26 mayo 2006

"Homenaje a C." (Segunda parte)

POR TODAS LAS COSAS QUE FASTIDIAN!!!!!

16 de Diciembre de 2005
Lo mío con los teatros empieza a ser ya un problema. Por si no había tenido bastante con lo de TRICICLE (y repito, una pasada de obra, hacía mucho que no me reía tanto con cosas tan absurdas), voy a para hacerme el chulo, me compro una entrar para Mayúmaná, esos que hacen música con cubos de basura, pelotas o lijadoras.
En este espectáculo decido no pagar por un gran asiento, más que nada porque “Tricicle” me había dejado más seco…
Esta vez decido ir con muchísimo más tiempo que el día anterior, no vaya a ser que la conspiración no haya terminado. Y hete aquí, que tengo razón, la conspiración continúa…


Queda hora y media para que empiece la función y por muy mal que se den las cosas yo ya estoy llegando a la estación del cercanías. Pero enseguida empiezo a notar que algo va mal… no funcionan los torniquetes que conducen a la vía 1, que es la que tengo que coger. Otra vez amenaza la tensión.

Cuando llego al otro andén mi corazón nota un vuelco debido a la cantidad de gente que pulula por ahí, esperando. Si no fuera porque la otra vez lo pasé tan mal, me reiría, total, qué más puede pasar???

Mientras pienso esto y esta vez sí que miro el reloj (queda una hora y cuarto), me relajo en un banco. Pero mi relax se ve cortado por una voz de megafonía que grita:
“Con motivo del atropello de un pasajero en la estación de Getafe Central, la vía 1 ha quedado inutilizada, siendo operativa únicamente la vía dos. La frecuencia de los trenes será de 20 minutos en cada dirección. Disculpen las molestias, gracias”.

Mi mente empieza a hacer cálculos: si tengo la suerte de que llega bien, dentro de 25 minutos estoy en Atocha, si tengo la menos suerte de que va mal, espero 20 minutos al tren y en otros 25 llego a Atocha y aún me quedaría media hora para llegar al teatro, pero si mi suerte se convierte en mala, espero 20 minutos, llega el tren que va hacia Parla y tengo que esperar otros 20 para que llegue mi tren, más, los 25 minutos del trayecto… (3 y me llevo una que con la de antes son cinco:20+20+25…) una hora y cinco minutos, YA ESTÁ, YA LLEGO TARDE OTRA VEZ… qué impotencia, por favor, estoy a punto de llorar.

Pero parece que si alguien rige este mundo (que baje aquí y me explique lo de ayer, a ver si tiene huevos) se ha divertido suficiente conmigo y hoy me va a dejar en paz. Por la cuenta que le trae al muy… cobarde.
Durante un momento de tensión el letrero anuncia que llega el tren que se dirige a Parla, pero dura un instante y enseguida lo corrigen: a Atocha.
Me tiene miedo, me tiene miedo, me tiene miedo…

Subo al tren, no sin antes escuchar el comentario cruel pero cierto de alguien que esperaba que el primer letrero estuviera bien:
- “Llevo media hora esperando, pues si se ha muerto alguien, que lo saquen de la vía y punto, que no creo que cueste tanto, el tío está muerto y no se va a mover”

Si no fuera tan buena persona me hubiera reído y más sabiendo que YO voy en el tren y el que se queja SIGUE ESPERANDO, jajajaja.

A Atocha llegamos sin más contratiempos, menos mal…
Y quedando aún treinta minutos llegaré tranquilamente al teatro…
Enseguida paso la tienda que me da miedo (ya les contaré en otra ocasión) y subo por la calle del congreso, voy contento, llego a tiempo y además voy a conocer otro teatro de esta ciudad. La sonrisa está perenne en mi boca desde ayer, jeje, la vida es hermosa.
A lo lejos, pero no tanto diviso la puerta del sol y como ya empiezo a conocer las calles de la periferia, decido acortar callejeando por la parte de atrás de la plaza…

De pronto veo una cola de gente esperando junto a una puerta. “va a ser eso”, pienso y me dirijo con mi mochila al hombro y mi sonrisa en la cara.
Llego al final de la cola y espero, aun quedan diez minutos y yo saco mi entrada.
En eso que me fijo en la gente que está delante de mi y observo que sus ropas son elegantes, me miro y veo que mis vaqueros están rotos y mis zapatos están marrones, cuando su color original es blanco (sucio, pero blanco). Sonrío.
Pero el mosqueo comienza cuando no reconozco el cartel de la obra que vamos a ver. Me acerco a la puerta del teatro y… Y claro, ¿cómo la voy a reconocer si me he confundido de cola y aquí se van a tragar una ópera? Me doy cuenta del terrible error, miro el reloj confundido y avergonzado para mis adentros me salgo de la fila. Miro hacia los edificios y descubro que me he perdido. Me avergüenzo más y mi sonrisa deja de estar en mi cara. Son las ocho en punto. Otra vez. No llego y esto comienza a ser una maldición.
Voy al final de la calle y me encuentro de bruces con la puerta del sol, ¿pero esto no estaba dos calles más abajo?
ME HE PERDIDO EN UN METRO CUADRADO!!!!!!!

Joder, joder, joder. Y me da igual que me llamen malhablado, esto es ya para cabrearse tanto con uno mismo que merecería que no me volviera a hablar en la vida.
Subo la calle que conocía y veo al fondo el teatro, esta vez sí, con el cartel de Mayúmaná. Aún hay mucha gente en la fila (a no ser que estén para la hora siguiente o para otra obra o simplemente esperando el bus, que visto lo visto, todo es posible)
Son las ocho y cinco cuando pregunto a un señor si está para entrar al espectáculo. Me responde que sí, pero me cercioro de qué espectáculo y así se lo hago saber. “Pero, va a ver usted mayúmaná, ¿no?” Me mira con cara rara y me gira la cara. ¿Será un sí?

Por lo menos el cartel es el correcto, así que vamos a esperar. No llegamos excesivamente tarde, todavía hay gente por aquí…

Tras unos segundos de tensión: SI, HE ACERTADO, ESTOY EN EL LUGAR CORRECTO EN EL MOMENTO…QUE HE PODIDO, JAJA.

(Dos horas después)

La sonrisa a mi boca ha vuelto, he estado todo el espectáculo con cara de bobo porque me ha gustado mucho, además lo he visto bastante bien, había un palco vacío y me he metido en ese después de estar un ratito medio columpiado en una silla-taburete detrás de una pareja muy simpática…
En fin, que me he sentido como un niño con zapatos nuevos (absurdo refrán pues seguro que hay cosas mucho más interesantes que unos zapatos para un niño, pero…) y después he salido como en una nube del teatro. Sólo me faltaba ponerme a bailar como Billy Elliot (mi primo), pero hacía mucho frío y no era cuestión de dar tanto el cante (o el baile).
Me he dirigido de nuevo a la estación, no sin antes dejar de pasar por una tienda a comprar uno de mis pocos vicios (confesables): maíz!!!!!!

Y caminando, caminando, comiendo, comiendo, hete aquí que de vuelta estaba en Atocha.
Faltaba un rato para que saliera el tren, pero como ya he aprendido, he comprado enseguida el billete y he bajado al andén. Mientras lo hacía despacio, despacio pues las escaleras mecánicas estaban estropeadas (qué novedad) he visto cómo el tren parecía sacado de una película de terror: estaba completamente a oscuras y la gente no sabía si subir o quedarse en el andén…

Y así hemos estado, dudando si subir o no hasta que ha pitado y se han empezado a cerrar las puertas, todo el mundo protestando: EH! QUE ESTAMOS AQUÍ!!!!! Y han vuelto a abrir, si no hay nada como protestar… (y si no miren el PP)

Pero a todo esto las luces seguían sin encenderse, así que me he subido en el que he denominado “el tren fantasma” y teniendo en cuenta que vamos al poblado donde vivo… Todavía saldrán zombies y todo…
Pero antes hemos parado en V. Bajo y V. Alto y ahí ha sido cuando la gente pensaba que estaba en la casa del terror de las ferias y no en el tren que los llevaba a casa (teléfono)…
Las luces se han encendido de repente, pero se han vuelto a apagar, como un rayo. Y la gente ha gritado y a mi el compañero de asiento me ha pegado un susto de muerte, porque yo pensaba que estaba dormido y el tío ha pegado un bote que casi se me sale el corazón… o le pego un guantazo, por el susto, hombre.

Y después del truco con las luces, el tren se ha parado en seco. Y hala! Todos contra el que teníamos enfrente. Creo que algunos han aprovechado más de la cuenta, pero lo dejaremos estar… y a la vez que se paraba se han abierto las puertas. Ya digo: Fantasma, fantasma…
Pero si estuviéramos en primavera estaría genial, pero en pleno diciembre, pues no hace mucha gracia. Y yo dale que te dale al botón de cerrar las puertas y el tren que me decía: Pues va a ser que no!

Total, que ha sido como entrar en una feria, pero sin algodón de azúcar y con mucho frío...
Así hemos estado un rato parados…(rato, rato, rato, rato)
Hasta que de nuevo se ha puesto en marcha y, sin las luces, of course, he llegado a mi destino. Y NO me ha pasado nada más, que con lo que soy yo, ya es raro.

Si es que no lo hago a propósito pero, como dice La Lupe, “lo mío es puro teatro”.


Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

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