acostar.
AVISO: Si no lo haces la lámpara seguirá con su zumbido mortal y una tenue luz iluminará todo el piso.


Continuará...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

28 junio 2006

Necesito gafas

Con urgencia, desde luego.

Estoy llegando a casa.
En la plaza que hay justo al lado de mi cueva veo que se dirige hacia mí una persona que se parece muchísimo a una de mis compañeras de piso.
Obviamente, la miro un poco más detenidamente para no meter la pata, pero está hablando por teléfono y no levanta la cabeza.
Pero, no sé, quizá la ropa, quizá las gafas de sol, quizá la forma de caminar, me hacen convencerme de que es ella.
Sí, definitivamente. Es, digamos, Ana.

Por supuesto, hemos llegado a un estado de confianza que no puedo simplemente saludarla, así que me dispongo a hacerle un saludo al más puro estilo Elliot: estilo MANDRIL.
Como no tengo muchas cosas con las que darle el saludo, coloco mis manos en forma de boca de cocodrilo y empiezo a moverlas arriba y abajo poniendo cara de cocodrilo mientras tanto.
Ahora me doy cuenta de que no tengo ni idea de cómo es poner cara de cocodrilo, así que no sé qué cara le puse!!!!

Y cuando estamos a punto de chocarnos, me voy fijando en que no me mira de la forma que esperaba. No se pone a hacer el mandril como yo y eso me asusta un poco.

Hasta que me doy cuenta: NO ES ANA, pero vamos es que ni se le parece.
Así que intento disimular como puedo chocando mis manos como si aplaudiera y dejando de dar saltitos estúpidos en plan Heidi.

Sonrío para disimular y hago como que saludo a alguien detrás de esta chica que NO ES ANA. Para mi desgracia la chica que NO ES ANA se gira para verificar que detrás hay alguien, pero claro, es mentira, así que la chica que NO ES ANA, se agazapa un poco en su teléfono móvil y creo entender que le dice a su contertulio algo así como: "Aquí hay un estúpido que va caminando por la calle en plan cocodrilo, me voy de aquí antes de que me haga algo".

Giro la esquina, meto la llave, abro la puerta, subo las escaleras, abro la puerta del piso, atravieso el salón donde están mis compañeras, ANA ENTRE ELLAS, llego a mi cuartucho, cierro la puerta, me tiro en la cama y escondo la cabeza bajo la almohada.

NO SÉ SI REIRME O LLORAR.

Nos leemos en el siguiente, espero que ya con gafas,

Elliot.

PS: No es que me importe mucho hacer el ridículo (no tendría este diario si fuera así) pero en este caso... creo que ha superado todos mis límites.

COCODRILO + ELLIOT =

se admiten toda clase de comentarios...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

Conversación surrealista

Martes 27 de junio de 2006
Autobús Madrid- Poblado
21: 08

Viajero:
- ¿Cómo va el partido?

Autobusero:
- 0-0, acaba de empezar.

Viajero:
- ¿Y quién gana?

...


Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

23 junio 2006

23 años???????

Desde luego, Laura no quería que enseñara esta foto, pero creo que todos sus amigos (??) merecen saber cómo es realmente, juas, juas... Y además, el diario es mío, así que...

PARA TODOS (los amigos de Laura):



En esta foto, acababa de cumplir los 23, era el día de su cumple a eso de las 11 de la mañana.

NO COMMENTS!!!

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: Que sepan que tengo fotos peores de ese día, y no sólo de Laura...








22 junio 2006

"La araña" by Elliot Cronenberg

Cuaderno de Laboratorio, en Lugar Desconocido a 20 de junio de 2006

Me desperté sobresaltado, muchas cosas se amontonan en la cabeza: nueve meses de trabajo metidos en cajas desordenadas, una llamada de mis mentores que no llega, proyectos enviados a laboratorio hace días y que no dan resultados y el calor, que se amontona entre mis sábanas.

Miro el reloj, son las tres de mañana y voy al baño a refrescarme un poco. A la vuelta a mi habitación-laboratorio veo (mal que bien, pues las gafas se quedaron en la mesilla al levantarme) una enorme pelusa justo a los pies de mi cama.

Me agacho a cogerla para tirarla a la basura. No soy muy ordenado, pero sí me gusta ser limpio...
Y cuando voy a llegar a tocarla, mi mano, llena de sudor y electricidad estática de dar vueltas en la cama de los horrores, desprende una sustancia nunca antes estudiada que llega directamente hacia la pelusa gigante.

La sustancia se funde con la pelusa y empieza a salir un humo extraño, que me impide seguir viendo qué ocurre en la pelusa.

Cuando la neblina se disipa.. SORPRESA. La pelusa ha desaparecido y en su lugar aparece...


UNA ARAÑA GIGANTE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


Ser arácnido que espero sea la reencarnación de Supermán, para que me pique y me convierta en el mejor científico del país (con beca, a poder ser, gracias MEC - Millonarios Esperando Crujirte-).

Pero no, es una araña común que se dirige lentamente hacia la pata de mi cama.
Sobresaltado, pues no quiero ser devorado por una araña gigante, cojo rápidamente mi zapatilla.
Doy la vuelta para coger mejor ángulo, levanto la mano y me descubro a mi mismo pensando si lo que voy a hacer está bien o la madre naturaleza me castigará de cara a la pared por esto.

Las patas de la araña son más rápidas que yo y pronto despierto de mis ensoñaciones. O ella o yo.
Y lo tengo claro...

ZAS!!!!!!

La araña es destruída, aunque las patas, separadas de su cuerpo, tardan unos segundos en dejar de moverse.

Segundos después, me vuelvo a descubrir a mi mismo investigando al primo de Spiderman. Tan grande como parecía, resulta que su cuerpo no es mayor que la cabeza de un alfiler. Pero sus patas...

En fin, vuelvo a mirar el reloj, son las cuatro y media, me voy a dormir. Mañana tengo muchas cosas que investigar sobre la pelusaraña...

Continuará..."

Dr. Calvin Hobbes

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: Les advierto: MIREN ANTES DE COGER NADA DEL SUELO, for if the flies...

20 junio 2006

"No matarás a la vecina del 5º" (ni a su perro)

Estimada vecina del 5º:

Mis más sinceros respetos, señora, no sólo por vivir 13 escaleras más alto que yo, con lo que debe suponer subirlos con pesadas bolsas de la compra, sino por lo que le ha tocado vivir (más bien con quien le ha tocado vivir)
Sepa usted que su marido fuma, a escondidas; es decir, con premeditación y alevosía y por la ventana. Pero en fin, creo que, compartiendo la cama, el hecho de que fume será uno de sus más leves problemas.
Ya se sabe que el amor es ciego y que nadie te obliga a casarte con un orangután (pobre, orangután claro), pero lo ha elegido usted así que, pida el libro de reclamaciones a quien corresponda...

Pero en fin, la razón principal de mi carta no es expresarle mi más sentido pésame por convivir con quien lo hace, para gustos los colores y para orangutanes... usted.
Sino para, en pos de una mejor convivencia en este edificio, orientarle sobre algunas prácticas suyas que, quizá no sean del todo correctas de cara a los vecinos, concretamente al suyo de abajo, yo.

En primer lugar, algo en lo que quizá no se ha fijado nunca. No todos tenemos estudios universitarios, pero voy a intentar orientarle en el bello arte de la Física. No sé alguna vez habrá hecho la prueba de dejar caer un objeto. Bueno, yo sí, y le puedo asegurar que cae, normalmente hacia abajo (salvo si es un globo y por la electricidad estática se te queda pegado a la camiseta) y si es de cristal se rompe haciéndose añicos (y tu madre te deja la cara así también, o con “d” --> “dañicos” [en aragonés original])
Y tras la explicación teórica pasemos ya a la práctica. Ya creo que ha entendido que lo que cae lo hace hacia abajo, así que, caso práctico:
Si usted, señora de 55 años, ama de casa pues es el orangután el que trae las bananas, y con un perro, sacude la alfombra donde el susodicho perro (mal) vive, pues comparte piso con un orangután, no lo olvidemos, por la ventana... Pregunta: ¿Dónde caen TODOS los malditos pelos y demás... “cosas”?
Respuesta acertada: EN MI VENTANA.
Y, como usted bien sabrá, pues es ama de casa, limpiar es algo que cansa y que, según qué sustancias, pueden ser del tipo nauseabundo o incluso nocivas para la salud. Así que, como hablando se entiende la gente, hágame un favor: DEJE DE SACUDIR LA ALFOMBRA DEL CHUCHO POR LA VENTANA, PORQUE ESTOY A PUNTO DE HACERME OTRO CHUCHO PARA MI CON LOS PELOS DEL SUYO.
Además, yo, que suelo hacer la colada de vez en cuando, suelo dejar la ropa tendida para que se seque. Sí, ya sé que es una estúpida costumbre, porque si llueve o hay humedad no se seca nunca, cosas de la Naturaleza.
Y sí, mi tendedor está justo debajo de la ventana donde usted sacude la alfombra de su perro.
Y como ya hemos aprendido la lección, pregunta: ¿Dónde se quedan los pelos de su chucho?
Repuesta: Pues sí, EN MI ROPA. Y como la ropa suele estar húmeda, no sólo no se van, sino que se quedan incrustados. Y le aseguro que no es muy agradable, ni oler a chucho todo el día, ni encontrarme los pelos en los bolsillos.
Pero no sólo caen hacia abajo, hacia mi ropa cuando está tendida, sino que, los pelos de los chuchos suelen pesar poco, por lo que corre la más mínima brisa (que no sé porqué se dice esto porque creo que nunca he visto “correr” al aire...) los pelos y demás sustancias viajan por todo el espacio y, como mi ventana es el lugar más próximo, suelen volar hacia ella con frenética pasión. Como consecuencia, si me ventana está abierta (como ocurre en el 99% de los casos, salvo si llueve u oigo que sacude usted la alfombra) TODOS los pelos y demás sustancias llegan hasta el interior de mi habitación. Obviamente se suelen posar en lo más cercano, pues los pelos no llevan motor incorporado y la brisa no suele durar eternamente. ¿Y qué tiene los pelos lo más cercano posible para posarse? Mi escritorio, donde últimamente pasaba el 80% del tiempo (estudiando o haciendo Sudokus, eso no es asunto suyo) y donde suele descansar mi ordenador.
Y de verdad, ni a mis libros ni a mis apuntes ni a las teclas de mi ordenador les he echado crecepelo para que juntos puedan hacer los disfraces de la tercera parte de “El planeta de los simios”, donde, de paso, recomiendo a su marido-orangután que se presente, Zirius estará encantado de tener un doble...

Para terminar, decirle una pequeña cosita más. Entiendo que, siendo mujer, necesite sentirse guapa de vez en cuando (tela) y para ello se emperifolle con sus más engalanadas ropas y sus más aparentes zapatos.
Eso está muy bien, pero una vez que llega usted a casa debe recordar que tiene vecinos cuyo techo es precisamente su suelo y que, lamentablemente, no tiene un grosor de más de 10 o 15 centímetros. Consecuentemente, si usted pisa con garbo (morena) llevando todavía los zapatos de tacón que ha llevado por emperifollarse, el sonido llega hasta abajo (como las cosas que caen) con un toque de eco que hace que los tacones parezcan el Séptimo de Caballería.
Así que, por lo que más quiera (y espero sea su perro), cuando llegue a casa, descálcese, por su bien ya que sus pies estarán más libres, sin dolores y con comodidad; y mis oídos estarán más libres, sin dolores y con comodidad. (E incluso puede que oiga lo que están poniendo en la tele)

Sin más, agradecerle la atención prestada y convidarle a que, si tiene alguna duda con respecto a lo citado anteriormente, póngase en contacto conmigo, pues le espera una ración de taconeo indiscriminado y una montaña de pelos de la que no podrá salir jamás.
Por cierto, la factura de la ropa que tuve que comprar porque la otra se iba sola debido a los pelos y las sustancias de su chucho, se la enviaré vía correo postal, ya que NI SIQUIERA TIENEN INTERNET (y mucho menos sin contraseña, claro)

Atentamente,

su sufrido vecino,

Elliot.

"No matarás al vecino del 5º"... (pero no por falta de ganas)

Estimado vecino del 5º:

Ante todo quiero expresarle mi más sincera enhorabuena por vivir un piso por encima de mí. Si ya 66 escaleras son una seria dificultad cuando se sube la compra, no me quiero imaginar lo que es subir un piso más...

El motivo de esta misiva es recordarle que no vive usted solo en el mundo y, mucho menos, en el edificio donde nos ha tocado vivir (espero, por mi bien y por el bien de mis caseros, que por poco tiempo)

Buen señor, me parece muy bien que usted haga con sus pulmones lo que quiera, para eso son suyos, por lo que el acto de fumar en su casa es del todo lícito. Ahora bien, si su mujer no sabe que fuma y por ello lo hace a escondidas y por la ventana, no creo que deba pagarlo yo teniendo que limpiar cada mañana SU ceniza de MI alfeizar.
Le aseguro que no es plato de buen gusto y que más bien me produce ciertas náuseas, pues sea todo dicho, soy un no fumador empedernido. Y la verdad es que no tengo ni tiempo ni malditas ganas de limpiar cada día sus excrementos tabaquiles. Los pulmones son SUYOS, pero la ventana es MÍA, así que CÓMPRESE UN CENICERO.

A consecuencia de su malsano hobbie (Word no para de ponerme “Cobi”) le he notado que “carraspea ligeramente” por las noches. Lógico. Fumar es una actividad que corrompe sus pulmones y éstos, en acto vengativo, le impiden la entrada de oxígeno. ¿Ha entendido cómo funciona? Bien, porque lo que no voy a tolerar es que SU problema con SUS pulmones se convierta en MI problema y MI sueño.
Si sus pulmones cobran peaje al oxígeno para pasar, lo siento mucho, pero no deberíamos enterarnos TODOS los vecinos del edificio. Le aseguro que el pago que hace usted por la entrada de aire es demasiado elevado, sobre todo en decibelios. Así que, si usted, que tiene todo el derecho a fumar en su casa, tiene la maldita costumbre de querer respirar por las noches, oiga, o va a un médico para que le ponga un silenciador o insonoriza la habitación, pero YO TENGO DERECHO A UN SUEÑO REPARADOR Y NO A UNO QUE VA CADA TRES SEGUNDOS ENTRE RONQUIDO Y RONQUIDO.

Bien, creo que las cosas han quedado por fin claras y que, a partir de ahora, nos vamos a entender mejor porque... SE DÓNDE VIVES!!!
Y si por lo menos tuvieras WIFI...

Atentamente,

Elliot.

PS: Si tiene alguna duda o problema con lo anteriormente citado, no dude en contactar conmigo, estaré encantado de poder explicarle las consecuencias que acarrean sus hobbies (que no “Cobis”) en mi vida diaria.

PS: Le advierto (que no amenazo) que he estado guardando TODA la ceniza que caía en mi ventana y que hay dos cubos, así que, usted mismo...

Elliot.