27 noviembre 2008

Canciones infantiles, esos pequeños traumas

Tras la reciente pérdida de mi amigo Mr. Orange (ver "Hasta siempre, amigo") Laura ha tratado de animarme contándome algo que creo no quería que supiera mucha gente, pero... aquí estoy yo para que eso no suceda.

Cuando Laura era pequeña, su madre le enseñó esta canción:


Supongo que muchos de ustedes la conocerán.

Lo divertido viene cuando Laura me cuenta que hasta hace poco no había reparado en que la canción trataba de la estación de tren madrileña. (somos muy amigos y la tontería se pega)

Y que lo que ella entendía en la canción no era "A Atocha va una niña", sino "Atochaba una niña". Sí, del verbo "Atochar"...


(lo siento, abro un paréntesis porque no puedo seguir. No puedo parar de reirme. Y Laura tampoco!)

Laura se justifica diciendo que, cuando ella aprendió esa canción, Atocha no era nada para ella, no sabía lo que era, porque no había más mundo que su casa, el parque y el colegio.

Y puedo entenderlo, Laura, pero, en serio:

¿Verbo "Atochar"?
¿Yo atocho?
¿Tú atochas?
¿Él atocha...?

Lo siento, pero es demasiado bueno para dejarlo escapar.
Y, sobre todo, ¿cuándo dices que te diste cuenta?

Lo mejor de todo es que ahora vivimos muy cerca de esa estación, por lo que cada vez que pasamos por ahí se nos saltan las lágrimas de la risa que nos entra cuando nos acordamos de la canción.

La pérdida de Mr. Orange ha quedado en segundo plano. A Laura una canción le ha desequilibrado la infancia. Darte cuenta de que algo que tenías asumido desde tu más tierna niñez no es como tú pensabas, tiene que ser muy duro. Tus cimientos se tambalean y puede que hayas inventado tu mundo con un origen erróneo.


Pero, tranquila Laura, hablar de los traumas es el primer paso para superarlos y siempre podemos ir a Atocha, atochando.

Nos atochamos en el siguiente
(y que cada uno lo interprete a su manera),

Elliot.

23 noviembre 2008

Una entre un millón (o dos)

Vuelvo de dar un paseo por el parque, como suelo hacer los fines de semana.

Camino despreocupado y en mi mundo cuando dos viecejillas me paran porque quieren darme una revista.

Reacciono tarde, volver de mi mundo es un viaje muy largo, así que ya tengo la revista en las manos y una de las viecejillas ya me está hablando de no sé qué.

Cuando aterrizo en este mundo, la primera frase que entiendo es

Viejecilla 1:

- '¿Y estás preparado para la otra vida? Porque primero debes dejar tus pecados en esta.'

Viejecilla 2:

- Abre la revista y podrás saber cómo...'

Abro mucho los ojos y ya veo que llevo una revista con el logotipo de una iglesia bastante famosa (ya saben que no me gusta dar publicidad en este diario). Así que pongo cara de no entender nada (la de costumbre) y poniendo nuestra nacionalidad extanjera como excusa, balbuceo un 'Yo no entender español' y trato de avanzar.

Pero (y aquí llega el gran pero, o sea que debería estar en mayúsculas)

PERO (ahora sí), la Viecejilla 1 es la única persona mayor de 60 años que, increíble pero cierto, SABE HABLAR INGLÉS!!!!

Me coge del brazo y empieza a decirme que estará encantada de practicar inglés conmigo (yuhú_ironía).

Así que ahí estoy yo, con cara de 'No me puede estar pasando esto' y soportando una charla sobre las magnificiencias de llevar una vida sana espiritualmente en inglés.

Quince minutos más tarde (sé que fueron 15 porque miré el reloj varias veces a ver si se daban por enteradas, pero no hubo manera) y tras multitud de asentimientos de cabeza por mi parte, llegué cerca de casa y las señoras comenzaban a darme sus últimos consejos.

A punto estuve de confesar todos mis pecados, los del vecino, los de todos mis amigos, los de los transeúntes que me miraban con pena pero aceleraban el paso cuando pasaban cerca, los del barrendero y los de toda la humanidad, por desesperación y con tal de que me dejaran ya en paz (descanse).

A punto de gritar: SÍ, YO MATÉ A LAURA PALMER!!! la señora que sabía inglés me soltó del brazo y con un 'god loves you' (no lo creo, señora, después de estos quince minutos, no lo creo) me dejó ir.

Y ahí me quedé, parado como un tonto (o sin como), sin saber qué hacer, pero con un sentimiento de culpa tan grande como la cabeza que me había puesto la señora.

Son buenos, sí, son muy buenos. No me extraña que haya tantos socios en ese club.

Y cuando llego a casa, Laura me pregunta qué hago con esa revista en las manos.

Penitencia, Laura, hago penitencia.

En serio, ¿cuántas posibilidades había de que una persona mayor de 60 años que, además es monja (no tengo nada contra ellas, pero ¿les llega el Home English a los conventos? ¿Convent English?) SEPA HABLAR INGLÉS??????????????????????????????????????

Creo que TODOS mis pecados (pasados, presentes y futuros) están perdonados.
'Yes, yes, yes, of course, of course, of course...'

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

03 noviembre 2008

No sabe / No contesta

Suelo ser educado y cuando me preguntan, contesto. Ahora me lo voy a pensar, porque pueden ocurrir cosas como esta:

Riiing, riiiing.

Elliot:

- ¿Sí?

Mr. X:

- Hola, cuánto tiempo.

Elliot:

- Ehh, ¿sí?

Mr. X:

- Sí, eso que hace mucho que no hablábamos. ¿Cómo estás?

Elliot:

- Bien, ¿y tú?

Mr. X:

- Bien, aunque con una semana algo movidilla, ¿verdad?

Elliot:

- Bueno, si tú lo dices.

Mr. X:

- Oye, que te llamaba para lo de esta noche y para decirte que Francisco ha llegado bien, que supongo que ya lo sabrás, pero por si acaso. Que el vuelo bien y que si tu madre no te ha llamado todavía, pues eso que ya lo sabes.

Elliot:

- Perdona, quieres hablar con Eduardo, ¿verdad?

Mr. X:

- ¿No eres Eduardo?

Elliot:

- No.

Mr. X:

- Ah, ya me parecía a mi que no me sonaba esta voz, pero...

NO COMMENTS

Elliot:

- Eduardo no está en casa, pero si quieres le puedo dejar un mensaje.

Mr. X:

- Sí, claro, que... ¿seguro que no eres Eduardo?

Elliot:

- Sí, estoy bastante seguro de que no soy Eduardo.

Mr. X:

- ... pues le dices que le ha llamado Margarita.

Elliot:

- Ok, gracias... CLICK ... adiós.

Y encima me cuelgan.
Es la última vez que soy amable, la próxima: No sé/No contesto.

Nos leemos en el siguiente,
Elliot.

02 noviembre 2008

Hasta siempre, amigo

Querido amigo,

Nos conocimos en Londres y pasamos unos días estupendos. Estuvimos juntos en Japón, Alemania, Yucatán, Suiza, Filipinas, y un montón de países más.

Y ayer te marchaste para siempre.

Pero antes, fiel a tu espíritu burlón, hasta en tu final nos regalaste una buenísima aventura (que casi me mata del susto de paso):

Caminábamos los dos por la calle mojada. El frío, el viento y el agua nos acompañaban.

Caminábamos rápido y al girar en la esquina, ocurrió la tragedia.

Una ráfaga de viento traicionera hizo que yo no pudiera cogerte apropiadamente. Lo intenté de mil formas y con todas mis fuerzas. También tú diste todo de tu parte.

Pero la naturaleza pudo con nosotros dos.

Vi cómo tu cuerpo se doblaba y cómo tu cara refejaba una mueca de dolor.

Pero el viento, sin compasión, nos separó definitivamente.

Pero también pude ver, en ese mismo instante, cómo sonreías mientras volabas bajo la lluvia y no me di cuenta por qué te reías hasta que vi que te dirigías con determinación y alevosía hacia una chica que caminaba por la otra acera.

Y todo ocurrió muy rápido.

Tu cuerpo descontrolado, mi cara de error y la chica que no se daba cuenta de nada todavía.
Traté de gritar pero antes de darme cuenta la lluvia había ahogado mis palabras.
Anticipé el golpe que la chica iba a recibir en apenas dos segundos y ya me dirigía a esconderme a la alcantarilla cuando el viento se paró de repente y te dirigiste, con una carcajada dirigida a mi, a un centí
metro de la cara de la chica.
Casi me desmayo de la impresión, pero recuperé las fuerzas y me dirigí hacia tu cuerpo ya inerte y a la chica antes de que me golpeara con el bolso por ser tan inconsciente de dejarte correr solo de esa manera. Pero no me dijo nada. Quizá llovía demasiado y quiso llegar a su casa pronto.


Yo intenté disimular acudiendo a tu encuentro, nuestro último encuentro.
Te recogí del suelo y, con mucha tristeza, te llevé a tu último refugio, en el que, por cierto, te encontraste con otros primos tuyos que también pasaron a mejor vida.

Y al ser insustituible, vuelvo a caminar solo y desprotegido bajo lo tejadillos de los edificios. Y mi vida volverá a ser en blanco y negro sin ti.





Disculpen, pero, hoy no es un buen día.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.