18 mayo 2006

"Regreso al futuro"

Para finalizar con mi viaje, les contaré una anécdota breve y muy absurda que me pasó en el autobús cuando volvía ya para mi poblado.

Me esperan por delante cinco horas de autobús, pero veo que en media hora sale uno que llegará casi hora y media antes. Son tres euros la diferencia, pero menos tiempo de viaje. Pago.

Salgo al andén y veo el autobús; en realidad es un superautobús, porque parece una nave espacial.
Subo y me encuentro que en vez de dos asientos a cada lado del pasillo en un lateral sólo hay uno. Increíble.
Y más todavía cuando despegamos, digo, salimos de la estación y no se ha sentado nadie a mi lado!.
Como siempre que subo a un autobús de línea miro si hay audio. Parece que en este también (superlujo de autobús), pero la suerte a veces no me acompaña (en la mayoría de los casos viajo solo, no tengo dinero para pagar dos billetes) y descubro que no funciona. OK.

Una hora de viaje y me estoy comiendo la bolsa de patatas (y digo la bolsa y no las patatas porque en una hora...). De pronto un pasajero se levanta y acude al sitio del conductor, parece que va a decirle algo, pero en vez de eso coge unos cascos (auriculares) que hay en un recipiente. No los paga y yo pienso (en cuatro horas se pueden hacer muchas cosas, incluso pensar un poco): "No los ha pagado, me ha costado tres euros más que el normal... ESTOY EN UN BUS DE LUJO"
Y uno es humilde y no ha subido nunca en estos vehículos.
Me levanto y acerco la mano hasta los cascos lentamente, como a hurtadillas. Repito: uno es humilde y no ha subido nunca en estos vehículos.
Pero nadie me dice nada, genial. ¿Y si me llevo también la butaca?

Pero la gracia empieza cuando me pongo los cascos para probar de nuevo el audio, por si caen las moscas en la breva, y a la par descubro que hay cinturón.
A Elliot no le gusta pasarlo mal en los viajes y ha visto muchos anuncios de la DGT (Departamento de Geranios Transgénicos) y no quiere tener un accidente. Así que me puse el cinturón, pero como tenía las manos ocupadas con los cascos, el cinturón se me resbala de las manos y se vuelve a enrollar.
Pero la Mala suerte, que esta sí me acompaña con mayor regularidad que su prima, la Buena, se presenta en el asiento de al lado. Los cascos se han introducido junto con el cinturón en la bobina en la que se enrolla.
Total, la clavija de los cascos está por un lado, pero el resto de los cascos está por otro...

Y me paso casi dos horas intentando sacar la clavija de donde está el cinturón. Herramientas: Un boli de propaganda y mucha paciencia. Pero he dicho casi dos horas, por lo que a los quince minutos la paciencia se había convertido en mala leche.
¿Se iban a reír de mi unos cascos que daban gratis y un cinturón? Eso no podía ser, el Amor propio se sentó a mi lado y juntos comenzamos a tirar del cable. Obviamente, pensé (sí, en cuatro horas de viaje se puede pensar dos veces...) cuando salga del autobús voy a coger otros cascos porque si no los saco (me dice Amor propio que SÍ LOS VOY A SACAR) me quedo sin ellos y aunque los sacara (Amor propio repite: que sí, pesado, que los vamos s sacar) iban a estar hechos polvo...
A las dos horas (tres de viaje) Amor propio y yo desisitimos. Más que nada porque me he quedado sin herramientas, es decir, sin boli de propaganda, la última vez que lo he intentado ha hecho Crack y se ha partido. (él solo)
Me cruzo de brazos y Amor propio desaparece. Y estoy sin cascos y sin cinturón, ahora es cuando Mala suerte reaparece y tengo el primer accidente de mi vida en autobús.
Ya sólo faltaba eso...

Pasa una media hora más (y sólo queda otra media para llegar) y abatido intento ponerme el cinturón. Ya me dan igual los cascos y todo lo que tenga que ver con ellos (los micrófonos, los altavoces internos, los caballos) y cuando acerco mi mano al cinturón, lo agarra (mi mano al cinturón) y tira de él, éste (el cinturón) se desliza suavemente hacia el otro lado. Increíble!
Y como regalo de cumpleaños la clavija de los cascos sale ella solita!!!!
Increíble!! 2ª parte (para que luego digan que segundas partes nunca fueron buenas)

Ahora es cuando digo: EL DESTINO SE RÍE DE MI EN MI PROPIA CARA.

Llegué, luché, vencí y me fui a mi casa a descansar pues la batalla me dejó agotado. Y es que he llegado a pensar que las meigas no están donde dicen, sino en Cáceres...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Je je, qué bueno...
A veces el destino tb se ríe en mi cara; pero yo en tu lugar me habría vengado, y sí que me habría llevado la butaca... recuerda que las sillas que tenemos en el piso no son muy cómodas que digamos...y desde luego seguro que la butaca del autobús no rechina tanto!

Laura Marta dijo...

Y si le pongo las ruedas del carro del Mercadona que encontré ayer, se convierte en una silla espacial, de esas para viajar en el tiempo!!!!!!
igual vuelvo por la estación, como quien no quiere la cosa, y haciendo un hueco en la mochila...
Mmm, te llamaré, Chunari.
Elliot.
PS: Plan de robo en la FNAC, en los autobuses... nos va el riesgo, ¿eh?