Cuando Laura era pequeña, su madre le enseñó esta canción:
Supongo que muchos de ustedes la conocerán.
Lo divertido viene cuando Laura me cuenta que hasta hace poco no había reparado en que la canción trataba de la estación de tren madrileña. (somos muy amigos y la tontería se pega)
Y que lo que ella entendía en la canción no era "A Atocha va una niña", sino "Atochaba una niña". Sí, del verbo "Atochar"...
(lo siento, abro un paréntesis porque no puedo seguir. No puedo parar de reirme. Y Laura tampoco!)
Laura se justifica diciendo que, cuando ella aprendió esa canción, Atocha no era nada para ella, no sabía lo que era, porque no había más mundo que su casa, el parque y el colegio.
Y puedo entenderlo, Laura, pero, en serio:
¿Verbo "Atochar"?
¿Yo atocho?
¿Tú atochas?
¿Él atocha...?
Lo siento, pero es demasiado bueno para dejarlo escapar.
Y, sobre todo, ¿cuándo dices que te diste cuenta?
Lo mejor de todo es que ahora vivimos muy cerca de esa estación, por lo que cada vez que pasamos por ahí se nos saltan las lágrimas de la risa que nos entra cuando nos acordamos de la canción.
La pérdida de Mr. Orange ha quedado en segundo plano. A Laura una canción le ha desequilibrado la infancia. Darte cuenta de que algo que tenías asumido desde tu más tierna niñez no es como tú pensabas, tiene que ser muy duro. Tus cimientos se tambalean y puede que hayas inventado tu mundo con un origen erróneo.
Pero, tranquila Laura, hablar de los traumas es el primer paso para superarlos y siempre podemos ir a Atocha, atochando.
Laura se justifica diciendo que, cuando ella aprendió esa canción, Atocha no era nada para ella, no sabía lo que era, porque no había más mundo que su casa, el parque y el colegio.
Y puedo entenderlo, Laura, pero, en serio:
¿Verbo "Atochar"?
¿Yo atocho?
¿Tú atochas?
¿Él atocha...?
Lo siento, pero es demasiado bueno para dejarlo escapar.
Y, sobre todo, ¿cuándo dices que te diste cuenta?
Lo mejor de todo es que ahora vivimos muy cerca de esa estación, por lo que cada vez que pasamos por ahí se nos saltan las lágrimas de la risa que nos entra cuando nos acordamos de la canción.
La pérdida de Mr. Orange ha quedado en segundo plano. A Laura una canción le ha desequilibrado la infancia. Darte cuenta de que algo que tenías asumido desde tu más tierna niñez no es como tú pensabas, tiene que ser muy duro. Tus cimientos se tambalean y puede que hayas inventado tu mundo con un origen erróneo.
Pero, tranquila Laura, hablar de los traumas es el primer paso para superarlos y siempre podemos ir a Atocha, atochando.
Nos atochamos en el siguiente
(y que cada uno lo interprete a su manera),
Elliot.