17 febrero 2007

Qué vergüenza ajena

En serio, hago el ridículo como el que más, ya lo saben, pero es sin querer. Pero cuando casi te lo obligan a hacer...
Resulta que ir a pasear con Laura te crea esa sensación de que en cualquier momento vas a ser la diana de todas las miradas de toooooodas las personas que pasean a tu alrededor. Y claro, uno tiene un límite...

Vamos de paseo desde nuestra casa hasta el centro de la ciudad. Todo transcurre tranquilamente y como llegados a nuestro objetivo (la tienda de kikos, claro) todavía era pronto para volver, decidimos alargar el paseo hasta el parque del Retiro.

Cuando vamos a llegar al Congreso, Laura se cruza de acera. Y yo detrás, no es que sea un perrillo faldero, pero sería absurdo continuar la conversación que manteníamos uno en cada acera, a pleno pulmón y a voz en Grito (aunque estamos en Madrid...)
Así que vamos a la acera opuesta al Congreso, pero no contenta con eso veo cómo se pone a mi derecha y se tapa los ojos con la mano izquierda, me coge del hombro y me dice que la guíe.
No entiendo nada, pero siempre me han dicho que a los locos hay que seguirles la corriente, por si acaso. Así que le hago caso y seguimos calle abajo.

Después de unos momentillos se recupera y vuelve a ser normal (dentro de lo que cabe, que es Laura), pero, al cabo de unos metros más, se paraliza. Y yo sigo hablando con la pared...
Cuando me doy cuenta, Laura está blanca como el papel y con cara de susto (la normal, vaya)
Me empiezo a asustar hasta que llegamos, poco a poco, al centro de sus terrores: Las Meninas asomadas a los balcones en el Paseo del Prado.
Veo cómo Laura se tapa los ojos, se pega al escaparate y agacha la cabeza como un avestruz. En esas condiciones qué puede pasar, pues lo que pasó, que se pegó un tortazo tremendo contra un hombre que venía en dirección contraria.


No sé si volver a salir a pasear con Laura, si mi vergüenza tiene un límite, imagínense la ajena, que encima no es mía...

Bueno, os lo voy a contar. La razón de este comportamiento tan extraño es que...
¡¡¡¡¡¡A LAURA LE DAN MIEDO LAS ESTATUAS!!!!!!


Si es que sigo vivo mañana...

Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

PS: Próximamente: "Dos relatos, 10 currículum... 1 IDIOTA"

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Mira, Elliot, igual hoy no comes, por listo.

Laura.

Unknown dijo...

Vale, por primera vez voy a decir lo siugiente: EEEIIINGGGG?????? (añade cara que (¿qué está diciendo?).

Si, niños, por primera vez no me he enterado de nada de lo que has contado. Llámame tonta, corta o retrasada, pero no he entendido nada. Mejor me lo contáis si os veo por la capital la semana que viene...

Laura Marta dijo...

Jaja.
Lo que pasa, amiga Susanna, es que uno de los secretos de Laura (que no quería que contase) es que le dan un miedo atroz las estatuas.
Por eso no puede pasar por delante de alguna sin que le entre una especie de ataque de nervios, así que ahí me ves, soportando que se tapara la cara, se cruzara de acera y se chocara con la gente porque no puede mirar ni siquiera imaginar una estatua.
Jaja, espero que te haya quedado más claro. Si tienes más dudas habla directamente con ella, a ver si te lo explica o me manda a freír churros por haberte contado "su secreto".
Nos leemos,
Elliot.

Unknown dijo...

Ahora lo pillo, y pillo la foto con la que ilustrate la entrada... Entonces a Laura (pienso yo) le debe dar terror andar por Las Ramblas, ¿no? Eso que de haya "estatuas" que se mueven...

Besos!

Anónimo dijo...

Jajaajjajajajajajajajajjajajajajajj
ah... ah,jajajajjajajajajajjja....
Ay...snif, jaja, jaja, jajajajjajajajajjajajajj, ja....
Bwajajajjajajajaj.......

Laura Marta dijo...

Chunari, soy Laura, te la estás jugando, niña...

No le hagas caso, Chunari, soy Elliot. A mi me echó un poco la bronca, pero ya sabes, perro ladrador no le mires el diente...
Jaja.

Nos leemos,
Elliot.

Laura Marta dijo...
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