19 diciembre 2006

Pobre Elliot pobre

Y yo que pensaba que no me estaba pasando nada y de repente: ZAS!, el diario vuelve a tener una nueva página.

Era miércoles, hacía frío y yo salía de curiosear de la gran Biblioteca Nacional, de donde, por cierto, han debido de sacar el guión de la cuarta parte de Indiana Jones, porque para hacerte un carné y encontrar lo que buscas o trabajas allí o eres un cónsul o llevas un látigo. (Nota mental: escribir lo que me ocurrió con uno de los (de) funcionarios)

Bueno, el caso es que salía de allí y como tenía clase me había preparado comida "para llevar". Es decir, me había hecho una tortilla que estaba en un tupper/taper en la mochila y sólo me faltaba comprar el pan. Encontré una panadería (con una bandera de España casi tan grande como la de Colón, glups) y ya tenía los instrumentos necesarios para prepararme mi comidita.
Pero como me daba un poco de apuro ponerme en medio de la calle a elaborar mi bocata, decido cruzar al centro del paseo y sentarme tranquilamente en un banco, que hace frío, pero hay sol y uno está un poco blanquito... y pasaba menos gente. Iluso.

Allí estoy, sentadito (me quedé) en un banco y sacando mi tupper/taper de la mochila.
Como no pasa mucha gente tampoco me importa mucho lo que piensen de mí (a estas alturas...). Pero lo que no me esperaba era que, cuando ya estaba metiendo la tortilla en el pan un paseante me echara una moneda de 20 céntimos.
Nunca me había sentido tan, tan... ¿desconcertado? ¿sorprendido? ¿confuso? NO, la palabra es...
¡PORDIOSERO!

Y ahí estaba, sin saber qué hacer ni qué decir mientras el hombre se iba sin siquiera mirar atrás.

Miré la moneda varias veces y luego miré a mi alrededor en busca de la cámara oculta. No la encontré, pero seguí sonriendo...por si acaso.

Claro que seguía pasando gente y entre mi cara de pasmado, mi sonrisa de tonto y mi aspecto supuestamente andrajoso, los paseantes sólo me miraban de reojo y aceleraban la marcha.

Qué momento más...

En fin, ya saben, no salgan de casa sin el Armani...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: Al final la moneda acabó en uno de los verdaderos mendigos que pululan por el paseo. ¿Quién se puede negar a darle una moneda a un tipo que te dice: ¿Me podrías dar una moneda? Es que... soy un poco pobre, ¿sabes? Uno también tiene su corazón (creo)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Bravo! De nuevo, una de las grandes anécdotas de Elliot. Esta es de las mejores. ¡Increíble!

Laura Marta dijo...

Increíble, pero cierto, amigo Freaknéfilo. En la capital son cosas que ocurren, mientras sean así, divertidas, todo va bien... Esperemos tener muchas más anécdotas como esta, para complacerles a ustedes, mis queridos lectores.
Nos leemos,
Elliot.

Anónimo dijo...

Muy buena, sí señor...
Por cierto, dile a Laura que estamos esperando que vuelva a hacernos una visitilla.. que desde que se ha echado novio, no le vemos el pelo...
Besos y... ¡Feliz Año Nuevo! (por si me olvida felicitarlo en un par de semanas)

Anónimo dijo...

Lo que no te pase a tí Elliot, no le pasa a nadie!! (vaya vidas peculiares que tenemos...). Apoyo akí a la "amiga" (es un decir) chunari, en cuanto veas a Laura dile que se digne a volver a visitarnos, que su novio seguro lo comprenderá (quizá intenta hacerte creer que no tiene novio, pero sí que tiene, que las CARTAS NO MIENTEN...).
Muchos besitos and a happy new year!!! Que te traigan muchas cosas los reyes (bueno, al menos todo lo que les hayas pedido ¿vale?)que seguro que este año te has portado muy bien!!

Laura Marta dijo...

Muchas gracias a las dos por felicitarme el año, a ver si me pongo un día a escribir, que estoy mu vago últimamente, será que los reyes me han traido un montónd e juegos de ordenador y, claro... jeje. Pero prometo estar pronto de vuelta.
Y Laura está ahora en plan monjita de clausura hasta que termine los exámenes, pero ya la conocéis, seguro que aparece por vuestra casa el día menos pensado y como ninguno de los cuatro pensamos mucho, pues...
Seguro que nos vemos pronto.
Nos leemos,
Elliot.