05 julio 2007

Haciendo amigos por educado

Seis de la tarde de un sábado de julio. Madrid. Centro.

Voy paseando tranquilamente haciendo un poco el turista.

Se me ocurre ir a ver la cartelera de un cine en versión original.

Salgo de la tienda de chuches y voy hacia el cine.

Un poco antes de llegar al destino (media bolsa de kikos ya desaparecida) como siempre estoy en las nubes, me choco con una persona.

Me he hecho yo más daño que ella, pero me disculpo diciendo un sentido: "Disculpeme, lo siento" y sigo hacia delante.

Unos chicos sentados en unos bancos cercanos se me quedan mirando y comienzan a reírse.

Uno de ellos se me acerca y me dice: "Esa ha sido muy buena" y sigue riendo.

Yo no entiendo nada, pero por si acaso he hecho algo malo me doy la vuelta y descubro, entre las risas de los muchachos y las mías propias, que me acabo de disculpar por chocarme con un hombre de piedra: EL BARRENDERO ANÓNIMO!!!

Las risas se contagian y siento que acabo de encontrar la amistad en aquella plaza abarrotada de gente que, como yo, va de turista por la vida.




Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡Jajajajajajajjajaja!!!!

No, o sea...


¡¡¡¡¡BUAAAAHHHHJJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJ!!!!!!

¿Dónde miras cuándo vas por la calle? ¿Al suelo? Entonces ocmo yo, pero a diferencia de ti todavía no he tenido el placer de tener un encontronazo con una estatua XDDD

¿Te hiciste amiga de los chicos? ^^

Laura Marta dijo...

Sí, la verdad es que hice amistad sin quererlo. Incluido EL HOMBRE DE PIEDRA, jaja.
Y no iba mirando al suelo, precisamente, iba distraido y no me fijé en quien tenía a la izquierda.
Jeje, absurdo que es uno, you know.
Nos leemos,
Elliot.