17 mayo 2006

"Los tres mosqueteros"

¿Qué hacen un brasileño con nombre alemán, un francés, un alemán de verdad y un indefinido en una habitación?

DORMIR (o al menos, en mi caso, intentarlo)

Como les cuento, la segunda noche en el albergue fue absolutamente surrealista.
Pero antes, les contaré una anécdota de esa misma tarde, de cuando llegaron Amis, Portos y Dogos (sí, ya sé que no son los nombres literarios, pero me crié con la serie de los Mosqueperros, qué quieren, estoy acostumbrado a que cuatro perros hablen como si tal cosa)


Ahí estaba yo, viendo y no viendo cómo se cambiaban de ropa mis nuevos compañeros de habitación cuando decidí que lo más prudente sería marcharme con mi mochila a otra parte. Recojo mis pasatiempos, me pongo una manzana en la mochila, mis gafas de sol y me encamino hacia la puerta. Justo en ese momento me doy cuenta que falta uno de los mosqueteros y pienso si estará en la ducha (y no me extraña porque luego me contarían que habían caminado 40 kilómetros, y el raro luego soy yo). La respuesta a mi pregunta llega rápido, en el mismo momento en que aproximo mi mano al picaporte de la puerta, ésta (la puerta) se abre y deja paso a un tipo altísimo, muy rojo y que acaba de salir de la ducha. En realidad les confesaré que más parecía un tronco de álamo enorme y que yo sólo llegué a verle hasta la cintura.
Y a esa altura llega lo mejor, el tipo-árbol acababa de salir de la ducha y sólo llevaba puestos unos calzoncillos (que debían de ser tipo alemán porque eran un poco raros) que le llegaban hasta el ombligo (y más allá). Impagable...


Yo no sabía dónde meterme (¿en alguna de las mochilas?) y el tipo tampoco, así que me puse las gafas, hice como que no había visto nada (¿midiendo el tipo casi dos metros? jaja) y me marché, no sin antes escuchar de labios del tipo-árbol una palabra que sonó tipo "Perdona".
Me puse a reír en ese instante, pero luego recapacité y descubrí con miedo que seguramente me había dejado un trauma de por vida. Aún no me lo he podido quitar de la cabeza!!!!!

Me fui (huí, más bien) a pasar la tarde y cenar por ahí y como concidió que ese día había un encuentro de grupos boy-scouts satánicos de diferentes ciudades de España, pasé una agradable tarde-noche viendo cómo cantaban canciones de Disney (satánicas) y jugaban a juegos infantiles personas vestidas de explorador Joven castor de unos veintitantos años. Impagable...(2ª parte)

Pero se acabó la fiesta pronto, "hay que madrugar, jóvenes castores, mañana la excursión es ardua y hay que cantarle a la naturaleza", así que me voy al albergue esperando no llegar demasiado tarde para no despertar a mis compañeros.

Cuando llegué pregunté en recepción si mis compañeros habían llegado ya. Me contestaron que sí, que hacía muy poco. Me alegré porque no me apetecía mucho tener que encender la luz y despertarles (en realidad, no sabía cómo estaban vestidos, si es que lo estaban y con un trauma al día tengo más que suficiente).
Justo entonces se iban tumbando en la cama, eso sí, desnudos salvo por esos calzoncillos absurdos que se subían casi hasta la garganta... (del tipo alemán, vamos)
Pero aún me dio tiempo a preguntarles cómo se llamaban, como sólo hablaba castellano uno, pues sólo obtuve un nombre y así conocí a uno de mis más extraños amigos: Ulrich.

Y ESO QUE ERA BRASILEÑO!!!!


PS: El resto de la noche pasó bien, sólo un par de ronquidos en francés y otro en alemán. Cuando desperté los tres mosqueteros ya habían desaparecido... Misterios sin resolver...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

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