30 julio 2006

Tres, dos, uno...

Pero como no podía ser de otra manera, siempre que estoy yo de por medio ocurre algo extraño y, curiosamente no pasa cuando estoy de vacaciones. El surrealismo se va de vacaciones a otro sitio...
Pero llegamos a la realidad y, como siempre, mi fuente inagotable de aventuras, el autobús, me aguardaba una...
Aquí estoy, de nuevo sentado en uno de esos asientos azules a los que tanto cariño les he cogido últimamente. Creo que de mayor viviré en un autobús: tienes baño, periódicos, asientos que pueden convertirse en cama, radio y televisión con video. Un lujo, vaya. Total, que ahí estoy de camino a mi segunda casa (¿o es la primera?) cuando veo que algo sale de una de las estanterías que hay encima de los asientos. Es negro, bastante grande y rectangular: ES EL VIDEO que NO está utilizando el autobusero para amenizarnos el viaje. Pero algo extraño está ocurriendo, se está saliendo de su compartimento Y CADA VEZ MÁS.
Ya está, no puedo despegar los ojos del aparato. Y es que lo mejor es que está situado encima justo de la cabeza del pasajero sentado en el asiento número tres.
Esto tiene muy buena pinta. Supongo que las vacaciones me han sentado muy bien porque estoy disfrutando de lo lindo viendo cómo a cada curva el vídeo se sale dos o tres centímetros más. Jaja, dentro de poco se caerá ENCIMA DEL PASAJERO NÚMERO 3!

Esto es genial. Como cuando ves la cáscara de plátano en el suelo y miras alrededor para averiguar quién será la siguiente víctima. De la emoción del momento me estoy empezando a poner nervioso, alguien más lo tiene que estar viendo, pero yo sigo absorto mirando a través de mis gafas de sol.
La inminencia del desastre que puede llegar a convertirse en la anécdota del autobús más genial de toda mi historia hace que me revuelva en el asiento buscando una postura más cómoda para poder ver el suceso... Y me lo estoy pasando bomba!!!


Cuento las curvas que quedan para que caiga.
TRES, puedo saborear el golpe a cámara lenta: una mancha negra que cae lentamente sobre la cabeza del pasajero, el sonido del video al caer POM y de la cabeza al romperse CRACK (creo que me estoy dando miedo...)
DOS, imagino las consecuencias: gritos, sangre, el autobusero se asusta, gira el volante bruscamente, el sutobús vuelca, salimos todos por las ventanillas (yo no que llevo el cinturón, jaja), vienen los bomberos y las ambulancias, salimos en la tele
UNA... (tensión, tensión, tensión)

Y EL AUTOBÚS SE PARA!!! NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!
Señor destino: Por qué es tan cruel conmigo? Sólo quería un poco de diversión y es justo ahora cuando decide que hay que hacer la parada de rigor? LE HE HECHO ALGO? ESTÁ ENFADADO CONMIGO O QUÉ LE PASA?
Estoy tan enfadado que ni siquiera bajo a contemplar el bonito paisaje de este singular emplazamiento donde siempre hace frío, aunque sea julio.
Estoy tan enfadado que ni siquiera bajo a investigar si por estas fechas sigue habiendo zorros disfrazados de gatos en este singular emplazamiento donde siempre hace frío, aunque sea julio.
Me he cabreado, y ya está. Voy a pedirle el libro de reclamaciones al Señor Destino, pues seguro que si el que está debajo del video soy yo, se cae sin ningún contratiempo, pero como no soy yo...
Así que así me quedo, con un palmo de narices porque, obviamente, el autobusero se ha percatado de que el video estaba a punto de caerse y lo ha recogido y ha cerrado la puerta del armario. Pues vaya.
Y yo qué hago durante las dos horas que me quedan de viaje sin música, sin radio y sin peli porque el vídeo está, pero... ¿por qué no ponen peli?
Pues vaya rollo.

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