15 abril 2008

QUÉ AMABLES

Ayer, en mi periplo para lograr hacer ciento y un recados en una sola tarde, me topé con varias personas muy amables.
En la biblioteca que no era biblioteca, en el quiosco de chucherías (sólo fui a preguntar, lo prometo, ejem), en la estación de tren, en la piscina...

Fue una tarde realmente agradable. Maravilloso encontrarse a tanta gente que te soluciona cosas con una sonrisa en la cara.
Tanta fue la energía positiva que me transmitieron que, en el último autobús que cogí ayer por la tarde (tras una hora des-esperando) se me contagió esa alegría amabilística y cedí el asiento en un par de ocasiones.
Pero la última...

Subió la señora, no había asientos libres e hicé un ademán de levantarme porque vi que estaba embarazada. Pero la volví a mirar y me entró la duda:
¿está realmente embarazada o sólo está rellenita?

Lo siento, no quise que me ocurriera lo mismo que la otra vez (véase: Por ser educado) así que bajé la mirada hasta el subsuelo y más allá (creo que vi hasta australianos) y me quedé en mi asiento...

Me sentí culpable un ratillo y cuando llegó mi parada me bajé corriendo...

Soy amable, de verdad, pero es que es tan fina la línea entre la amabilidad y la tontería...

Embarazo o sobre peso, this is the question.

Nos leemos en el siguiente,
Elliot.

4 comentarios:

MJ dijo...

Jajaja, me parece increíble q te haya pasado XD. Esa misma situación la leí en un libro (ni recuerdo cuál, pero la escena sí); el prota iba en el metro y dudaba si era una embarazada o sólo obesa mórbida, y solucionaba su dilema moral cediéndole el asiento a la señora, haciendo como que se bajaba en esa parada (así, si es gorda, no se mosquea); luego caminó por el andén hasta en siguiente vagón y volvió a subir al mismo tren. Evidentemente, si vas en bus, no puede hacerse... bah, y ni aún yendo en metro, somos todos muy perezosos XD.

Ns vemos en breve!!

Laura Marta dijo...

Pues no te creas, que estuve a punto de hacerlo. Levantarme y bajarme en una parada cualquiera para "cederle" desinteresadamente el asiento, pero eran casi las diez de la noche, estaba cansado y era un "altobús", con lo que si me bajo igual aún sigo esperando el siguiente gracias a la huelga...
A ver si te acuerdas de cómo se titulaba el libro para intercambiar pareceres con otra víctima de la duda existencial: "embarazo/sobre peso"... Ya sabes lo que dicen: Mal de muchos... ciento volando.
Nos leemos,
Elliot.

Anónimo dijo...

Jejeje, es cierto que cuesta saber dónde está el límite pero ¿qué me decís del hecho de ceder el sitio a "señoras mayores"? Ahí sí que te juegas la vida pues es bien sabido que las mujeres son coquetas y a ninguna le agrada que la tomen por vieja.
¿Cuál es el grado de madurez admisible para ceder el sitio?
Sinceramente, me da miedo, mucho miedo, averiguarlo...

Laura Marta dijo...

Querido Anónimo:
como ya sabrás por mi antiguo post "Por ser educado", a mi nunca se me ha dado bien eso de ponerle edad a la gente, y así me ha ido.

Y luego dicen de que la juventud no tiene educación y demás pamplinas. Yo intento ser educado, pero la gente es muy, muy orgullosa.

Lo peor es que NO HAY SOLUCIÓN: o eres maleducado por no ceder el asiento o eres maleducado por interpretar que la gente es "viejo" o "gorda". En este último caso incluso pudiendo ser verdad, te tacharán, sin piedad, de maleducado.
Solución: autobuses y metros sin asientos!!!!!
Mucha suerte si alguno de ustedes osa ser educado.
Ya me contarán.
Nos leemos,
Elliot.