02 noviembre 2008

Hasta siempre, amigo

Querido amigo,

Nos conocimos en Londres y pasamos unos días estupendos. Estuvimos juntos en Japón, Alemania, Yucatán, Suiza, Filipinas, y un montón de países más.

Y ayer te marchaste para siempre.

Pero antes, fiel a tu espíritu burlón, hasta en tu final nos regalaste una buenísima aventura (que casi me mata del susto de paso):

Caminábamos los dos por la calle mojada. El frío, el viento y el agua nos acompañaban.

Caminábamos rápido y al girar en la esquina, ocurrió la tragedia.

Una ráfaga de viento traicionera hizo que yo no pudiera cogerte apropiadamente. Lo intenté de mil formas y con todas mis fuerzas. También tú diste todo de tu parte.

Pero la naturaleza pudo con nosotros dos.

Vi cómo tu cuerpo se doblaba y cómo tu cara refejaba una mueca de dolor.

Pero el viento, sin compasión, nos separó definitivamente.

Pero también pude ver, en ese mismo instante, cómo sonreías mientras volabas bajo la lluvia y no me di cuenta por qué te reías hasta que vi que te dirigías con determinación y alevosía hacia una chica que caminaba por la otra acera.

Y todo ocurrió muy rápido.

Tu cuerpo descontrolado, mi cara de error y la chica que no se daba cuenta de nada todavía.
Traté de gritar pero antes de darme cuenta la lluvia había ahogado mis palabras.
Anticipé el golpe que la chica iba a recibir en apenas dos segundos y ya me dirigía a esconderme a la alcantarilla cuando el viento se paró de repente y te dirigiste, con una carcajada dirigida a mi, a un centí
metro de la cara de la chica.
Casi me desmayo de la impresión, pero recuperé las fuerzas y me dirigí hacia tu cuerpo ya inerte y a la chica antes de que me golpeara con el bolso por ser tan inconsciente de dejarte correr solo de esa manera. Pero no me dijo nada. Quizá llovía demasiado y quiso llegar a su casa pronto.


Yo intenté disimular acudiendo a tu encuentro, nuestro último encuentro.
Te recogí del suelo y, con mucha tristeza, te llevé a tu último refugio, en el que, por cierto, te encontraste con otros primos tuyos que también pasaron a mejor vida.

Y al ser insustituible, vuelvo a caminar solo y desprotegido bajo lo tejadillos de los edificios. Y mi vida volverá a ser en blanco y negro sin ti.





Disculpen, pero, hoy no es un buen día.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.





3 comentarios:

JavierMA dijo...

Descanse en paz!

Laura Marta dijo...

Sí, me costará recuperarme de la pérdida.
No more umbrellas in my life...

Nos leemos,
Elliot.

Anónimo dijo...

Jop, lo siento mucho, Elliot.
Era un buen amigo, yo también lo echaré de menos. Nos lo pasamos muy bien juntos en Londres.
En fin, ya sé que no será lo mismo, pero... puedes usar mi paraguas cuando quieras.

Ánimo, Elliot. El próximo domingo hacemos galletas en su honor.

Laura