No me voy a despedir de ustedes por hoy sin contarles la última de mi universo Elliot.
Mientras les escribo la página anterior, trato de introducir una foto mía para ilustrar el diario y ahí estoy, intentando conectar la cámara al ordenador, pero éste parece no reconocerla. Vuelvo a sacar el cable para comprobarlo, pero está bien, así que lo intento de nuevo. Nada.
Ya pensando en enviar la foto por correo electrónico, con lo que tendría que irme a casa, y después de una biblioteca porque el amigo Thompson me ha dejado sin Internet, levanto la cabeza y me doy cuenta.
Claro que no iba a funcionar la cámara en el puerto USB del ordenador, como que estaba metiendo el cable en OTRO ordenador.
Nos leemos en el siguiente,
Elliot.
PS: Es sólo una curiosidad, pero qué cantidad de gente se llama Thompson en el mundo. En el poblado tenía un vecino que se llamaba así, y luego otro en Zaragoza y otro en el piso de ahora.
¿Casualidad? ¿Será el mismo tipo que me persigue...?
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