08 abril 2006

De compras

25 de marzo de 2006

Soy un ser asocial, lo sé, pero las últimas aventuras son de lo más surrealista y no me creo el entero responsable de todo. Vale, no me relaciono mucho, pero es que a veces la gente da pie a que te encierres en una cueva y no salgas nunca más. Y si no, vean los dos últimos encuentros que tuve con gente de verdad, y luego seré yo…


“Noté algo duro que tocaba mi pierna, después, su bolso en mi espalda, su respiración en mi nuca…”

Viernes por la tarde, necesito dos cosas del supermercado y me adentro en el mundo de las ofertas. Deben de regalar chucherías o algo así porque el super del barrio está a tope.

Sin cesta, como siempre, cargo con mis dos únicos artículos. Bueno, al final son tres porque he visto unas cosillas a buen precio… Sí, qué pasa.
Me dirijo a la caja y cuál es mi sorpresa cuando no encuentro el final de la cola para pagar. Chucherías no, lo que regalan son pisos… por fin la encuentro en un barrio cercano a Parla. En fin, me pongo en mi sitio y enseguida se sitúa detrás de mi una mujer de unos 60 años (también podrían ser 20 porque yo para las edades…)

Total, que avanzo un puesto y ya veo que la señora en cuestión empuja la cesta hasta casi tocar mi pie. Comienzo a ponerme nervioso.
Miro por el rabillo del ojo hacia la mujer, a la que llamaremos Mari, porque sí, y la veo buscando en las estanterías cercanas algo que se pudiera haber olvidado. Avanzo otro puesto más, y la cesta de nuevo en mi pie. Lo desplazo un poco hacia delante y oigo como su cesta se vuelve a mover. Noto que si echo el pie para atrás un milímetro tocaré de nuevo su cesta.
Creo que son los yogures y la barra de pan los que rozan suavemente mi pierna (si no estuviéramos aquí, parecería de lo más erótico: sus yogures tocando mi gemelo, su barra de pan clavándose en mi muslo… PERO ESTAMOS EN LA COLA DE UN SUPERMERCADO Y NO ES MI TIPO)

Mis nervios empiezan a ser cada vez mayores. No sé si la señora no se entera o es que lo está haciendo adrede. No sé, pero nunca me han visto de mala leche y realmente tengo mucha. (muuuu)

La fila avanza rápido y pronto me va a tocar a mí. Pero todo el rato escucho cómo la cesta es arrastrada hasta mí.
Mi respiración se acelera por momentos. Intento hacerla rabiar un poco y cuando la señora de delante avanza un paso yo no me muevo, jeje. Qué malo soy. Pero, craso error, la Mari Sí avanza, para mi desconsuelo y sufrimiento. Y es cuando exploto.

Miro hacia atrás desafiante y me clava sus ojos de “Marindiana Jones en busca de la oferta perdida”. Es mala, pérfida y me ataca cuando estoy intentando atemorizarla. El que sale espantado soy yo, menos mal que las miradas no matan porque a mi me ha taladrado entero.

Me giro hacia delante y avanzo un mini paso y ahí está de nuevo, la Mari, atacándome, acosándome, pues ella avanza tres pasos y si yo sólo me he movido uno y pequeño, imagínense dónde se ha situado la Mari…
¿Estará necesitada de mimos? Pues que se vaya al Retiro a buscarlos, hombre.
Y lo peor, que aún queda cola…

En estas andaba yo, cuando la Mari carraspea. No me había dado cuenta que la señora de delante se ha movido un milímetro y me hace el ademán de adelantarme. ¿Dónde crees que vas, muñeca?
Adelanto el pequeño paso que separa la espalda de la señora de mi pecho. Si ya decía yo que esto era erótico. Y la Mari se vuelve a pegar a mí. Ahora sé cómo se siente la pobre hamburguesa. Estoy realmente incómodo a pesar de que si describiera la situación podría parecer todo lo contrario: espalda de señora-mi pecho-mi espalda-pecho de la Mari. Lo que daría por estar así en cualquier otra situación, otro día, con otras mujeres (que no superaran la barrera de los 30), con otra ropa, en otro sitio, con otro ambiente y, sobre todo, NO OLIENDO EL SOBAQUILLO DE LA DE DELANTE!!!!

Que ganas tengo de pagar y marcharme.
De verdad, tengo ganas de llorar. No avanzo, pero me avanzan. Qué sensación más desagradable verse acosado por la Mari. Jobar, que es una señora de 60 años. ¿No tiene otra cosa que hacer en el día de hoy?
Que he venido a comprar un par de cosas solamente…
Creo que voy a llorar.

Hago como que miro unas cosillas al pasar por una estantería y a pesar de que ha avanzado la mujer de delante, yo no me muevo. Bueno, pues me da igual porque la Mari sí y de regreso a mi puesto noto su respiración en mi nuca. Y se me están hinchando las venas del cuello.

Les aseguro que la sensación no es agradable, ni mucho menos. Pero la cola parece que llega a su fin…

Giro despacio la cabeza para encontrarme de nuevo con sus ojos amenazantes, invitándome a decirle algo. Que no, que no, señora, que yo soy un chico pacífico, pero deje de pegarse a mi cada vez que me muevo para rascarme la nariz, hombre…

Y llego a la caja. Pongo las cosas encima de la cinta transportadora y de repente, la Mari comienza a poner las suyas también. ¿Qué quiere? ¿Qué me enfade? ¿Qué se las pague?
Pues va buena, jaja…
Como si tuviera tanta prisa. A punto estuve de soltarle alguna grosería. Si está más cerca de la muerte que yo, qué prisa tiene, hombre. Pero me contuve. Pagué, no sin antes tener que decirle a la cajera que yo sólo llevaba dos cosas, que el resto eran de la Mari, digo, de la señora de detrás.
Su mirada láser vuelve a posarse en mi nuca. Pago. Pongo las cosas en la bolsa. El cambio, el ticket. Y salgo corriendo.

Por favor, por el bien de todos, en las colas del supermercado…





MANTENGAN LA DISTANCIA DE SEGURIDAD!!!!


Continuará…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola amigo,nos volvemos a encontrar... lamento comunicarte que siento no ser tu tipo, lamento también decirte que mi acoso no cesará hasta que accedas a la proposición que te hice. Parece mentira que no notaras que todo estaba perfectamente estudiado... Besos!