Me voy a la universidad, estoy de exámenes así que me voy a la biblioteca a ver si consigo un libro que es imprescindible para el examen de mañana y que todavía no he leído.
Son las ocho y media de la mañana, y llueve. Afortunadamente, el autobús llega enseguida (yo nunca llevo paraguas) Me subo en el autobús y, desafortunadamente está a tope. Como vayan todos estos a buscar el mismo libro, va a ver sangre en la biblioteca... (mmm, Sangre en la biblioteca, by Elliot Capote)
Hay algunos asientos libres al principio, pero ninguno en la ventana, así que me dirijo hacia el final.
Sigo hacia el final, sigo hacia el final, sigo hacia el final... y me choco contra el cristal.
No hay asientos libres, ni en ventanilla ni en pasillo. Cuando me giro para ir a los asientos de delante que estaban libres, un aluvión de gente me impide el paso. Todo el mundo me ha seguido hacia el final (hay que ser...) y no me dejan retroceder. Así que me quedo todo el trayecto de pie, cansado de haber madrugado, con la lluvia en los huesos y con una mala leche...
Y es que esto me pasa por tonto... y por avaricioso. ¿No querías un asiento en ventanilla? Pues te puedes mover por todo el pasillo del bus y tendrás toooodas las ventanillas del mundo.
Ya no he vuelto a hacerlo, ahora, asiento que veo (libre, claro, que uno no está tan desesperado), asiento que atrapo.
Son las ocho y media de la mañana, y llueve. Afortunadamente, el autobús llega enseguida (yo nunca llevo paraguas) Me subo en el autobús y, desafortunadamente está a tope. Como vayan todos estos a buscar el mismo libro, va a ver sangre en la biblioteca... (mmm, Sangre en la biblioteca, by Elliot Capote)
Hay algunos asientos libres al principio, pero ninguno en la ventana, así que me dirijo hacia el final.
Sigo hacia el final, sigo hacia el final, sigo hacia el final... y me choco contra el cristal.
No hay asientos libres, ni en ventanilla ni en pasillo. Cuando me giro para ir a los asientos de delante que estaban libres, un aluvión de gente me impide el paso. Todo el mundo me ha seguido hacia el final (hay que ser...) y no me dejan retroceder. Así que me quedo todo el trayecto de pie, cansado de haber madrugado, con la lluvia en los huesos y con una mala leche...
Y es que esto me pasa por tonto... y por avaricioso. ¿No querías un asiento en ventanilla? Pues te puedes mover por todo el pasillo del bus y tendrás toooodas las ventanillas del mundo.
Ya no he vuelto a hacerlo, ahora, asiento que veo (libre, claro, que uno no está tan desesperado), asiento que atrapo.
Nos leemos en el siguiente,
Elliot.