30 octubre 2008

Elliot a la sal

No soy de dar consejos ni advertencias, pero creo que en esta ocasión tiene su motivo. Así que: "Advertencia para lectores del diario y demás seres extraordinarios":

Nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, pero nunca nunca...
abran un paquete de sal encima de una cama.

¿No me han notado menos soso últimamente? Pues ya tienen la respuesta. Diez días después, sábanas lavadas y aún nos encontramos granitos...

Lo dicho, nunca, nunca, nunca.

Ya saben, el que avisa... ajos come.

Nos leemos en el siguiente,
Elliot.

27 octubre 2008

Preguntas no tan estúpidas

- ¿Por qué los bricks pequeños que llevan pajita, ésta es más pequeña que el envase y no puedes llegar al fondo del brick?

- Cuando pones la olla Expréss, se supone que tienes que bajar el fuego cuando la válvula empieza a dar vueltas. Bien, pero... ¿la válvula tiene que dar una vuelta entera? ¿y si da media vuelta y luego se para? ¿y si acaba de dar la vuelta pero luego no sigue? ¿con qué velocidad tiene que dar la vuelta? ¿y si parece que va a dar una vuelta entera pero luego va hacia atrás y no termina de dar la vuelta?

- ¿Existen las camisetas con rayas verticales que no sean de equipos de fútbol? ¿Y camisas con rayas horizontales?

- ¿Por qué las postales de las ciudades son siempre tan feas?

- ¿Por qué el cine en Versión Original es más caro que el doblado si no tienes que pagar a los actores de doblaje?

- ¿Por qué siempre que me compro una ensaimada con azúcar por encima me dan ganas de reir, toser o estornudar?

- ¿Por qué los envases de los Petit Suisse tienen esa forma estriada que no te deja arañar los restos?

- ¿Cómo es posible que limpie mi habitación por la mañana y por la tarde ya esté sucia de nuevo?

- ¿Por qué llamo a la compañía de teléfonos para que me solucionen una urgencia y puedo recorrer media ciudad escuchando una música sin que me atienda nadie?

-¿Por qué las músicas de espera son siempre tan horrorosas?

- ¿Por qué llamas al servicio técnico de internet y te insisten que ya está solucionado tu problema cuando estás viendo que sigues sin poder conectarte a internet?

- ¿Por qué en un día perfectamente soleado, en cuanto pongo la lavadora se nubla (aunque sea verano!!!)?

Demasiadas preguntas existenciales para un sólo día.

Por cierto, se aceptan respuestas, o más preguntas...

Nos leemos en el siguiente,
Elliot.

21 octubre 2008

Wake up, Elliot

La banda sonora de Carros de Fuego en mis oídos.

El sudor recorre mi frente.

Soy el 1º, soy el 1º. Voy a ganar la carrera. Es la primera vez que voy a ganar una carrera.
Ni siquiera sé dónde está el que va detrás de mi, debo llegar con una ventaja estupenda.

Creo que voy a llorar de la emoción.

Sí, lo he conseguido.

Rompo la cinta con el pecho y...

Abro los ojos. Me despierto.

Se ha rayado el disco de Carros de fuego.

El sudor sigue recorriendo mi frente, pero por otra causa.

No hay carrera. No voy a ganar nada.

He roto la cinta, sí, pero no es la de meta.
Es una cinta que ha puesto la policía para acordonar una zona de la calle.

Oh, my god. En la cinta pone: No cruzar la linea policial.

Oh, my god. Viene un señor de verde con un sombrero muy raro y se dirige directamente hacia mi.
Oh, my god. Me viene a la cabeza que no llevo dinero, así que espero que sean los propios polis los que tengan un detalle conmigo y me presten la moneda para hacer mi única llamada. A Laura, claro. Que me mata seguro. O lo que es peor, se ríe y se va dejándome en la cárcel.

Tranquilo, Elliot, tú pon cara de bueno. Porque... bueno, técnicamente no he cruzado la línea. Sólo... cara de bueno, cara de bueno, cara de bueno...

Parece que funciona. No, yo sólo iba corriendo porque llego tarde a clase (animal de costumbres que es uno), voy medio dormido, no me he dado cuenta y... he roto la cinta, pero sin querer, ¿eh?
El tipo del sombrero raro me mira más raro todavía, pero se va dejándome con una cara de bueno asustado que no se me irá en todo el día.

Mañana me pongo el despertador tres días antes... por si acaso.

Nos leemos en el siguiente,
Elliot.

13 octubre 2008

Peligro: Elliot anda suelto

Podría decir como excusa que era de noche y no se veía bien, pero no. Esto ocurrió a plena luz del día.
Vuelvo a casa después de dar una vuelta por el parque.
Saco las llaves, pero un vecino se me adelanta y me abre la puerta.
Como no me gusta que nadie sepa en qué piso vivo, no me fijo en el buzón y sigo adelante.
Como no me gustan mucho los ascensores, subo las escaleras hasta mi casa.
Avanzo por el pasillo y como tengo las llaves ya en la mano, introduzco la de la entrada, pero no entra bien.
Vuelvo a probar, pero con el mismo resultado.
Miro la llave por si se me hubiera doblado (por combustión espontánea o yo qué sé qué pensé para creer que una llave de puerta blindada se pudiera doblar), pero parece estar bien.
No me da tiempo a probar una tercera vez porquela puerta se abre y sale un tipo que no había visto en mi vida. Tampoco me parece muy raro, pero ya empieza a mosquearme que me pregunte: '¿Buscas a alguien?'
Y voy a contestarle que no, que yo vivo ahí, cuando me fjo que la decoración de la casa nada tiene que ver con la mía. De hecho, no está la puerta de la primera habitación. (Cómo es posible? me he vuelto loco? el mundo ha cambiado en una hora? estamos en el futuro pero yo no he cambiado?)
Así que me disculpo y el tipo cierra la puerta en mis narices.
Retrocedo despacio y miro que sí, que estoy en mi planta.
Pero no reconozco el ascensor, así que bajo las escaleras y salgo de nuevo a la calle.

La calle parece la misma, bien. Pero...

ESTE NO ES MI PORTAL!!!!

Me voy corriendo a MI portal, antes de que ese tipo llame a la policía y me encierren.
Llego a MI planta. Entro con MI llave. Estoy en MI casa (con la puerta de la habitación y la decoración de siempre). Abro la puerta de MI habitación. MI Laura me saluda. Yo cierro la puerta de MI habitación. Y NO pienso volver a salir solo.
Lo hago por vuestro bien. Un okupa idiota anda suelto en la ciudad...

Nos leemos en el siguiente,
Elliot.

12 octubre 2008

¿Por qué Elliot cruzó la carretera?

Tengo que leer un texto para la primera clase.
Queda media hora y NO he leído el texto. Pero bueno, como me queda todo el trayecto en el autobús no hay problema.
Hace buen día y en la parada no hay nadie esperando, así que mi autobús acaba de pasar. Perfecto, más tiempo para leer.
Me siento en el banco, abro la mochila y saco las hojas del texto.

Al cabo de media página, veo que mi autobús está en el principio de la calle.

Me preparo para cogerlo.

Dejo las hojas en el banco.

Unas nubes tapan el sol.

Me pongo la cazadora.

Un escalofrío recorre mi espalda por una leve brisa que se está levantando.

Abro la mochila.

Una ráfaga de viento se lleva las hojas.

Mi boca se abre.

El autobús está a diez metros.

Me levanto corriendo a por las hojas, que ya están por la carretera.

El viento sopla más fuerte ahora.

La mochila en la parada, yo detrás de las hojas por la carretera, el autobús esperando en el semáforo a diez metros de la parada.

La mochila en la parada, yo en mitad de la carretera con las hojas, el autobús en la parada.

La mochila en la parada, yo en mitad de la carretera con las hojas, el autobús se va.

La mochila en la parada, yo en mitad de la carretera, esperando poder cruzar de nuevo al otro lado.

La mochila en la parada, Elliot en la parada, las hojas en la mochila, he perdido el bus.

La mochila en clase, Elliot en clase, las hojas en la mochila, no he leído el texto.


Nos leemos en el siguiente,
Elliot.

09 octubre 2008

La venganza de las puertas automáticas

De nuevo ha empezado el cole.

Y como siempre, uno continua haciendo el ganso.

Salgo de clase, bajo las escaleras y me dirijo a la calle.

Nunca me han gustado las puertas de la universidad en la que estudio porque son muy lentas en abrirse.
Así que siempre lanzo el pie primero, como una pequeña patada (pero sin llegar a golpear la puerta, sólo para que se asuste y se abra antes), para poder salir sin esperar.

Hoy he hecho lo mismo.

Manos en los bolsillos, cremallera de la cazadora hasta arriba y cabeza encogida en el cuello de la cazadora.

Voy a salir, echo el pie ligeramente para atrás (siento cómo la puerta se está poniendo nerviosa y se va a abrir en un segundo), mi pie avanza poco a poco, ya pasa por la altura de la otra pierna, continúa y... KLANK. La puerta no se abre y se come una patada de mi zapatilla morada.

Me quedo paralizado. La puerta NO me ha respondido. Y de hecho, se ha abierto porque había un chico a mi lado, que si no aún se está riendo de mi en mis narices, cerrada, claro.

Continúo mi camino, despacio. Todavía estoy en estado de shock. No se ha abierto.

En mitad de las dos puertas (sí, en esta universidad ande o no ande, dos puertas) me giro para comprobar si es que no funciona el sensor de abrir las puertas en el centro y sí por un lado.

Pero continúo caminando con la cabeza hacia atrás.

Y cuando voy a pasar la segunda puerta...

SORPRESA!!!!

La segunda se está cerrando... CONMIGO EN MEDIO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Me tambaleo de un lado a otro con mis hombros cada vez más juntos, porque la puerta NO SE ESTÁ CERRANDO y yo me estoy quedando espachurrado en medio.

Alguien se apiada de mi (sí, bueno, después de un último buajajajajajaja) y se acerca a la puerta para que se abra. Tras un último empujón en el que siento que mis ojos se van a salir de sus cuencas, la puerta relaja su fuerza y se abre.
Yo trato de mantener la calma y me arreglo la cazadora mientras mis ojos vuelven a colocarse en su sitio (plop, plop) y sigo mi camino. (mira al suelo, Elliot, para que la gente que está fumando en la calle no te reconozca, que tienes que volver por aquí durante mucho tiempo...)

Pero cuando no he caminado ni dos pasos, un tipo vestido con uniforme y con una porra en vez de móvil colgándole del cinturón me llama:

Érase un hombre a una porra pegado:
- Eh!, tú.

Eh, tú (deduzco que soy yo):
- ...

Érase un hombre a una porra pegado:
- ¿Cómo es eso de ir por ahí dándole patadas a las puertas?

Eh, tú (confirmado que soy yo porque me ha tocado el hombro para pararme):
- ENCIMA!!!! ENCIMA ME DAS LA BRONCA. Encima de que casi me mata la puerta esparruchándome, encima vienes tú y me gritas. Amos, hombre.

Y sigo mi camino.

Vale, la última parte sólo la pensé, pero por mi mirada (hacia el suelo) seguro que el de seguridad se ha dado por enterado... ¿no?

Ay, qué bonito es soñar que eres otra persona...

Nos leemos en el siguiente,
Elliot.