07 julio 2009

ALTA TENSIÓN!!

Los padres de Laura se han ido de vacaciones y el avión lo han cogido aquí, así que el sábado vinieron en autobús y fuimos a buscarlos.

La odisea ya comienza pronto, cuando tarde, nos damos cuenta de que hoy es un día complicado para coger el metro justo en la línea que necesitamos coger. Pero allá que vamos. Total, vamos con un montón de tiempo de antelación. ¿Qué puede pasar?

Esperamos el metro. Nos subimos. Nos sentamos y desconectamos del mundo.
Nos despertamos levemente para escuchar que la próxima estación es una que NO deberíamos pasar porque nosotros vamos hacia el lado contrario. Nos aseguramos de que así es y... efectivamente, vamos hacia el lado contrario al que deberíamos.
Miramos el reloj. Queda tiempo.

Cambiamos de andén. Y volvemos a esperar el metro, esta vez en la dirección correcta (o eso esperamos...)
Pasa uno, hasta arriba. Lo dejamos.
Pasa otro, puede que hasta más arriba que el anterior. Claro, los que han dejado pasar el anterior metro no han querido esperar más. Pero nosotros sí. Seguimos dejando.
Pasa otro, miramos el reloj, miramos a la gente que se apiña en los vagones. Volvemos a mirar el reloj, nos miramos, lloramos un poco y nos metemos. No respires, no respires, que si no no entramos!!!

Y en la segunda estación: nos paramos. Genial. Obviamente, el tiempo no es infinito y ya vamos a llegar tarde, por lo menos diez minutos.
A los cinco minutos de estar ahí encerrados, decidimos avisar al otro integrante de la familia que iba a buscar a los padres de Laura. "¿Dónde estáis, ya en la estación?Nosotros llegaremos tarde, pero bueno, no pasa nada, ya os llamamos para saber dónde estáis"

Menos mal que hay cobertura y podemos enviar el mensaje.

Pero nuestros ojos se abren como los de los dibujos animados cuando recibimos la respuesta: "Nosotros estamos en casa. Dijeron que ibais vosotros!"

Oh, oh. Nosotros, los que íbamos (así en pasado) a buscarlos, estamos encerrados en un vagón lleno de gente. Ya han pasado diez minutos de la hora. Y no tenemos ni idea de cuándo arrancará esto!

Una nueva llamada (señora, quíteme su oreja para que pueda levantarle la pestaña al señor y así pueda pulsar el botón verde del teléfono) para avisar de que llegaríamos tarde y que nos esperaran.

Finalmente, todo termina bien. Laura y yo seguimos respirando y los padres de Laura ya están de vacaciones (otra historia que debe ser contada en otra ocasión).

Pero vaya tensión absurda en una tarde de sábado!

Nos leemos en el siguiente,
Elliot.

02 julio 2009

A la zapatilla por detrás ¿o era la plantilla por detrás?

Caminando iba ayer por la mañana cuando sentí que algo me rozaba el bajo del pantalón.

Enseguida Dudas me asaltó: ¿Qué puede estar rozándome el bajo del pantalón? ¿Un perro? ¿Un gato? ¿Un hámster? ¿Cualquier otro de los bichos del mundo animal? ¿Un charco? ¿En verano, a 40 grados? (Dudas tiene mucha imaginación)

Obviamente, no podía ser, así que al llegar a la parada del autobús que tenía que llevarme al sitio donde hago las prácticas, me observé detenidamente.

Cuando vi lo que me estaba rozando el bajo del pantalón y ya parte de mi pierna, no me lo podía creer:

¡¡¡¡¡MI PLANTILLA ESTABA INTENTANDO HUIR DE MI!!!!!

Parece ser que a la plantilla no le gusta el sitio en el que le ha tocado vivir e intentaba reptar por detrás de la zapatilla hasta que consiguió sacar casi la mitad de su cuerpo.

A punto de perder la plantilla para mis sufridos pies, me subí al autobús y me senté en el último asiento para poder sacarme la zapatilla, regañar a la plantilla mientras la volvía a meter en su sitio y me planteaba pegarla a la suela de la zapatilla para que esto no volviera a ocurrir.

Pero como no me gusta obligar a nadie (ni a nada) a hacer lo que no quiera, he optado por dejarla en paz durante una temporada y que sea libre a pesar del susto que me ha dado.

Hay que comprenderla, no es un trabajo muy grato, yo también intentaría huir.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.