31 octubre 2006

Una de médicos

Uno de los personajes de la vida real que más me gusta es el médico.
Ese ser que sin bata es una persona normal y corriente y cuando se la pone se convierte en un zombie ávido de sangre, la tuya, claro, no la suya, que no sabe muy bien qué decirte cuando no hay síntomas de resfriado y ese que todo lo que no sabe hacer lo soluciona enviándote a un psicólogo (que no es más ni menos que otro médico)

Pues ahí estaba yo, esperando que uno de esos seres vestidos de blanco, que me pregunto ¿será para que no se note la sangre?, me viera por un problema en mi nariz.

Sale la pseudo médica, esa que sólo se encarga de decirte tu nombre mientras el zombie de dentro está comiéndose el hígado del anterior paciente, y dice mi nombre.

Entro en la consulta con miedo y me pregunta:
-¿Eres elliot?
Y yo, pensando:
- ¿Y se supone que tú eres el que me ha de reconocer? (sí, ya sé, chiste fácil, pero qué quieren, estoy frente a un zombie en su estado natural y tengo miedo)
Y yo, hablando:
- Sí, soy Elliot.

Y su siguiente pregunta es:
- Pero, tú no tienes Alzheimer (esa enfermedad que parece perseguirme, jeje), ¿verdad?
Y yo, un poco flipando:
- ¿Alzheimer? Bueno, eso me lo tendrá que decir usted, pero en principio no venía por eso.
Médico:
- Ya, ya.

Y se queda un rato en silencio. ¿Me está diciendo de una forma un tanto rebuscada que tengo Alzheimer? ¿Sin haberme hecho ni una sola prueba? ¿Sólo mirándome a la cara? Qué guay!
Pero yo sigo esperando hasta que se digna a girarse en la silla y me mira.

Médico:
-Creo que aquí ha habido un error.
Y yo, pensando:
- ¿Seis años de medicina, más el MIR te han servido para llegar a esta conclusión?
Y yo, hablando:
- Pues será un error.

Médico, explicándome como a un niño pequeño:
-Mira, es que me han traído tu historial, porque aquí pone tu nombre, ¿ves?
(Yo: sí, veo, lo que tengo mal es la nariz, tío)
Pero dentro de la carpeta ha aparecido el historial de un tal Gregorio, que padece Alzheimer, ¿ves? y que tiene 86 años.
(Y me lo vuelve a enseñar: que sí, tío, que sí, que no habré estudiado una carrera, pero Barrio Sésamo no me lo perdía nunca)
Y entonces, como no tengo tu historial y no sé qué puede pasarte (y aunque lo tengas no sabrás lo que me pasa, fijo) pues que no te puedo atender, así que bajas a pedir cita y que te den para otro día.
Y yo, pensando:
- Oiga, mire, llevo aquí esperando una hora, me he levantado un día en el que tengo fiesta antes de las nueve de la mañana para que usted no me regañara por llegar tarde a una cita en la que debería decirme por qué me sangra la nariz. ¿Y va y me dice que se han confundido y que venga otro día?
Y yo, hablando:
- Vale.

Salgo de la consulta y me voy.

Pero salí con la sensación de que se me olvidaba hacer algo... ¿será de verdad el Alzheimer?
No lo sé, el caso es que tengo un post it desde hace más de mes y medio en mi habitación que pone: PEDIR CITA PARA QUE ME MIREN POR QUÉ ME SANGRA TANTO LA NARIZ.




Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

26 octubre 2006

Elliot terrorista juvenil

22:54 Metro de Madrid "informa": Quiero llegar a casa ya.
Meto el billete en el torniquete (ni Machado).
Oigo un tren, no sé si será en mi andén o en el del otro lado.
Pero bajo corriendo las escaleras.
Al pasar (la barca) cerca de una mujer, ésta se agarra el bolso y se aparta a un lado.
Y con cara de malas pulgas (las habrá buenas?) me grita:


GAMBERRO!!!!
Y yo quedo petrificado, me giro lentamente y la mujer me mira.
"Perdona, es que me has asustado"
¿Tendré cara de criminal? Yo, que soy más bueno que el pan.
Así que he decidido dejar de ser bueno, para que, por lo menos, me insulten con alguna razón y no por correr para no perder el vagón.


¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PREPÁRATE MADRID!!!!!!!!!
Nos leemos en el siguiente,
Elliot.

17 octubre 2006

Situación absurda, risa descontrolada

Lunes por la mañana. Tras un largo fin de semana de fiesta, vuelvo a esta mi segunda casa.
Jo, con lo bien que me lo he pasado, el lunes ha sido muy duro levantarse, pero lo he hecho.

Tras concluir (espero) la segunda parte de la aventura del billete ("Próximamente en sus pantallas") llego al sitio donde me acogen por la mañana mientras Laura aprende.
Enciendo todas las máquinas correctamente y comienzo a hacer unas tareas que me han encomendado para que no me aburra.

Al cabo de un rato me entran unas considerables ganas de ir al servicio y voy. Enciendo las luces, cierro la puerta, levanto la tapa del water, me desabrocho el cinturón y de repente: PLOFFFF!!!!! Oigo que algo cae dentro de la taza. Miro atentamente y descubro qué es: LA HEBILLA DE MI CINTURÓN!!!!
Miro hacia abajo, en mi pantalón, y no puedo explicarme cómo ha pasado, pero la cuestión es que la hebilla ha volado, literal, lateral o litoralmente, desde su sitio hasta caer en la taza.

Menos mal que las ganas de ir al baño todavía las tengo yo y menos mal también que el cinturón se suele desabrochar antes que el pantalón, porque si no ya me veo sumergido en las profundidades de otro líquido no tan transparente...
En fin, dejémoslo. Porque yo sigo mirando alternativamente el cinturón y la hebilla, cinturón, hebilla. Tan juntos antes, tan lejos ahora.Y sigo sin explicarme cómo ha podido pasar. Y por el rabillo/colilla del ojo observo en uno de los grandes espejos que hay en ese baño la cara de bobo integral que tengo.

Y no puedo esconder una sonrisilla al comprobar que esa es la cara que tengo siempre, así que ustedes no se hubieran sorprendido. Pero yo sí, la situación era para reírse y así, la sonrisa deja paso inmediatamente a una gran carcajada que trato de aguantar, pues sigo teniendo las mismas ganas de ir al baño que antes. Y si encima nos reímos...

Pero antes de desabrocharme el pantalón, y por si algo raro vuelve a ocurrir, saco la hebilla de la taza con ciudado y ya, por fín, dejo salir a "Miss ganas de ir al baño 2006"

Espero no encontrarme con nadie al salir pues estoy todavía con las lágrimas de la risa nerviosa y absurda que me ha entrado y creo que no causaría muy buena impresión. No quiero levantar sospechas ("¿Qué narices hará este tipo en el baño para que salga así de contento?". Me entienden, ¿verdad?)

Sigilosamente y tratando de aguantarme para no soltar una carcajada, apago las luces y cierro la puerta (Sí, ya he tirado de la cadena y me he lavado las manos!) y me vuelvo a mi sitio otra vez, donde aún me estoy riendo.

Y no se crean, que ya estoy en casa, han pasado varias horas y muchas otras cosas, pero aún me entra la risa cada vez que recuerdo la situación y mi cara de bobo reflejada en el espejo.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.



15 octubre 2006

Socializándonos I

Créanme, trato de ser un tipo social, relacionarme con el mundo de mi alrededor porque ya me han dicho más de una vez que es bueno para mi crecimiento personal.
Crecimiento, por otra parte, que nada tiene que ver con el de mi persona, pues aún estoy en trámites legales por la denuncia que les puse a los anunciantes de Petit Suisse por publicidad engañosa. (“Si comes dos, crecerás más”. Cretinos...)

En fin, a lo que iba. Ayer por la noche me dispuse a pasar una bonita velada con mi cena frente al televisor. Por una vez ponían una película que tenía muchas ganas de ver y no la pasaban a las tres de la madrugada.

El caso es que cuando llevaba 30 minutos de película llega mi “compi” de piso, que pongamos se llama Amaia. Mis nervios se alteran un poquito, pero me relajo.
- ¿Qué puede ocurrir si trato de ser social?, me pregunté.
- Nada, me respondí.
Pero nunca fui bueno en eso de engañarme a mi mismo.

Pero pasaron cinco minutos y como no ocurrió nada me relajé del todo. Amaia no iba a cambiar de canal (porque YO llegué ANTES!) y su cena no era muy ruidosa. Bien.

Pero llega el minuto 6 de mi sociabilidad: le llaman por teléfono. ¿Y qué hace? Pues lógico, contestar. Pero, ¿dónde? Allí mismo, no en su cuarto, no, sino en mitad del salón, en mitad de mi cena y en mitad de mi película.

Total que allí me veo, escuchando toda una conversación que no me interesa lo más mínimo. Y encima, la voz de mi compi no es que sea un susurro, precisamente. Así que oigo toooda su conversación, pero NO OIGO MI PELÍCULA!!

Así que me paso 20 minutos (20 MINUTOS!!!) en medio de una conversación absurda (pues sólo oigo la mitad del diálogo) a un volumen superior al que mis oídos están acostumbrados. Creo que hasta el altavoz de mi radio se tapa los oídos cuando oye hablar a esta niña. Sobre todo cuando, como en este caso, la niñita está enfadada.

Y todo porque el padre de la criatura quiere comprarle un ordenador de 60 megas, pero ésta, presa de un odio infundado que me da miedo (porque no olviden que sigo en la misma habitación, aunque sin oír la película) sólo le grita que si tan convencido está con ese ordenador que lo compre, pero que ella ha visto por igual precio otro que tiene 80 megas (no, no me he confundido, es lo que ella dijo porque “me han informado los de PC CITY”).

El final de la discusión (encima que te van a comprar un portátil ¿vas tú y te cabreas? Incomprensible para una mente inocente, y pobre, como la mía) y de mis 30 minutos de sociabilidad, llega con la siguiente frase:

(ADVERTENCIA: Lo que van a leer a partir de ahora son palabras textuales y antes de continuar les informamos que pueden herir la sensibilidad.)

“Bueno, papá, pues si te has empeñado con ese puto ordenador, cómpratemele y a tomar por culo”

¿Cómpratemele? ¿Cómpratemele? ¿Cómpratemele? ¿CÓMPRATEMELE!!!!!!?¿Qué narices significa esa palabra? Si casi no he podido ni escribirla!!!!!!

El caso es que cuelga totalmente enfadada, yo me he perdido treinta minutos de película, pero he terminado de cenar. Así que, me levanto, recojo mi plato y me voy a mi habitación.

Creo que mañana habrá más oportunidades de socializarme, pero por hoy ha sido suficiente. Y con esta energúmena que no conoce lo que es el respeto a las películas de los demás, he terminado.

Y encima, cuando llego a la siempre agradable soledad de mi cuarto, hay un mosquito que no para de pasarme en estereo por las orejas (ahora la izquierda y ahora la derecha).

Lo que también me fastidia es que si ella se compra un portátil... YO ME QUEDARÉ SIN INTERNET GRATIS!!!!!

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: He mirado en un diccionario de Laura y “cómpratemele” no sale. ¿Alguien podría decirme qué significa?