03 junio 2006

Cosas que fastidian 3

Sábado por la mañana, ocho y media. Me levanto para intentar estudiar con el fresquito, pero primero, el desayuno.
Nada, algo fácil, pero que me alimente: un zumo de naranja recién exprimido.

Abro la nevera, saco las naranjas, cojo el exprimidor (manual, por supuesto, ¿cómo vamos a tener uno eléctrico?, y saco un cuchillo del cajón (jaja) para abrir las naranjas...

Corto una, bien, pero como a mi siempre me ha gustado jugar con el riesgo (aunque sea controlado), no me doy cuenta de dónde estoy cortando las naranjas hasta que es demasiado tarde.

Corto la segunda cuando veo cómo la parte que no sujetan mis dedos rueda (las naranjas suelen ser redondas) por el mostrador de la cocina... Tres angustiosos segundos en los que veo cómo la media naranja se desplaza de un lado a otro, como a cámara lenta, en un ralentí propio de CSI.
Mi cabeza va diciendo: "No, no, no, no, nooooooooo" y mi cara parece la de este tipo/a --->


Pero el rozamiento, la velocidad y la ley de la gravedad se han encargado de la tragedia, mi media naranja ha sucumbido a la presión y ha caído de la encimera. PLOFF

Por si fuera poco, para variar y para hacerle caso a Murphy (que si alguien le conoce, por favor, que le dé una paliza de mi parte) "Si una cosa puede salir mal, saldrá mal", porque...
¿qué hay justo al lado de la encimera?

Pues sí, el cubo de la basura.

Así que me he quedado con un palmo de narices, mi media naranja en la basura.

Y yo, sin zumo.

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.


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