21 marzo 2008

Otra de cines... sin ver la película

Es martes, día del espectador abuelil.
Son las diez de la noche y estoy sentado en el autobús que me lleva del trabajo a casa.
En una de las paradas se suben un grupo de boy-scouts seniles que vienen del cine.
Ocupan los sitios que tengo a mi alrededor y empiezan a hablar.
No me importaría su conversación si no fuera porque comentan la película que acaban de ver. Curiosamente, es una película que tengo muchísimas ganas de ver, tantas que no sé si voy a poder esperar más.
Bien. A los abuelillos les ha encantado la película. Me parece estupendo, todavía me están generando más ganas de verla.
Pero la conversación no termina ahí. No. La charla continúa por otros detalles de la peli que NO me apetece saber porque todavía NO la he visto.
Trato de cerrar mis oídos y mi mente y abstraerme de mi alrededor, pero si ya es difícil cuando, por ejemplo, tengo que estudiar, cuando tienes a unas seis personas hablando cada cual más alto que el anterior (estamos en un sitio público en España, señores) y cada uno dando su opinión a menos de un metro de distancia de tus orejas, abstraerse es altamente complicado, por no decir imposible.

Miro hacia la calle. Buff, queda un montón todavía para mi parada.
Estoy bastante cansado, pero parece que la gente no tiene la mínima intención de callarse a pesar de mis miradas asesinas. No sé si decirles que yo todavía NO la he visto y que me gustaría verla sin saber TODOS los detalles (incluido el vestuario y el maquillaje)
Así que, a pesar de lo que me pesan las piernas, me levanto de mi asiento y me voy al fondo del bus, esperando que las chillonas voces de sonotoneros no llegue hasta allí.

Y parece que no llega, para mi descanso.

El grupo de gente en el que me infiltrado es mucho más joven, pero sigue siendo igual de ruidoso que sus congéneres mayores.
Por lo menos no hablan de películas.
Hasta el instante en que uno de los muchachos exclama: "¡Qué pasada de película! Me ha encantado." Y otro responde: "Sí, sobre todo la parte esa en la que empieza a cantar mientras le sale un chorro de sangre"

NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, están hablando de la misma película que los abuelillos. Esa que parece saberse todo el mundo de memoria menos yo que todavía NO la he visto.

Menos mal que ya hemos llegado a la parada. Bajo las escaleras de un salto y corro hacia el metro.

No sé si me quedan ganas de ver la película, total, ya me sé hasta el más mínimo detalle...

Nos leemos en el siguiente,
Elliot.

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