Y siempre hay experiencias que reafirman mi teoría, como ésta.
Después de un día duro y de pasar varias malas noches pensando en la suerte que habrán corrido mis tuppers (véase: COMIDA RÁPIDA) llego al sitio donde hago las prácticas de verano, con la intención de tomarme la vida y el trabajo con humor. Total, ya he aprendido a hacer cafés y fotocopias, así que mi vida laboral es mucho más fácil.
En un momento de hastío laboral en el que hasta los teléfonos parecían estar en huelga, me levanto y me dirijo hacia el baño.
Para hacer un poco más el vago, en vez de volver directamente a mi mesita, me recreo viendo la máquina de dulces.
Y como siempre, voy diciendo los números de las cosas que me comería si tuviera dinero y si tuviera ganas de pagar casi dos euros por un sandwich de tortilla de patata helada.
Y de pronto mis ojos se paran en un donut. Y mi cerebro empieza a salivar:
CEREBRO:
- Tïo, glup (traga saliva), ¿hace cuántos años que no te comes un donut?
ELLIOT:
- Tantos ya que ni me acuerdo. Igual hasta me han dejado de gustar.
CEREBRO:
- ...
ELLIOT:
- ...
CEREBRO y ELLIOT (a la vez):
- Jajajajajajajajajajajajajajajajajaja. Amos, hombre, eso no te lo crees ni tú. Y tú menos.
CEREBRO:
- Enga, tío, ¿que no estaría genial que cayeran donuts del cielo?
ELLIOT:
- Sí, como en el anuncio ese de hace algunos años que levantabas el dedo y te caía uno.
CEREBRO:
- Le voy a decir a DEDO ÍNDICE que marque los números en la máquina.
ELLIOT:
- Venga, estaría bien, díselo. Total, de sueños también se vive.
Mi dedo índice de la mano izquierda se adelanta al resto del cuerpo y marca las casillas A68, código de apertura de candado para el pobre donut.
A
6
8
Y EL MILAGRO SE HIZO!!!
Todos los donuts que hay destrás empujan al primero que, con un salto mortal, cae a la bandeja.
CEREBRO y ELLIOT:
- Tío, esto no está pasando. Aquí hay algo raro. Seguro que tiene truco.
Mi mano derecha cobra vida propia y se acerca a la puertecilla de la máquina por donde salen las cosas. ESTÁ ABIERTA!
Como si de un trofeo se tratara, DEDO ÍNDICE y DEDO PULGAR cogen el donut que se materializa delante de mi y de mi saliva que está casi llegando al suelo.
Estoy tan nervioso que no sé qué hacer, si comerlo, si guardármelo. Miro a mi alrededor por si alguien estuviera observando mis movimientos, pero nadie parece haberse percatado de que ME HA CAÍDO UN DONUT!!!!!
Salgo de allí y no me cabe la sonrisa de tonto en la cara. Creo que es el mejor donut que me voy a comer en la vida. El que más voy a disfrutar y el que más voy a tardar en comérmelo. Más que nada porque milagros así no creo que se repitan muy a menudo y puede que tarde otros quince años en comerme un donut de este tipo.
CEREBRO y ELLIOT:
- Mira que si ahora resulta que es verdad que no te gustan...
Jajajajajajaja
El karma ha devuelto el equilibrio a mi vida: el otro día me quedé sin comida y hoy me regala un donut!!!
Nos leemos en el siguiente,
Elliot.