28 noviembre 2006

Búsquedas en Internet

¿Se han fijado lo complicado que es buscar imágenes por internet?
Bueno, no es que sea difícil buscar sino encontrar.

Cosas que uno se pregunta cuando está buscando imágenes en Google:
- ¿Por qué si pongo "mar" aparece una foto de una montaña nevada?
- ¿Por qué si pongo "colada" (yo a veces la hago, no se crean) me aparecen espadas y vasos con batido?
- ¿Por qué si pongo "cucaracha" me aparece una imagen de Bush? (bueno, mira, este lo entiendo)
- ¿Por qué si pongo "gordo", me aparecen un montón de chicas (medio desnudas) extra delgadas?
- ¿Por qué si pongo "cola" (sin mayores connotaciones, iba a hacer un collage con una foto de caballos) te aparecen tetas?
- ¿Por qué si pongo "régimen" aparece una foto de un perro?
- ¿Por qué si pongo "delgada" aparecen un montón de chicas (medio desnudas)?
- ¿Por qué si pongo "absurdo" me aparece una foto del Papa? (mira, otra que entiendo)
- ¿Por qué si pongo "tonto" (un trabajo sobre Los trotamúsicos de Bremen, no piensen mal) aparecen fotos de personas que, a juzgar por las imágenes, no saben que están ahí?
- ¿Por qué estoy haciendo esta página del diario intentando buscar la palabra más tonta para introducirla en Google?

Y lo mejor de todo es que cada vez que pasas una página aparecen cosas cada vez más absurdas. ¿Han probado alguna vez pinchar en la última página que puede reconocer Google? Les puedo asegurar que la cosa irá degenerando hasta llegar a preguntarte qué narices estabas buscando.

Y sobre todo, tengan en cuenta: pongan la palabra que pongan, siempre encontrarán la foto de una chica medio desnuda... (Google está muy necesitado!!!!!!!!!!!)

Y yo creo que tengo demasiado tiempo libre...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.



PS: ¿Me estaré volviendo freakie? Voy a buscarlo en Internet.

18 noviembre 2006

Momento "Laura"

Domingo por la tarde, salgo de la habitación y veo a Laura fregando el pasillo.

Le pregunto: - "¿Qué haces?"

Me contesta: - "Turismo rural, no."

Jaja, si es que es tan graciosa...

Vale, está mosqueada (perspicaz que es uno) Me doy cuenta por su contestación y porque está con cara de máxima concentración dale que dale con la fregona en un trocito de suelo.

Me acerco a ella y observo detenidamente la mancha que le está poniendo nerviosa porque no sale. Así me quedo un ratito, mirando por encima de su hombro, pero sin rozarle no sea que me ataque.

Tras unos segundos le doy un toquecito en el hombro y le susurro:
- "Laura".

Ella se gira con cara de mala leche (de la marca Río, la peor) y me pregunta:
- "¿¡Qué!?"

Y vuelve su vista a la mancha mientras continúa pasando la fregona una y otra vez por el mismo centímetro cuadrado.

Yo le vuelvo a insistir:
- "Laura..."

Y deja de mover la fregona para encararse conmigo:
- "¿¡Qué quieres, Elliot!?", me pregunta mientras se va poniendo verde.(¿de ira, de envidia, de lechuga?)

Y yo:
- "Nada, nada, sólo que... ponte las gafas, anda".

Frunce el ceño porque no entiende por qué le he dicho eso, pero va a la habitación y se pone las gafas. Sale de nuevo al pasillo y me ve con una sonrisa de oreja a oreja en la cara y mira hacia donde ha estado durante diez minutos pasando la fregona intensamente, como si le fuera la vida en ello.

Es cuando abre los ojos más de lo normal, cuando yo no aguanto más y me pongo a reir como si nunca me hubiera reído.

Ha estado intentando quitar una mancha del suelo que en realidad era un agujerito.

Lo siento, pero no puedo más de la risa.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: Creo que Laura debería hacer un blog, jajajaja.



13 noviembre 2006

Cosas que fastidian 5


Llego a casa, son las siete de la tarde. Veo un post it encima de mi mesa:
"PONER LAVADORA" en letras grandes y rojas. Bien, tengo tiempo y no hay nadie en casa. Hay sitio en el tendedor y... bueno, mañana no tengo nada para ponerme. Voy a ello.

Oigo la puerta y "Amaia" me dice "Hola".
Le respondo.
Quito las sábanas de la cama.
Voy a la cocina por si hay ropa dentro. No hay. Perfecto.

Vuelvo a mi cuarto. Cojo las sábanas y oigo que mi compañera de piso sale de su habitación.
Cojo también el cubo de la ropa sucia y me dirijo a la cocina otra vez.
Me cruzo en el pasillo con "Amaia" que me sonríe.

Llego a la cocina y...

¡¡¡¡¡TA CHÁN!!!!!

Mi compañera acaba de poner SU ropa en la lavadora y la ha puesto en marcha.

Esto es penalty y expulsión. Debería estar prohibido por la ley que rige la convivencia en el piso.
Aunque, igual es que seguimos las Leyes de Murphy...

Y yo que me quedo, como siempre, con un palmo de narices y una cara de mala leche merengada...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: ¿Y mañana qué me pongo?


04 noviembre 2006

Momento "Elliot" 2

Este momento lo he titulado "El tanga en la lavadora".
Verán, era viernes, también por la mañana, temprano y estaba cansado, dormido y hambriento.
Ahí estaba, esperando que el pan se convirtiera en tostadas para poner mantequilla, mermelada y queso (todo junto, sí, qué pasa) cuando me fijé que la lavadora estaba en marcha.
Debió ser que mi compañera la programó ayer por la noche para que empezara a las ocho y media de la mañana.

Pero lo que realmente me llamó la atención fue que un tanga de color rosa se había quedado en la puerta de la lavadora y mientras el resto de sus compañeros daba vueltas y vueltas y más vueltas, el pobre tanga se quedaba allí, apartado, sin probar el jabón ni el agua.
Como cuando vas al parque de atracciones y se suben todos tus amigos a la montaña rusa menos tú, que te quedas abajo guardando las gafas, las llaves y demás objetos personales de los que sí se han subido a la atracción.
Y lo que es peor, encima de que no te montabas en la atracción, tenías que aguantar las explicaciones y los gritos de júbilo de aquellos quienes habían depositado toda su fe (quien dice fe, dice cosas rompibles) en tí y ver cómo disfrutaban mientras tú, mientras tú...
Qué triste, me estoy identificando con un tanga de color rosa.


Cuando me di cuenta de la situación, miré el reloj, habían pasado más de quince minutos.
Quince minutos en los que has estado viendo disfrutar de la montaña rusa/lavadora alemana-holandesa (porque es Bosch) a todas las prendas de ropa, menos al tanga de color rosa, que por una extraña razón se parece tanto, tanto a ti...



Por cierto, ¿y las tostadas?

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

Momento "Elliot" 1

Me levanto por la mañana (suele pasar) y me preparo para ir a la ducha.
Voy al armario y cojo la ropa que necesito.
Me ducho.
Vuelvo al cuarto y me arreglo un poco el pelo (es un decir), me pongo el pantalón y me voy a poner las zapatillas.
Las saco del armario (observación: son Geox, no Gays) y como aún estoy medio dormido (otro "es un decir" porque medio no corresponde con la realidad) veo algo extraño que no llego a descubrir del todo, la visión rayos X que tengo por las noches, por las mañanas son visión O, pero no "o" de "ola", sino cero de nada.
Parpadeo un par de veces para que mis ojos se centren en el objeto y de repente:

¡¡¡¡¡¡¡¡SUSTO!!!!!!!!!!

Lo que veía raro era que mis zapatillas tenían algo que se movía y voilà:
una negra, grande y curiosa cucaracha que se había aposentado en mi zapatilla izquierda como si fuera un okupa.
Y se preguntarán, ¿cómo ha llegado esa cucaracha a tu zapatilla Elliot?
Da igual que no se lo pregunten, pues ya está aquí uno para hablar solo.
Pero la respuesta vino pronto, pues la tenía enfrente de mis narices:
Lleva lloviendo unos días por esta ciudad y como no quiero llenar mi habitación de agua y barro suelo dejar las zapatillas en la ventana. Por allí se debió de colar mi nueva "amigüita" para instalarse en mi zapatilla izquierda, que siempre estaría más abrigada que en la intemperie. Pobre, qué mal lo deben pasar allá afuera, en la inmensidad de la ciudad húmeda y salvaje...

Así que ahí me ven, observando los movimientos de la cucaracha en mi zapatilla.
Cómo analiza cada escondrijo, duda antes de introducirse en la oscuridad y se paraliza frente al enemigo exterior.
Mi cara también era todo un poema, con mis ojos medio cerrados por el sueño y para que se concentraran mejor, todavía con la parte de arriba del pijama puesta, con el pelo alborotado (pues ya he dicho que arreglarme el pelo es un decir), con una zapatilla en la mano y con gesto de concentración absoluta.
Parecía un cuadro de, de, de... bueno, un cuadro.

Pero uno es tonto hasta cierto punto (que aún no he encontrado, por cierto) y no me marché de casa con zapatillas "made in cockroach", sino que, contrariamente a lo que están pensando algunos de los que leen este diario, la cogí delicadamente con dos dedos y la llevé suavemente hasta depositarla en el alfeizar de mi ventana, mirando a la terraza.
Le dije "Adiós, compañera" y con la tristeza de quien ha conocido a alguien con quien compartir un detalle, por pequeño que sea, como una zapatilla, me calcé (no sin antes revisar que no hubiera primos hermanos de mi "nueva querida amiga") y salí de mi habitación rumbo a lugares inhóspitos y crueles llamados "metros" y "calles transitadas".
Snif, cómo me identifiqué esa mañana con mi amiga. Llovía, yo no llevaba paraguas (qué raro) y me sentí tan cucaracha vagando por las calles de la gran ciudad entre tanta gente extraña...
"La cucaracha en la zapatilla" by Elliot Van Gogh.
Nos leemos en el siguiente.
Elliot.

PS: cuando he ido a buscar una imagen de cucaracha, no he debido borrar bien y se ha quedado la mitad de la otra palabra “zapatilla”, así que google ha estado buscando durante un rato algo como una “zapatillaracha”. Creo que ese es el nombre que le voy a poner a mi nueva amiga: Zapatillaracha. Ojalá vuelva por aquí...

01 noviembre 2006

Qué hace un tipo como yo en un sitio como éste!!

Lunes 23 de Octubre.

Me he pasado todo el día entre el estudio y las clases y pensaba irme pronto a casa para descansar, que el martes también hay clase.
Pero ahí estaba yo, a las diez y media de la noche en un cine. Hasta ahí todo más o menos normal, aunque no suelo ir tan tarde a ver películas, que hay que madrugar al día siguiente.
Eso no era lo raro, lo más extraño es que me encontraba a la entrada del cine (la que luego sería la salida, claro) rodeado de un montón de gente entre conocida y no.
Era el estreno de un documental sobre actores y ¿quiénes estaban?
Claro, los actores a los que habían entrevistado para el film, más actores que no salían pero que habían ido a verla y yo.
Porque también estaba yo, aún sin saber muy bien ni cómo ni por qué, pero viendo a muchos rostros conocidos de la tele y el cine español.

En el hall del cine, cámaras haciendo fotos y una alfombra roja, como en los estrenos que veía con Laura en la tele, pues igual, salvo que ahora yo estaba allí, viéndolo todo en primera persona del singular.

Entramos y yo sólo quería hacerme pequeño, hasta desaparecer, pero allí seguí, sentándome en una butaca de esas de cine que me tapan casi por completo, para mi alivio, jeje.
Y empezó la película, y al cabo de un rato terminó. Me había gustado, bastante.

Y de nuevo comenzó un poco la pesadilla: la salida (lo que antes era la entrada)
Otra vez estaba allí, rodeado de un montón de gente conocidísima, sin saber qué hacer, dónde meterme para no entorpecer a nadie y para que no se notara mucho mi presencia.
Y de pronto, pasa delante de mí, a unos quince centímetros: José Coronado y Pilar Bardem.
AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Qué guay, pero luego también vi a Lola Dueñas, a uno que salía en la serie Compañeros, Emilio Gutiérrez Caba y un largo etcétera que no sabría identificar por nombres (lo siento, pero la que sabe un poco de cine es Laura, no yo)

Yo seguía flipando y a pesar de estar pasándolo mal por los nervios de no saber qué hacer en un sitio así, era genial, me estaba riendo solo pensando que era una situación algo absurda (normal en mi) y me vi disfrazado de pulpo en un sitio donde nadie iba disfrazado.

Una historia buenísima para contar y para recordar, pero qué mal lo pasé!!!!!


Nos leemos en el siguiente,

Elliot.