30 mayo 2006

"Esta casa es una ruina" (1ª parte?)

TRAGAHUMOS: (iba a poner la definición de RAE, pero NO ESTÁ EN EL DICCIONARIO!!!)
(que luego el friki que juega en los ascensores soy yo, pero mira que memorizarse un diccionario entero...)
En fin, todo el mundo sabe lo que es un tragahumos: esa cosa que está encima del fuego de la cocina y que sirve para lo que su nombre indica: tragar humos cuando te fríes algo.

Bien, esto sería lo normal, pero, hablamos de MI casa (VUELVEEE) y mi casa es de todo, menos normal...

Lunes por la noche, me voy a preparar la cena: pescado frito (que no sé por qué antes de matarlo es "pez" y después su alma pasa a ser "pescado", porque ¿lo han pescado en el mar?, no tiene sentido, al cerdo cuando te lo comes no lo llamas "cazado"... aunque tampoco cazas un cerdo, ¿o sí?)

Bueno, que me preparo mi pez pescado y lo pongo en la sartén. Y enciendo el extractor de humos, antes incluso de re-asesinar a mi pez.
A los tres segundos, la cocina ya no se ve, una espesa niebla llena todo el espacio.

Lo malo es que no puedo respirar y no le puedo dar la vuelta para que no se queme mi pez-pescado. Abro la puerta de la cocina, pero la puerta del salón también está abierta, por lo que mis compañeras de piso empiezan a toser medio intoxicadas y me cierran la puerta en las narices.

Lo peor: que la cocina está llena de humo, pero mi pescado sigue sin hacerse!!!! Abro la puerta de la calle, para que el humo vaya hacia el rellano, y así de paso, si sube o baja algún vecino, lo conocemos y hacemos amistad vecinal... (Hombre, ¿qué tal?, ¿Haciendo la cena? No, aquí asando a mis compañeras por hacer ruido mientras veo "House". Venga, pues nada, que sé de bien... Y buen provecho. Gracias)

Media hora más tarde...

La cocina sigue llena de humo, mi pez pescado sigue en la sartén y está a punto de darse la vuelta él solito y el rellano parece Londres en invierno!!!!!!!!
¿Y qué hace mientras el tragahumos? ¿Acaso está tragando algo? NOOOOOO, yo creo que lo que está haciendo es escupir más humo...

Una hora más tarde...
Me he comido, por fin, mi pececito.
La cocina... sigue en tinieblas.

QUIERO UNA COCINA COMO ESTA...

Nos leemos en el siguiente, (si mis pulmones intoxicados por el humo que no traga el tragahumos me lo permite...)

Elliot.

PS: ¿Qué clase de RAE es este en el que no existe ni "tragahumos", ni "campana extractora", ni "mepansa"? ¿Cómo quiere RAE que hablemos? ¿Es que utilizamos palabras inexistentes? Pues que sepas, RAE, que aún así, nos entendemos, JAJAJAJAJAJA

29 mayo 2006

Busco piso

Hola a todos los que me lean (obviamente, si no me leen de esto no se enteran, ejem, sigamos)

Estoy buscando piso en la capital, me he hartado de este pueblo y quiero salir como sea. Bueno, mejor en autobús o tren que de una patada en el culo.

No me importa (mucho) dónde, lo que más me importa es el importe...

Y busco piso o una habitación lo suficientemente amplia como para albergar a:
Mi, claro.
Mi hermano (que se acopla porque dice que ya es mayor, jaja)
El amigo de mi hermano, un tigre llamado Hobbes.
Un oso llamado Patito.
Y... creo que nadie más...
Ah, sí, ups, Laura, jeje, otra con la que buen rollo, ¿vale? Sí, que hoy hago yo la cena... (algún día me voy a ganar una paliza, y con toda la razón)



Me tengo que ir, que Laura tiene que estudiar.
JAJAJAJAJAJAJA (risa irónica)

(hoy me la gano, seguro)

Nos leemos en el siguiente (si Laura me deja, claro),

Elliot.

No me mates, MJ.

Y para que me conozcan un poquito más, les presento a una de mis compañeras de piso...

Como siempre, sale haciendo el tonto, aunque en esta ocasión sale haciendo el CHILINDRÓN, jeje.


Nos leemos en el siguiente (si sigo vivo después de esto, buen rollo, ¿eh? MJ),

Elliot.

Momento surrealista 2

¿Alguna vez han dejado algo tan a la vista que no lo han visto?
A mi me pasó ayer por la mañana...

Espero un autobús, pero como me he comprado pasatiempos para estos ratos en los que tengo que esperar (tren, autobús, cola de reprografía, que mi compañera de piso salga del baño...) pues decido poner el billete a la vista y así deleitarme con los crucigramas...

Tan a la vista, tan a la vista...

Oigo que llega un autobús (mi sentido arácnido está que flipa, tanto cómic de Spiderman no puede ser bueno) y dejo los pasatiempos en la mochila. Alguno se me escapa.
Y empiezo a buscar el billete, pensando, tranquilo, está a la vista... PERO NO VEO NADA!
(las gafas de sol no influyen en esto)
Comienzo a buscar en la mochila, en los bolsillos del pantalón, en los bolsillos de la mochila, en los bolsillos de la señora de al lado, en el moneder (donde suponía que estaría), pero nada.
Nada de nada.

Hasta que me empiezo a desesperar un poquito, porque veo que la gente está subiendo al autobús y no quiero perderlo, y digo un apalabrota en voz muy bajita, muy bajita (más que yo y ya es decir, jeje) y es entonces cuando me doy cuenta... No puedo hablar bien porque:
TENGO EL BILLETE EN LA BOCA. (Y si me lo llego a comer?)




Moraleja: No dejen las cosas tan a la vista, ni tan al gusto...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: No sé por qué he titulado esta página así, como ya habrán podido comprobar TODOS mis mosmentos son surrealistas...

26 mayo 2006

"Homenaje a C." (Segunda parte)

POR TODAS LAS COSAS QUE FASTIDIAN!!!!!

16 de Diciembre de 2005
Lo mío con los teatros empieza a ser ya un problema. Por si no había tenido bastante con lo de TRICICLE (y repito, una pasada de obra, hacía mucho que no me reía tanto con cosas tan absurdas), voy a para hacerme el chulo, me compro una entrar para Mayúmaná, esos que hacen música con cubos de basura, pelotas o lijadoras.
En este espectáculo decido no pagar por un gran asiento, más que nada porque “Tricicle” me había dejado más seco…
Esta vez decido ir con muchísimo más tiempo que el día anterior, no vaya a ser que la conspiración no haya terminado. Y hete aquí, que tengo razón, la conspiración continúa…


Queda hora y media para que empiece la función y por muy mal que se den las cosas yo ya estoy llegando a la estación del cercanías. Pero enseguida empiezo a notar que algo va mal… no funcionan los torniquetes que conducen a la vía 1, que es la que tengo que coger. Otra vez amenaza la tensión.

Cuando llego al otro andén mi corazón nota un vuelco debido a la cantidad de gente que pulula por ahí, esperando. Si no fuera porque la otra vez lo pasé tan mal, me reiría, total, qué más puede pasar???

Mientras pienso esto y esta vez sí que miro el reloj (queda una hora y cuarto), me relajo en un banco. Pero mi relax se ve cortado por una voz de megafonía que grita:
“Con motivo del atropello de un pasajero en la estación de Getafe Central, la vía 1 ha quedado inutilizada, siendo operativa únicamente la vía dos. La frecuencia de los trenes será de 20 minutos en cada dirección. Disculpen las molestias, gracias”.

Mi mente empieza a hacer cálculos: si tengo la suerte de que llega bien, dentro de 25 minutos estoy en Atocha, si tengo la menos suerte de que va mal, espero 20 minutos al tren y en otros 25 llego a Atocha y aún me quedaría media hora para llegar al teatro, pero si mi suerte se convierte en mala, espero 20 minutos, llega el tren que va hacia Parla y tengo que esperar otros 20 para que llegue mi tren, más, los 25 minutos del trayecto… (3 y me llevo una que con la de antes son cinco:20+20+25…) una hora y cinco minutos, YA ESTÁ, YA LLEGO TARDE OTRA VEZ… qué impotencia, por favor, estoy a punto de llorar.

Pero parece que si alguien rige este mundo (que baje aquí y me explique lo de ayer, a ver si tiene huevos) se ha divertido suficiente conmigo y hoy me va a dejar en paz. Por la cuenta que le trae al muy… cobarde.
Durante un momento de tensión el letrero anuncia que llega el tren que se dirige a Parla, pero dura un instante y enseguida lo corrigen: a Atocha.
Me tiene miedo, me tiene miedo, me tiene miedo…

Subo al tren, no sin antes escuchar el comentario cruel pero cierto de alguien que esperaba que el primer letrero estuviera bien:
- “Llevo media hora esperando, pues si se ha muerto alguien, que lo saquen de la vía y punto, que no creo que cueste tanto, el tío está muerto y no se va a mover”

Si no fuera tan buena persona me hubiera reído y más sabiendo que YO voy en el tren y el que se queja SIGUE ESPERANDO, jajajaja.

A Atocha llegamos sin más contratiempos, menos mal…
Y quedando aún treinta minutos llegaré tranquilamente al teatro…
Enseguida paso la tienda que me da miedo (ya les contaré en otra ocasión) y subo por la calle del congreso, voy contento, llego a tiempo y además voy a conocer otro teatro de esta ciudad. La sonrisa está perenne en mi boca desde ayer, jeje, la vida es hermosa.
A lo lejos, pero no tanto diviso la puerta del sol y como ya empiezo a conocer las calles de la periferia, decido acortar callejeando por la parte de atrás de la plaza…

De pronto veo una cola de gente esperando junto a una puerta. “va a ser eso”, pienso y me dirijo con mi mochila al hombro y mi sonrisa en la cara.
Llego al final de la cola y espero, aun quedan diez minutos y yo saco mi entrada.
En eso que me fijo en la gente que está delante de mi y observo que sus ropas son elegantes, me miro y veo que mis vaqueros están rotos y mis zapatos están marrones, cuando su color original es blanco (sucio, pero blanco). Sonrío.
Pero el mosqueo comienza cuando no reconozco el cartel de la obra que vamos a ver. Me acerco a la puerta del teatro y… Y claro, ¿cómo la voy a reconocer si me he confundido de cola y aquí se van a tragar una ópera? Me doy cuenta del terrible error, miro el reloj confundido y avergonzado para mis adentros me salgo de la fila. Miro hacia los edificios y descubro que me he perdido. Me avergüenzo más y mi sonrisa deja de estar en mi cara. Son las ocho en punto. Otra vez. No llego y esto comienza a ser una maldición.
Voy al final de la calle y me encuentro de bruces con la puerta del sol, ¿pero esto no estaba dos calles más abajo?
ME HE PERDIDO EN UN METRO CUADRADO!!!!!!!

Joder, joder, joder. Y me da igual que me llamen malhablado, esto es ya para cabrearse tanto con uno mismo que merecería que no me volviera a hablar en la vida.
Subo la calle que conocía y veo al fondo el teatro, esta vez sí, con el cartel de Mayúmaná. Aún hay mucha gente en la fila (a no ser que estén para la hora siguiente o para otra obra o simplemente esperando el bus, que visto lo visto, todo es posible)
Son las ocho y cinco cuando pregunto a un señor si está para entrar al espectáculo. Me responde que sí, pero me cercioro de qué espectáculo y así se lo hago saber. “Pero, va a ver usted mayúmaná, ¿no?” Me mira con cara rara y me gira la cara. ¿Será un sí?

Por lo menos el cartel es el correcto, así que vamos a esperar. No llegamos excesivamente tarde, todavía hay gente por aquí…

Tras unos segundos de tensión: SI, HE ACERTADO, ESTOY EN EL LUGAR CORRECTO EN EL MOMENTO…QUE HE PODIDO, JAJA.

(Dos horas después)

La sonrisa a mi boca ha vuelto, he estado todo el espectáculo con cara de bobo porque me ha gustado mucho, además lo he visto bastante bien, había un palco vacío y me he metido en ese después de estar un ratito medio columpiado en una silla-taburete detrás de una pareja muy simpática…
En fin, que me he sentido como un niño con zapatos nuevos (absurdo refrán pues seguro que hay cosas mucho más interesantes que unos zapatos para un niño, pero…) y después he salido como en una nube del teatro. Sólo me faltaba ponerme a bailar como Billy Elliot (mi primo), pero hacía mucho frío y no era cuestión de dar tanto el cante (o el baile).
Me he dirigido de nuevo a la estación, no sin antes dejar de pasar por una tienda a comprar uno de mis pocos vicios (confesables): maíz!!!!!!

Y caminando, caminando, comiendo, comiendo, hete aquí que de vuelta estaba en Atocha.
Faltaba un rato para que saliera el tren, pero como ya he aprendido, he comprado enseguida el billete y he bajado al andén. Mientras lo hacía despacio, despacio pues las escaleras mecánicas estaban estropeadas (qué novedad) he visto cómo el tren parecía sacado de una película de terror: estaba completamente a oscuras y la gente no sabía si subir o quedarse en el andén…

Y así hemos estado, dudando si subir o no hasta que ha pitado y se han empezado a cerrar las puertas, todo el mundo protestando: EH! QUE ESTAMOS AQUÍ!!!!! Y han vuelto a abrir, si no hay nada como protestar… (y si no miren el PP)

Pero a todo esto las luces seguían sin encenderse, así que me he subido en el que he denominado “el tren fantasma” y teniendo en cuenta que vamos al poblado donde vivo… Todavía saldrán zombies y todo…
Pero antes hemos parado en V. Bajo y V. Alto y ahí ha sido cuando la gente pensaba que estaba en la casa del terror de las ferias y no en el tren que los llevaba a casa (teléfono)…
Las luces se han encendido de repente, pero se han vuelto a apagar, como un rayo. Y la gente ha gritado y a mi el compañero de asiento me ha pegado un susto de muerte, porque yo pensaba que estaba dormido y el tío ha pegado un bote que casi se me sale el corazón… o le pego un guantazo, por el susto, hombre.

Y después del truco con las luces, el tren se ha parado en seco. Y hala! Todos contra el que teníamos enfrente. Creo que algunos han aprovechado más de la cuenta, pero lo dejaremos estar… y a la vez que se paraba se han abierto las puertas. Ya digo: Fantasma, fantasma…
Pero si estuviéramos en primavera estaría genial, pero en pleno diciembre, pues no hace mucha gracia. Y yo dale que te dale al botón de cerrar las puertas y el tren que me decía: Pues va a ser que no!

Total, que ha sido como entrar en una feria, pero sin algodón de azúcar y con mucho frío...
Así hemos estado un rato parados…(rato, rato, rato, rato)
Hasta que de nuevo se ha puesto en marcha y, sin las luces, of course, he llegado a mi destino. Y NO me ha pasado nada más, que con lo que soy yo, ya es raro.

Si es que no lo hago a propósito pero, como dice La Lupe, “lo mío es puro teatro”.


Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

"Homenaje a C." (Primera parte)

Como podéis comprobar a la derecha, me he cortado el pelo, estaba un poco harto del pelo largo y he decidido cambiar de look, ahora que llega el buen tiempo...

Y después de ver una película que me ha dejado bastante KO, no tengo muchas ganas de contar nada en el diario, tamcpo me ha pasado nada destacable, así que...

Voy a aprovechar para rendirle mi pequeño homenaje a mi amiga Cristina, la que me da vida cada vez que me toca (y hasta aquí podemos leer).
Vayan para ella estas dos páginas de diario que ya son antiguas (en realidad no tanto, pero para mi ha pasado como una eternidad, ¿me estaré haciendo viejo?), pero que no había pasado al ciberdiario.

CRISTINA, DISFRÚTALAS, SON PARA TI...

"Si es que no se me puede dejar salir de casa.
Son las siete de la tarde de un jueves, el profesor tiene que coger un avión y nos comunica que no va a seguir dando clase porque si no, no llega a tiempo. Genial, tengo tiempo de sobra para saludar a un amigo y marcharme, tranquilamente a Madrid a ver el espectáculo de Tricicle: SIT. (trabaja 13 horas en un rodaje y te lo podrás permitir)
La visita al amigo se alarga con la llegada de otro amigo y con sorpresa incluida (una de mis pelis favoritas, gracias Bazaltar)
A las 19: 44 salgo corriendo al tren, llego, con tranquilidad. De pronto veo a mucha gente esperando en el andén, ¿qué ocurrirá?
Oigo que un poli le dice a una señora: AVERÍA. Perfecto. Mira que salía con tiempo, ¿eh?
Opto por la segunda vía: el autobús, pero mientras voy corriendo a la parada (corriendo, y es que hoy he perdido kilos y me he vuelto a poner en forma) observo la cantidad de coches que pitan y colapsan la salida de mi poblado. Malas vibraciones…
Veo llegar un bus, vuelo y freno en seco (ríanse del bip, bip del Correcaminos), es el 428. Mierda, o merde, que parece más fino. Llega otro bus, otra merde (que uno está bien educado) el 488.
Me decido, hay muchos coches, así que parto más veloz todavía hacia, de nuevo, la estación de tren. Voy mirando si aún hay mucha gente pero para mi agradable sorpresa ya no queda nadie. O se han suicidado en la espera o ha llegado el tren.
Me da miedo mirar el reloj y me entran unos sudores fríos cuando veo en el cartel luminoso que el tren para Atocha llegará en cinco minutos, empiezo a hacer cuentas y creo que no llego, pero ni de Blas, a la función. Comienzo a tener unos pequeños temblores cuando recuerdo, fotograma a fotograma cómo le fui dejando los billetes a la taquillera cuando me dio la entrada. No puede ser: TENGO QUE LLEGAR!!!!!!!!!!!! Y lo que es peor, A TIEMPO, pues todos sabemos que no se puede pasar si la representación ha empezado.
Como suele ocurrir en esta estación de cercanías tan curiosa, resulta que de cuatro minutos que marca el cartel pasamos a uno, parece que todo va a ir mejor a partir de ahora (qué iluso)
Monto en el tren, con las manos agarrándome la manga del chaquetón para no mirar el reloj, pero en todos los vagones hay un cartelito que te va indicando la temperatura, la próxima parada y, maldita sea, la hora: 20:13 y AÚN POR VILLAVERDE ALTO.
Paramos, no sube ni baja nadie, pero el tren sigue parado, y a mi se me empieza a cerrar el ojo incontrolablemente. Un tic, nervioso? No, frenético.
En un acto medio nervioso, medio esquizofrénico, comienzo a cerrar las puertas del tren, me paseo por todos los vagones para ver si de una vez arrancamos.
A las 20: 15 lo hace y parece que después me hace caso y, por miedo a terminar mal, en la siguiente parada, casi no descansa. Bien, muchacho, bien, sabes lo que te conviene…
Y de repente, enfrente del hipercor de Méndez Álvaro: se para. Y mi corazón empieza a bombear de tal manera que el compañero de asiento me mira con cara de miedo………Tengo las mandíbulas tan apretadas que creo que se me van a salir los dientes.
Por megafonía escucho: próxima parada: atocha, y el tren comienza a moverse. Por fín. A esto la hora sigue inexorable su camino hacia mi destrucción, o si no destrucción física, si un momento de mala ostia que no puedo con ella: 20: 23. En siete minutos empieza la obra, aún tengo que llegar a atocha, salir de allí, ir hasta la calle del Congreso, llegar a Sol, subir por la calle de la FNAC, alcanzar el cartel de Swcheppes y bajar la Gran Vía hasta, por fin, entrar a ver SIT. Pero recuerden: yo todavía no he bajado del tren!!!!!!!!

Me levanto, como si ese movimiento fuera a trasladarse al tren y éste se moviera. Lógicamente, esto no ocurre en la vida real, despierten. Alma de cántaros…

Pensando en todo el camino que he de hacer en menos de siete minutos no me doy cuenta de que el tren se ha dignado moverse, despacio, despacio, despacio, como alargando mi tormento con gran parsimonia y crueldad.
Llegamos a atocha sin hacer ruido, casi sin notar el freno, pues creo que hubiera ido más rápido andando. Salto del vagón y me zambullo en la multitud con una mala educaciñón, que si me hubiera visto mi mamá no me hubiera reconocido. Pero la ocasión no permitía ir de buenas maneras intentando no empujar a la gente que se empeñaba irremediablemente en ponerse en mi trayectoria. Fue en ese momento cuando empecé a pensar que todo era un juego, todo estaba coordinado para que yo no llegara al teatro. No me había pasado nunca pero la gente se ponía delante de mí con maletas, perros y demás obstáculos como a Truman se le ponían los coches delante para que no se fuera de su ciudad.
No se crean que esto de la conspiración lo digo por decir, cuando salí no de Cuba, sino, por fin, de la estación, voy a pasar por el Ministerio de agricultura (creo) veo ante mi, cómo un grupo de personas bastante amplio se está concentrando en la puerta, pero no son personas normales, no, son jóvenes con pasamontañas (hace frío, pero no tanto) y detrás de ellos una masa ingente de Power Rangers; es decir, policías militares con escudos de plástico más grandes que yo que se encargan de cachear a la gente. Mi carrera ha parado en seco, sólo falta que me confundan con un terrorista y me detengan (que alguna vez, ejem, ejem…)
Paso despacito y con la cabeza metida en el abrigo para hacerme invisible (juegos de niños que quedan en la memoria y que no se van de mayores) y paso tranquilamente y de puntillas por todo el rebaño de polis. Al girar la esquina: a correr de nuevo. No veo ni el macdonalds, ni el vips, ni el hotel, ni el congreso, ni sol, ni la fnac, ni la gran vía; sólo veo las lucecitas del teatro que me parpadean insistentes: tienes que llegar, pero igual no te dejan pasar; tienes que llegar, pero igual no te dejan pasar…
De reojo miro el reloj de sol (la plaza, no el mecanismo, pues estamos de noche) y descubro que son menos veinte. Ya está, se acabó, no lo he conseguido. Pero como yo soy del norte, y mis piernas ya no pueden parar de correr, sigo por la calle sorteando a las miles de personas que salen y entran de las tiendas en busca del regalo más apropiado para esta navidad. No sabrán de sobra que no van a acertar y que esos supuestos amigos que reciban el regalo, lo devolverán en cuanto puedan para comprarlo más barato en rebajas? Consumismo indiscriminado, cómo nos engañas…
Veo al fondo de mi mente el teatro y esas bombillitas que me incitan siempre que paso a coger una piedra e intentar apagarlas todas, como las velas de una tarta. Como ven, los esfuerzos que me supuso hacer el camino Atocha-Gran Vía en siete minutos ha dejado en mi la más baja de las satisfacciones humanas: la destrucción.
Llego a la puerta del teatro y, oh! , un cartel me anuncia que la función ha empezado y que no se podrá acceder a la sala. Me siento en el suelo del hall y siento que unas lágrimas furtivas empiezan a asomar en mis ojos, mis pulmones se resienten todavía de la carrera y mi bolsillo todavía más del desembolso inútil.
Pero, doble oh! (oh!, oh!), mi cara debe transmitir tanta pena que el acomodador se ha apiadado de mi y me abre la puerta, me echa una pequeña bronca de que al teatro se llega puntual y esas cosas que ya sé pero fastidia tanto que te las recuerden, y me acompaña al interior de la sala donde para mi sorpresa (triple oh!) TODAVÍA NO HA EMPEZADO LA FUNCIÓN!!!!!!!!
En ese momento se apagan las luces y con mis pulmones todavía en Atocha, se abre el telón.


PS: La función es maravillosa, me lo he pasado en grande, quizá fruto en un porcentaje bastante elevado de que me ha costado sangre, sudor y (casi) lágrimas, llegar a verla. Y ME HAN DADO UNA SILLA DE RECUERDO!!!!!"


Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

Hermanos


Como ya nos vamos conociendo un poquito, voy a contarles un secreto:
Tengo un hermano pequeño y les voy a poner una foto para que lo conozcan.
Si le conocieran en persona, seguro que les caería muy bien.







Aquí aparece con su amigo Hobbes. (mi hermano es el de la izquierda abajo, jeje)

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.


El ascensor maldito

Qué bien se está en El Corte Inglés: aire acondicionado, un montón de cosas para ver (que no robar, ¿vale Chunari?) y poca gente... Genial.

Necesito comprarme algo de comer, así que como no encuentro las escaleras de bajada al supermercado (todas las que encuentro son sólo de subida) decido ir a los ascensores.

Llego y voy a pulsar el botón, pero éste (el botón) no hace nada, ni se ilumina ni nada.
Llega gente y para disimular por si llamar al ascensor se hace de otra manera que no sea tocando el botón y no me he enterado, me quedo mirando el cartel de las plantas con cara de decidir dónde voy.

Para mi desgracia, las personas se marchan SIN llamar al ascensor. Estoy por gritarle (al ascensor) para que venga en plan Ven-Censor...
De pronto, suena un Ting (como de ascensor que llega a una planta) y se abren las puertas de uno de ellos (de los ascensores). Sale una mujer y yo entro después...

Se cierran enseguida las puertas y aquello no se mueve, le voy a dar a la planta sótano, PERO NO HAY BOTÓN DE PLANTA SÓTANO. Así que trato de tranquilizarme y buscar el botón de abrir las puertas. PERO TAMPOCO HAY BOTÓN DE ABRIR LAS PUERTAS.

Empiezo a sospechar que no me he metido en un ascensor sino en un armario, cuando siento que mis tripitas se mueven. Obviamente, me muevo todo yo, así que espero a que el ascensor-armario se pare en algún sitio.
Se para, PERO LAS PUERTAS NO SE ABREN y yo me empiezo a sentir un poco mal...

Si por algo antes no he querido coger los ascensores del Ministerio de Cultura...

Pulso un botón al azar, el tres (BINGO!!!), y (des) espero...
El ascensor, o armario o lo que diablos sea esta cosa, se vuelve a mover...
¿Y si salgo en un Corte inglés de otro planeta? ¿O en el de otra época?

Tras tres segundos de paranoia ascensoril, el movimiento se para y vuelvo a (des) esperar...
¿Se abrirán las puertas? ¿Habrá desaparecido la humanidad? ¿Estaré en el espacio?

Pues no (lógico, qué esperaban). Las puertas (por fin) se abren y me encuentro de bruces con una dependienta del establecimiento que me mira de arriba a abajo (soy bajito por lo que acaba pronto) y acaba mirándome a los ojos con una cara de mala leche (la desnatada) que me fulmina.

-¿Qué hacías en el ascensor?
...
- Esto no es para jugar, ¿entiendes?
...
- Anda, vete antes de que me cabree.
... Me voy, me voy...

Encima que casi me secuestran...
No vuelvo a pisar un Corte Inglés.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

NUESTRO DÍA!!!!!!

DÍA DEL ORGULLO FRIKY!!!!!

FELICIDADES A TODOS LOS QUE ME LEEN!!!!!

Y para demostrar que ayer fue el día de los frikys...

Me voy a la capital, tengo que coger una información en el Ministerio de Cultura para hacer un trabajo de estos que no sirven para nada, pero que quitan un montón de tiempo...
Llego y pregunto en información. Respuesta:
- Pues... No sé (pues si tu no lo sabes, bonito) Espera... Pregunta en... Sí, allí enfrente donde pone INFORMACIÓN.
¿¿¿¿¿¿Pero donde estoy preguntando no es "información"???????
(1 friky)

En fin, seguimos adelante y nos convertimos durante un ratito en Astérix en la película de "Las doce pruebas": subir, bajar, preguntar, pero, consigo llegar a mi destino.
Me atiende una chica muy amable que me llena de papeles e impresos que me pueden venir muy bien para mi trabajo... (si sirviera para algo) Y en mitad de la conversación me dice: "Mmmm, Qué bien hueles"
(2 frikys)

Así que ahí estoy, con cuarenta grados a la sombra, una bolsa llena de papeles y con ganas de salir de ahí. Pero antes, me recomiendan que vaya a hablar con un tipo por si él me puede ofrecer más información.
Subo andando de nuevo tres pisos, porque no me fio de los ascensores oficiales, y me adentro en una especie de laberinto de pasillos donde las puertas parecen de armarios empotrados.
Por fin llego a mi destino, una oficina muy parecida a la de la película "El apartamento" y me dirijo al señor En Cuestión
Su primera pregunta (sin levantar los ojos de sus papeles):
- ¿Es usted (Uau!!Me trata de usted, calro, no me ha visto) de alguna productora?
Mi respuesta:
- ¿Tengo cara de ser de una productora? ¿Estaría haciendo esta mierda de trabajo si fuera de una productora? ¿Tiene trabajo para mi aquí?
Mi respuesta con la boca abierta:
- No.
Sus siguientes palabras:
- Pues entonces no te puedo ayudar.
Y se gira hacia el ordenador. Punto y final de la conversación. Pues menos mal que me iba a dar más información...
(3 frikys)

Salgo a la calle, hace mucho calor, me estoy derritiendo. Necesito un poco de aire frío.
Me voy a El Corte Inglés, jeje.

FELIZ DÍA A TODOS.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

23 mayo 2006

Cosas que fastidian 2

(Historia de Gran Hermano Universitario 2004-2005)

Un duro día de trabajo (jeje), me estoy muriendo de hambre y son ya las tres (la puntualidad es inglesa y no francesa, ¿verdad, Imbert?).
Mientras miro cómo mis pies avanzan ellos solos por la calle hasta mi casa (ET? Has vuelto?)
voy pensando (con mi única neurona que ha devorado a las demás) en la comid
a que me voy a preparar. Tengo una lata de espárragos buenos, buenos (lo sé porque eso pone en la caja) y a pesar de no tener horno (es Getafe y un piso de estudiantes, qué se puede pedir) voy a preparame los mejores espárragos con salsa de queso que se han hecho nunca.


Tiembla Arguiñano, llega ¡A cocinar con Elliot, el cooking! ------->



Llego a casa, dejo la mochila, me pongo ropa cómoda y me lavo las manos. Todo muy lentamente para que el momento de ponerme a cocinar sea más placentero si cabe. Bueno, hasta que mis tripas empiezan a quejarse tanto que creo que se están devorando entre ellas...

("-Papi, su tripita le hace ruidos"
-Claro, Ralph, es que el cuerpo se está comiendo a sí mismo"
Gracias, Germán)
Llego a la cocina, saco los ingredientes para la salsa de queso y la voy preparando...
Qué delicia, ya estoy saboreando los espárragos calentados al microondas, ya huelo a queso!!!!!
Dejo apartado el bol con la salsa y saco del armario la lata de espárragos.
Rompo el cartón, y voy sacando la lata lentamente, lentamente, lentamente...
Hay que saborear el momento, que me ha costado un rato preparar la salsa...
Hasta que está fuera del todo (ni que esto fuera un parto) y me quedo mirando la lata.
Hay algo raro y no sé qué es... Le doy vueltas, la observo detenidamente y por fín caigo:
No lleva abrefácil!!!
Y EN ESTE PISO DE MIERDA NO HAY ABRIDOR!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Y ahí me quedo, mirando con cara de odio, con la salsa preparada, mi estómago llamándome a gritos y los estúpidos espárragos DENTRO de una lata que NO PUEDO ABRIR.
El destino se vuelve a reír de mi en mi propia cara. (Quizá debería llamar a esta sección: "El destino se parte de risa conmigo". ¿Alguien sabe si podría demandarlo?)
En fin, nos leemos en el siguiente,
Elliot.
PS: Ya hay un abridor en el piso.

Happy Birthday mañanero

Desde aquí un pequeño homenaje a mi amiga Laura, que cumplió años el pasado sábado día 20.

Y sobre todo, lavar mi culpa al confesar que le montamos una fiesta de cumpleaños demasiado pronto, jeje.

Empezó el día anterior, después de ver la lacrimógena peli "Finding Neverlands" cuando no le dijimos nada acerca de su cumpleaños a pesar de que lo estábamos deseando cuando vimos que en el reloj del salón daban las doce, pobre.
Y cuando ella se fue a acostar empezaron los preparativos: globos gays que salían de los armarios, manualidades, carteles y preparación del secuestro de Laura por si se levantaba antes que nosotros... Un poco crueles sí que fuimos, ¿eh?

Total, que por la mañana no sé cómo Laura aguantó sin ir al servicio o a cualquier otro sitio hasta que nosotros nos levantamos. Pero salió bien porque cuando ella intentó abrir la puerta ya teníamos todo preparado. Bueno, en nuestra defensa diré que le pasamos un papel por debajo de la puerta (por debajo de nuestras puertas cabe hasta un televisor) diciendo que si necesitaba salir que o bien aporreara la puerta de Mary (la sorda) o que diera un toque al móvil de alguno.
Aunque pensándolo bien y fríamente, creo que se podría haber muerto si tiene que esperar a que alguno de nosotros se enterara de algo por la noche.

Así que, a la vista de que no se levantaba, decidimos apresurar su "salida" de la habitación amenizándole los oídos con bonitas canciones de cumpleaños y cómo no, no podía faltar en este día tan especial para ella, la magnífica canción de la MTV: "!AMO A LAURA!Pero esperaré hasta el matrimonioooo...".


Total, que entre Pitufadas y marrilyneadas varias, Laura salió de la cama y se apresuró a abrir la puerta. Obviamente: NO PUDO PORQUE ESTABA ENCERRADA EN SU PROPIA HABITACIÓN. (Que si fuera una habitación grande y con vistas no estaría mal, pero...)

Así que, lo intentó y lo intentó, y ante la imposibilidad de que los cinturones de seguridad se cayeran de su sitio o Laura arrancara la puerta (porque luego tiene que venir los caseros que si no, las ganas que da eso...) Mary le abrió por fín.




Pero no esperaba Laura que toooodo (jeje) el salón estuviera lleno de globos (algunos de ellos tuneados), estuviera decorado con un cartel de "FeCiLidades" que iba de pared a pared (como si eso fuera tanto) y otros elementos plenamente cumpleañeros que incluía pistas para conseguir el regalo y una piñata. (Sí, si, como cuando teníamos 8 años, ¿qué pasa?)




Así que Laura se quedó gratamente sorprendida con la fiesta y le gustó muchísimo todo lo que vió. Incluso cuando le dijimos que tenía "algo" en el buzón, pero que tenía que ir a buscarlo tal y como iba: en pijama y zapatillas.
Creo que pensó "Un día es un día" y salió de la casa (NOMINADA!) en busca de su regalo. Eran las diez de la mañana y era posible encontrarse con algún vecino, fue una lástima cuando me dijo un rato después que no se encontró con nadie...

Y el regalo no podía ser mejor: un calendario con fotos de sus compañeras hechas por ellas mismas. GENIAL. (Me pido el CD con las "fotos falsas")

Momento piñata que nunca olvidará, ni yo tampoco porque aún me estoy comiendo sus chuches, y momento "vamos a hacer el canelo" con un antifaz (que no le entraba, jaja) y una toalla...
A la imaginación, viruelas, jeje.

En fin, un día que si para mí fue inolvidable (y aún quedaba la tarde-noche) no me quiero imaginar cómo fue para Laura.

Desde aquí muchísimas gracias a Mary, Lamary y Verona por hacérmelo pasar tan bien ese día que, a pesar de no ser el mío, fue genialmente estupendo.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

19 mayo 2006

Cosas que fastidian 1

Martes por la noche, estoy cansado y lo que me apetece es ver la tele (todos saben qué).
El capítulo me está gustando, pero mis compañeras de piso no paran de hablar.
Curiosamente sólo se callan en la publicidad...
En el siguiente intermedio parece que empiezan a callarse, el capítulo sigue y me gusta.
Conversación estupenda entre el prota y otro y de pronto a una de mis compañeras le da por recoger un poco el salón.
Papeles, periódicos y una bolsa que comienza a plegar despacito despacito.
Suspiro una vez, dos veces, tres veces y mi mirada asesina (vease capítulo del ranicidio y sabrán de lo que soy capaz) que la fulmina, pero no se entera.
Sigo intentando leerle los labios a los personajes de la serie y orientar mis oídos sólo a la televisión. Pero es algo imposible...
Miro de reojo cómo va a terminar de plegar la bolsa y suspiro una vez más, esta vez de alivio.

Acaba de plegar la bolsa.

Acaba el capítulo.

Suspiro.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

"La masa"



Desde mis pequeñas vacaciones no he vuelto a ir a mi tierra en autobús, gracias a la generosidad de un pariente de Laura que me da un asiento en su nuevo coche. Así que esta nueva página es un homenaje por todos esos viajes extraños y molestos que he tenido la paciencia (qué remedio) de soportar. Una historia pasada, de invierno, pero que va para todos aquellos sufridores de los autobuses de linea de gran recorrido.

13 de noviembre de 2005
De nuevo en las andadas de los viajes y de nuevo la poca consideración de la gente a dejarme respirar. Otro autobús con mucho calor humano y esta vez el personaje en cuestión no era una niñita (próximamente en sus mejores pantallas de ordenador), sino un señor hecho y derecho (aunque no mucho cuando se quedó dormido en el viaje)…

LA REBELIÓN DE LOS HOMBRES BALLENA!!!

Son las nueve de la noche, el autobús espera pacientemente a que los rezagados acudan con sus billetes a la entrada del vehículo. Yo dejo la maleta y subo, intento descubrir cuál es mi plaza (en ocasiones se convierte en una misión imposible, ríanse del amigo Tomás Crucero -Tom Cruise, para los del Home English-, pues no sabes nunca dónde está puesto el numerito: pegado a la ventana, en los asientos, en la estantería portaequipajes… un misterio) y cuando la encuentro deposito el abrigo arriba y la mochila en los pies. Mi asiento es el del pasillo, pero no me importa (porque llevo torta) porque está en tercera fila y ya he descubierto que la peli esta en el video. (y además el viaje es por la noche, por lo que el paisaje…)
Me acomodo y pongo los auriculares en el sistema de audio para cerciorarme de que funciona. Funciona. Y lo mejor aún estaba por llegar: cuando todos los pasajeros se acomodan descubro con inmensa alegría que voy a ir solo, es decir: LOS DOS ASIENTOS PARA MI!!!!!!!!!!!!!!!!(para los que nunca llegaron al Barrio Sésamo perdiéndose en el camino de la plaza de los Pokemon)
Bajo el abrigo por si hace frío en el camino y dejo la mochila en el asiento de al lado: música, película y visión nocturna del viaje. Y yo más feliz que un regaliz.
Bien, parece que este viaje no va a ser como el anterior… ejem. (próximamente en sus mejores pantallas de ordenador)
El autobusero arranca y salimos, por fin, de la lúgubre oscuridad claustrofóbica de la estación.

En eso que, cuando yo ya voy cantando la primera canción de Kiss FM, me toca un señor en el hombro y me señala el asiento que tengo libre. Con mis pocas neuronas en funcionamiento creo entender que quiere sentarse en ese sitio. Mi cara cambia de la felicidad más absoluta a esa que se te pone cuando te acuerdas de que te has dejado el paraguas en casa y estás calado hasta los calcetines.
En fin, mi gozo en un pozo, pero me siento en la ventanilla (bueno, en el asiento de la ventanilla, porque sentarme de lado en el cristal no es lo mío). Pero lo peor es cuando descubro que el tipo no es un tipo cualquiera, no:



ES UN HOMBRE BALLENAAAAAA.



(vean la foto, por favor!)




El tipo más grande (en todos los sentidos) que he visto de cerca en mi vida. Les comento que un solo dedo suyo era como toda mi mano. Y claro, las butacas del autobús son tipo estandar, el tipo es king size por lo que ocupa su asiento y LA MITAD DEL MÍO. Mi cara ha cambiado de nuevo y como un Pokémon evoluciona hacia la incredulidad más absoluta.
Son las nueve y diez…
Les omitiré detalles desagradables, pues es horario de protección al menor y no quiero que me acusen de nada.
Sólo les diré que estuvo durmiéndose todo el rato y en las curvas se caía, literalmente, hacia mí. ¿Nunca han tenido la sensación de que el mundo se les cae encima? Pues si no la han tenido, les puedo asegurar que es hartamente desagradable. Y yo no podía luchar contra tamaña masa corporal. Jobar, me parece que Hulk era su hermano pequeño.
Y ahí me ven, intentando no quedar atrapado entre el cristal y “la masa” durante cuatro horas de un intensísimo viaje.
Mis intentos por que se quedara en “su” asiento fueron totalmente inútiles, y eso que había sacado un bolígrafo de la cartera y cada vez que se dormía hacia mí, le pinchaba para que se despertara o cambiara la posición. Pero, ni por esas.
En la parada técnica que hizo el autobús pude salir a respirar aire puro, pues entre la calefacción y el hombre-ballena, les prometo que mi capacidad pulmonar había quedado seriamente dañada. Y tenía más calor que en las clases de los miércoles. (recuérdenme que hable alguna vez de esto) Corrí presuroso a mi asiento antes que mi Moby Dick particular para poner un poco de aire de por medio, bajando el apoyabrazos que separa dos asientos. Qué iluso fui. No preví que su masa corporal era altamente superior a cualquier barrera arquitectónica o moral… Y quedé relegado a un cuarto de asiento de nuevo en el trayecto final.
Bueno, lo mejor de todo (porque yo siempre intento ver el vaso medio lleno que para eso uno es del norte) fue que hice un amigo en el camino. Cuando me disponía a subir al autobús tras la parada correspondiente, vi cómo se acercaba una especie de gato hacia mí. Sin gafas yo soy como Rompetechos y más cuando es de noche como era el caso, y no se me ocurrió otra cosa que incitarlo a venir más cerca para darle parte de mi galleta. El bicho se acercó y cuando estaba a menos de veinte centímetros de mi y ya le había dado de comer, un pasajero muy amable me comenta: “¡Anda, nunca había visto un zorro tan de cerca!”.
Mi cara vuelve a cambiar y me giré lentamente hacia el caballero (el gato-zorro seguía a escasos treinta centímetros de mi mano) y sólo pude sonreírle. “Sí, yo tampoco, jeje”.

Y mi cabeza: ¿Un zorro? Un zorro?? UN ZORRO!!???
(Nota menta: Las gafas...SIEMPRE!!!)

Al instante vino un señor gordo fumando (ya les digo que es toda una revolución esto de los hombres ballena) un puro y el gato-zorro se marchó corriendo. Lástima, quizá hubiera sido el principio de una gran amistad, aunque la próxima vez intentaré pedir credenciales antes de acercarme a hablar (o darle de comer) al primero que vea, es un decir, por la calle.
Y volví, cabizbajo, pero mirando de reojo hacia atrás por si mi amigo el gato-zorro volvía a despedirse, a mi madriguera putrefacta en que se había convertido mi lugar en el autobús.

Resignado y compungido soporté otras dos horas de viaje. Intentado concentrarme en la música, la película y el paisaje, todo a la vez, sí, porque sino, creo que me hubiera muerto del asco allí mismo. Y no es cuestión.

Nota mental: Agradecer al autobusero que repitiera por dos veces la maravillosa frase: “Y rogamos a los pasajeros que, por medidas de higiene y respeto hacia los demás, mantengan los pies dentro de sus zapatos”
No me quiero imaginar qué hubiera pasado conmigo si…


Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: Y para más INRI, la película me la sabía de memoria: “Prisioneros del cielo”, con ese gran actor que es uno de los hermanos Baldwin. Da igual que no les diga el nombre, la calidad se ha transmitido en los genes de esta estirpe en medidas equitativas. ( a nuestro pesar)

18 mayo 2006

"Tienes un email"

Internet, ese mundo maravilloso en ocasiones, ha sido esta vez protagonista de una de las mías. Y la cuestión es que aún estoy dudando…
Ayer por la mañana yo estuve con eso del Messenger, sí, estoy enviciado total (gracias, Gustavo, por tu solidaridad, jeje) cuando veo que se ha conectado Marta, una prima que tengo allá por Londres… Y me pongo a hablar con ella:
- Qué tal? Mucho sol? (yo como siempre, haciéndome al gracioso)
- (sin respuesta)
- ¿Y los essay (deberes que tiene en la facultad) ya se van haciendo solos? (yo sigo en mi línea…)
- (sin respuesta)
- Yo estudiando (mentira, estoy en el Messenger, ¿o es que no se ve?)
- Pues yo por aquí
- (claro, si estás hablando conmigo, ¿dónde vas a estar, en Hawaii?)
- Si, yo también (vaya día…)
- Nada, que seguramente le voy a chafar la noticia a Rubén, pero que le han cogido en la empresa en la que hizo la entrevista y quería compartirlo con alguien…
- Anda, pues le voy a poner un mensaje YA
- Sí, bueno, en fin, que estudies mucho y ya nos veremos…
- Si, ya nos veremos
Vaya conversación de besugos, pero por lo menos me he enterado que Rubén va a cambiar de trabajo. Qué bien, me alegro.
Y durante el resto del día no pasa absolutamente nada…
HASTA LAS NUEVE!!!!!!!!!!
Y en ese momento es cuando empiezo a pensar… ¿cómo mi prima, que está perdida en un pueblo de Londres, se ha enterado antes que yo de esta noticia? ¿Sabía que quería cambiar de trabajo? (cara pensativa, dedo en la barbilla a lo intelectual, mientras veo “La Banda de Mozart”, debilidades que tiene uno)
Así que empiezo a atar cabos: Marta-Londres-Rubén-cambio de trabajo:NOOOOO
Y caigo (en un profundo ataque de risa) cuando descubro que con quien he estado hablando no ha sido con mi prima de Londres, sino con la novia de Rubén, que casualmente también se llama Marta.


Uno, que no está muy ducho (ni trucho, ni dicha, ni ficha, ni ficho, ni me ducho) en esto de las nuevas tecnologías...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

"Regreso al futuro"

Para finalizar con mi viaje, les contaré una anécdota breve y muy absurda que me pasó en el autobús cuando volvía ya para mi poblado.

Me esperan por delante cinco horas de autobús, pero veo que en media hora sale uno que llegará casi hora y media antes. Son tres euros la diferencia, pero menos tiempo de viaje. Pago.

Salgo al andén y veo el autobús; en realidad es un superautobús, porque parece una nave espacial.
Subo y me encuentro que en vez de dos asientos a cada lado del pasillo en un lateral sólo hay uno. Increíble.
Y más todavía cuando despegamos, digo, salimos de la estación y no se ha sentado nadie a mi lado!.
Como siempre que subo a un autobús de línea miro si hay audio. Parece que en este también (superlujo de autobús), pero la suerte a veces no me acompaña (en la mayoría de los casos viajo solo, no tengo dinero para pagar dos billetes) y descubro que no funciona. OK.

Una hora de viaje y me estoy comiendo la bolsa de patatas (y digo la bolsa y no las patatas porque en una hora...). De pronto un pasajero se levanta y acude al sitio del conductor, parece que va a decirle algo, pero en vez de eso coge unos cascos (auriculares) que hay en un recipiente. No los paga y yo pienso (en cuatro horas se pueden hacer muchas cosas, incluso pensar un poco): "No los ha pagado, me ha costado tres euros más que el normal... ESTOY EN UN BUS DE LUJO"
Y uno es humilde y no ha subido nunca en estos vehículos.
Me levanto y acerco la mano hasta los cascos lentamente, como a hurtadillas. Repito: uno es humilde y no ha subido nunca en estos vehículos.
Pero nadie me dice nada, genial. ¿Y si me llevo también la butaca?

Pero la gracia empieza cuando me pongo los cascos para probar de nuevo el audio, por si caen las moscas en la breva, y a la par descubro que hay cinturón.
A Elliot no le gusta pasarlo mal en los viajes y ha visto muchos anuncios de la DGT (Departamento de Geranios Transgénicos) y no quiere tener un accidente. Así que me puse el cinturón, pero como tenía las manos ocupadas con los cascos, el cinturón se me resbala de las manos y se vuelve a enrollar.
Pero la Mala suerte, que esta sí me acompaña con mayor regularidad que su prima, la Buena, se presenta en el asiento de al lado. Los cascos se han introducido junto con el cinturón en la bobina en la que se enrolla.
Total, la clavija de los cascos está por un lado, pero el resto de los cascos está por otro...

Y me paso casi dos horas intentando sacar la clavija de donde está el cinturón. Herramientas: Un boli de propaganda y mucha paciencia. Pero he dicho casi dos horas, por lo que a los quince minutos la paciencia se había convertido en mala leche.
¿Se iban a reír de mi unos cascos que daban gratis y un cinturón? Eso no podía ser, el Amor propio se sentó a mi lado y juntos comenzamos a tirar del cable. Obviamente, pensé (sí, en cuatro horas de viaje se puede pensar dos veces...) cuando salga del autobús voy a coger otros cascos porque si no los saco (me dice Amor propio que SÍ LOS VOY A SACAR) me quedo sin ellos y aunque los sacara (Amor propio repite: que sí, pesado, que los vamos s sacar) iban a estar hechos polvo...
A las dos horas (tres de viaje) Amor propio y yo desisitimos. Más que nada porque me he quedado sin herramientas, es decir, sin boli de propaganda, la última vez que lo he intentado ha hecho Crack y se ha partido. (él solo)
Me cruzo de brazos y Amor propio desaparece. Y estoy sin cascos y sin cinturón, ahora es cuando Mala suerte reaparece y tengo el primer accidente de mi vida en autobús.
Ya sólo faltaba eso...

Pasa una media hora más (y sólo queda otra media para llegar) y abatido intento ponerme el cinturón. Ya me dan igual los cascos y todo lo que tenga que ver con ellos (los micrófonos, los altavoces internos, los caballos) y cuando acerco mi mano al cinturón, lo agarra (mi mano al cinturón) y tira de él, éste (el cinturón) se desliza suavemente hacia el otro lado. Increíble!
Y como regalo de cumpleaños la clavija de los cascos sale ella solita!!!!
Increíble!! 2ª parte (para que luego digan que segundas partes nunca fueron buenas)

Ahora es cuando digo: EL DESTINO SE RÍE DE MI EN MI PROPIA CARA.

Llegué, luché, vencí y me fui a mi casa a descansar pues la batalla me dejó agotado. Y es que he llegado a pensar que las meigas no están donde dicen, sino en Cáceres...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

17 mayo 2006

"Los tres mosqueteros"

¿Qué hacen un brasileño con nombre alemán, un francés, un alemán de verdad y un indefinido en una habitación?

DORMIR (o al menos, en mi caso, intentarlo)

Como les cuento, la segunda noche en el albergue fue absolutamente surrealista.
Pero antes, les contaré una anécdota de esa misma tarde, de cuando llegaron Amis, Portos y Dogos (sí, ya sé que no son los nombres literarios, pero me crié con la serie de los Mosqueperros, qué quieren, estoy acostumbrado a que cuatro perros hablen como si tal cosa)


Ahí estaba yo, viendo y no viendo cómo se cambiaban de ropa mis nuevos compañeros de habitación cuando decidí que lo más prudente sería marcharme con mi mochila a otra parte. Recojo mis pasatiempos, me pongo una manzana en la mochila, mis gafas de sol y me encamino hacia la puerta. Justo en ese momento me doy cuenta que falta uno de los mosqueteros y pienso si estará en la ducha (y no me extraña porque luego me contarían que habían caminado 40 kilómetros, y el raro luego soy yo). La respuesta a mi pregunta llega rápido, en el mismo momento en que aproximo mi mano al picaporte de la puerta, ésta (la puerta) se abre y deja paso a un tipo altísimo, muy rojo y que acaba de salir de la ducha. En realidad les confesaré que más parecía un tronco de álamo enorme y que yo sólo llegué a verle hasta la cintura.
Y a esa altura llega lo mejor, el tipo-árbol acababa de salir de la ducha y sólo llevaba puestos unos calzoncillos (que debían de ser tipo alemán porque eran un poco raros) que le llegaban hasta el ombligo (y más allá). Impagable...


Yo no sabía dónde meterme (¿en alguna de las mochilas?) y el tipo tampoco, así que me puse las gafas, hice como que no había visto nada (¿midiendo el tipo casi dos metros? jaja) y me marché, no sin antes escuchar de labios del tipo-árbol una palabra que sonó tipo "Perdona".
Me puse a reír en ese instante, pero luego recapacité y descubrí con miedo que seguramente me había dejado un trauma de por vida. Aún no me lo he podido quitar de la cabeza!!!!!

Me fui (huí, más bien) a pasar la tarde y cenar por ahí y como concidió que ese día había un encuentro de grupos boy-scouts satánicos de diferentes ciudades de España, pasé una agradable tarde-noche viendo cómo cantaban canciones de Disney (satánicas) y jugaban a juegos infantiles personas vestidas de explorador Joven castor de unos veintitantos años. Impagable...(2ª parte)

Pero se acabó la fiesta pronto, "hay que madrugar, jóvenes castores, mañana la excursión es ardua y hay que cantarle a la naturaleza", así que me voy al albergue esperando no llegar demasiado tarde para no despertar a mis compañeros.

Cuando llegué pregunté en recepción si mis compañeros habían llegado ya. Me contestaron que sí, que hacía muy poco. Me alegré porque no me apetecía mucho tener que encender la luz y despertarles (en realidad, no sabía cómo estaban vestidos, si es que lo estaban y con un trauma al día tengo más que suficiente).
Justo entonces se iban tumbando en la cama, eso sí, desnudos salvo por esos calzoncillos absurdos que se subían casi hasta la garganta... (del tipo alemán, vamos)
Pero aún me dio tiempo a preguntarles cómo se llamaban, como sólo hablaba castellano uno, pues sólo obtuve un nombre y así conocí a uno de mis más extraños amigos: Ulrich.

Y ESO QUE ERA BRASILEÑO!!!!


PS: El resto de la noche pasó bien, sólo un par de ronquidos en francés y otro en alemán. Cuando desperté los tres mosqueteros ya habían desaparecido... Misterios sin resolver...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

12 mayo 2006

"Una casa de locos"

Ya era hora de que empezara a hablar del albergue en el que me alojé en la maravillosa ciudad de Cáceres...

Después de mi primer encuentro con los habitabtes del lugar, me topé con una conciudadana que regentaba el albergue por la mañana. Vaya, con las ganas que tenía de conocer al señor vidente que me colgaba para llamarme...
Esta era una mujercilla que tenía un aire bastante despistado, los ojos no los podía poner en una sola cosa a la vez y me hablaba mientras me escaneaba de arriba a abajo o comprobaba que mis manos estuvieran en un lugar visible, no fuera a ser que robara... eee, ¿un lápiz?
Como fuera, le dije que acababa de llegar y que quería dejar las cosas de la mochila para comenzar mi ruta turística y comer, claro, que traía un hambre atroz (que no arroz, que si no ya hubiera comido)

Me enseñó mi habitación y me comentó que la estaban limpiando porque a las tres tocaba limpieza (qué oportuno soy cuando quiero). Ah! Y también me avisó, por cuerta vez, que no esaba solo en la habitación, sino que me tocaba compartirla con una chica que había venido el día anterior. Tras repetirle, por cuarta vez, que ya lo sabía, que me lo habían comentado por teléfono (mi casa, ay, cuánto te echo de menos, amigo) y que ya sabía lo que era estar en un albergue, me llevó a la habitación.
Tampoco es muy importante que se la describa pues era una habitación, con cuatro camas: dos abajo y dos arriba, pero no en plan litera al uso, mejor distribuida y en plan IKEA, y una mes con cuatro sillas. Lo mejor, el balcón. ¿Las vistas? El metro de distancia que separaba el albergue del edificio de enfrente (un lugar de franciscanos satánicos)
En fin, me preguntó por cuántos días iba a estar y le dije que tres días, dos noches (deformación profesional de algo que estudié hace... buff, casi una eternidad). La mujer se quedó contenta y abandonó la habitación, no sin antes pasarme unas sábanas (creo...) y una toalla y advertirme que allí no hacían camas, que te la hacías tú o dormías donde te pareciera...
Me pareció estupendo y me intenté hacer la cama como pude con dos trozos de tela, digo, sábanas. Cuando vi que aquello tenía un aspecto más o menos presentable; es decir, me había cansado de intentar meter la tela por debajo del colchón, lo dejé estar.

A continuación, yo abandoné unas cuantas cosas en un armarito muy divertido en el que las puertas eran correderas, recorrí la planta en la que estaba situada mi habitación y con mi mochila ya casi vacía salí del albergue en busca de aventuras cacereñas...(que relataré en otra página)

Y después de una tarde agotadoramente placentera, regresé al albergue madriguera y me encontré con una chica en la cama que estaba opuesta a la mía (me encanta lo sociales que somos los humanos). Nos saludamos brevemente y me confesó algo curiosísimo: me dijo que no quería que le dijera mi nombre y que ella no me daría el suyo porque como es peregrina y pasaba por muchos sitios en pocos días, no quería tener una relación especial con nadie por miedo a no terminar el viaje.
Sí, mi cara fue de asombro absoluto, pero lo respeté, me cambié de ropa y me volví a marchar pensando seriamente que esa noche alguien cercano a mi (la compañera sin nombre, por si hay alguna duda) iba a hacer vudú y me quedaría agonizando en una cama de un albergue... Menos mal que cuando volví por la noche, ella ya estaba durmiendo para despertarse pronto al día siguiente...

Pero lo mejor llegó la segunda noche. Comenzaré diciendo que me había ido de viaje sin gorra alguna y hacía un sol tremendo. Me empecé a quemar un poco la piel, pues uno es muy blanquito, y además, me empezó a doler la cabeza (sí, toda, por raro que pueda parecer). Así que después de comer (Viva el Mercadona!!!) me fui al albergue a hacer un par de sudokus mientras se pasaba la hora en que el sol pica más. Estaba solo.
Y aquí empezó la fiesta.
Llaman a la puerta, y el dueño del albergue me dice que voy a tener compañía, que no preocupe que es buena gente. Siempre que me dicen algo que empieza por "No te preocupes", me preocupo. Y en esto que entran dos de los tres mosqueteros que iba a compartir la habitación conmigo.

Dos tipos altos, delgadísimos, rojos como tomates y con unas mochilas que eran más grandes que toda mi habitación (¿Y si se las alquilo para el curso que viene? En el Retiro pueden quedar muy bien...)

CONTINUARÁ...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

06 mayo 2006

"Calle Mayor?"

Cáceres, una ciudad preciosa, pero acabo de aterrizar y quiero llegar al sitio donde dormiré para dejar mi supermochila y dar una vuelta por ahí.

Tras cinco horas en autocar en el que me he confundido dos veces porque no me avisaron del transbordo (y casi me voy a Portugal, me hubiera ido, pero NO SIN MI MOCHILA) quiero dejar el cansancio en algún sitio y para ello nada mejor que llegar desde la estación de autobuses al albergue donde me espera mi camita... (espero, porque con lo que soy yo)

Preguntando preguntando, he llegado a la plaza mayor, que ya me transmite buenas sensaciones, pero primero tengo que llegar al albergue.

Sigo preguntando:
Elliot (yo) dice:
- Por favor, ¿la calle Margallo?
El hombre que estaba sentado en una silla contesta
- Sí, hombre, está aquí al lado. ¿Ves esa pared? (Estoy en una plaza, claro que veo paredes!)
Elliot (yo otra vez) que contesta a su vez:
- Eh, sí...
El hombre que estaba sentado en una silla replica:
- Pues ves hasta allí de frente y antes de chocarte, giras a la izquierda y esa es la calle que buscas.

Juro por "Patito" que son palabras textuales. Mientras le doy las gracias y me despido del hombre que estaba sentado en una silla pienso "Me va a gustar esta ciudad y sus gentes, jeje. Son igual de freaks que yo y eso que acabo de llegar. Me voy a sentir como en casa (si supera cuál es, bua)"
Aún no sabía lo que me esperaba sólo cinco minutos después...

Llego hasta la pared que se supone me ha indicado el señor que estaba sentado en una silla y giro a la izquierda. Miro hacia arriba para ver si hay cartel y no lo encuentro. Un poco despistado giro la cabeza hacia mi izquierda y veo un cartelón gigante con el nombre de la calle. Pero gigante, ¿eh?, creo que era dos metros por dos metros. Increíble.

Pero, como a mi no me salen las cosas bien a la primera por naturaleza (ni por ciencas sociales ni mucho menos por Tutatis) leo el cartel y pone claramente (recuerden: 2x2 metros de cartel) "Calle Sancti Espiritus"

Y uno es tonto (y lo sabe), pero esas letras no tiene nada que ver con MARGALLO.
Vamos, es que ni una...

Así que opté por preguntar de nuevo a una señora que venía hacia mi en la acera del cartel.

Elliot (yo, por si las moscas) pregunta:
- Disculpe, ¿la calle Margallo?
La mujer de la cesta de la compra responde:
- Sí, es ésta, hasta el final. (Obvio, no va a ser solo la mitad!)

Y me quedo ahí parado, sin saber qué hacer ni qué decir, con la boca medio abierta y mirando simultáneamente al cartel y a la cara de la mujer de la cesta de la compra. Cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel, mujer, cartel... Arf, arf, ya vale, que me canso.

Hasta que ella, también cansada de esperar un gracias que no llegaba, se va.
Me giro rápidamente y le digo un gracias dubitativo. Aún no creo que ésta sea la calle Margallo... pero en fin, les seguiremos la corriente a esta gente... (for if the flies)

Sigo por la calle Sancti Espiritus alias "Margallo" y de repente ahí está. Un mini cartel en el que hay una tienda de campaña y un rótulo con las palabras "Albergue turístico" (¿será que tiene una ruta turística dentro?).
Por fin he llegado. Y estoy preparado para mi aventura cacerística...

Pero aún no estoy muy convencido... no se crean...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.




01 mayo 2006

"Pretty (wo)man"

Estas cosas sólo me pueden pasar a mi. Obvio, si no, no las escribiría aquí. También yo...

De compras (uno tiene que subsistir de alguna forma) en un centro comercial.
Me falta una única cosa que comprar: protección labial para que no se me corten los labios.
Voy a una tiendecilla y le pregunto qué tipos tiene.
"Uno que te pone los labios rosas (uno ya es payaso sin que sea iniciativa propia, mejor no), uno que es para esquiar (¿En Madrid? Jaja) y este que es el normal". Pues este, que uno, dentro de lo que cabe, se considera bastante normal, absurda o surrealistamente normal, dependiendo de los casos, pero del montón. Hay que vivir con ello...

Opto por el normal. Lo pago y la dependienta me dice que de regalo tengo una camiseta.
"GENIAL", pienso.

Y me pone encima del mostrador una bolsita del tamaño de medio folio de un color fucsia pasión.

Tardo un poco en reaccionar, (debido a que mis ojos tardan un poco en acostumbrarse a semejante luz) tiempo que le doy a la dependienta para que me diga:
- Bueno, también está en naranja.

Y un segundo después, tengo delante de mí otra minibolsita de un color naranja chillón.

Buf, en qué aprietos me pone esta mujer, ¿eh? (ironía)

Y yo me sigo preguntando, ¿Cómo puede caber una camiseta dentro de eso tan pequeño?.

Y ante mi cara de dudas (que, desde luego, nada tiene que ver con cuál de las dos camisetas quiero llevarme), la dependienta decide por mi, coge una bolsa de tamaño normal e introduce mi barra de protección labial, la bolsita con la camiseta (aún tengo mis dudas) de color fucsia y la bolsita con la camiseta (que no, que no puede ser) de color naranja.

Y me voy con una cara de incredulidad atroz y pensando "Si alguien del barrio me ve con esto en la mano, me pegan fijo", pero decidido a saber cómo son esas camisetas y cómo rayos cabe una camiseta ahí.

Llego a casa, dejo el resto de las bolsas y me voy a mi cuarto con mi bolsa de la perfumería. Dejo a un lado el protector labial y abro rápidamente las dos mini bolsas con las camisetas...

Enseguida entendí qué tipo de camisetas eran y cómo cabían allí dentro.

¿El resultado? Unas líneas más abajo.

NOTA DE ADVERTENCIA: Ojito con reirse demasiado.

Tengan en cuenta, por favor, que uno tiene su orgullo, en algún sitio de la habitación, pero lo tiene. Por cierto, que hace mucho que no lo veo, será que hace mucho que no ordeno el cuarto...

















Nos leemos en el siguiente,

Elliot.