23 octubre 2009

De convivencias

En la cocina de mi alojamiento existe un artefacto similar a una jarra que sirve para calentar agua. Llenas el envase, lo pones encima de una placa que calienta y en dos minutos tienes lista el agua para el té.

Un invento magnífico, útil y parece que imprescindible para la gente de por aquí (no solo daneses, sino de cualquier país) porque hoy ha sucedido una pequeña tragedia.

Nos levantamos Laura y yo y cuando salimos a la cocina, vemos a cuatro de nuestros compañeros revisando la jarra mágica que convierte el agua del grifo en té. Les pregunto qué pasa y me dicen que no funciona. Una de las chicas suspira afectadísima, otro recoge su taza y se va de la cocina y los otros dos continúan intentando reanimar al pobre electrodoméstico.

No pillamos mucho de danés, pero por el tono, creemos descubrir que están bastante cabreados, parece que se les ha muerto un ser querido y especial y que ya no van a poder beber té para el resto de sus días.

Yo me quedo mirándoles extrañado porque no entiendo la gravedad del asunto. Y Laura lo demuestra científicamente. Coge un vaso, lo llena de agua y lo introduce dos minutos en el microondas. Lo saca, coge una bolsita de té y la mete dentro del agua. En treinta segundos, lo que me cuesta a mi sacar las tostadas, el agua del vaso se tinta de té negro. Perfecto y listo para beber.

Los otros tres chicos (que poco más y le hacen el boca a boca a la jarra) miran atónitos cómo Laura se empieza a beber el té mientras pone la mantequilla en las tostadas.

Nos vamos a la mesa a desayunar mientras el chico alemán coge su vaso, lo llena de agua y lo mete dos minutos en el microondas.

Cinco minutos después, el chico alemán se sienta con nosotros en la mesa a tomarse su té, tranquilamente.

Y terminamos de desayunar con la sensación de haber ganado mil puntos entre los estudiantes con quienes compartimos la cocina.

Qué sencilla es a veces la vida y cuánto nos la complican las máquinas.

Pero, sobre todo, qué bien se siente uno al cerrar la puerta de la cocina con una sonrisa de triunfo en la cara.

Nos leemos en el siguiente,
Elliot y Laura.

PS: La jarra ha resucitado, pero creo que ya no les importa tanto que no funcione tan bien como antes. Si es que... como diría mi prima ex-inglesa y pronto prima tailandesa... Hay que ser falto!!!!

6 comentarios:

Mj dijo...

Efestiviwonder... Yo también pude comprobar cómo la "kettle" era un electrodoméstico imprescindible en la cocina de todo guiri que se precie. Compite por el primer puesto con el microondas, porque éste tiene una "potato function", específica para preparar las jacked potatoes que tanto les gustan.Que yo digo, "tío, no es más que una patata asada...". Debe ser algo cultural, como si a mí me dicen que las migas manchegas no son más que pan frito... En fin.

Laura Marta dijo...

Sí, potato function, jajaja. Es verdad. Por que´fuera de España se come tanta patata? Porque aquí en todas las cenas comunitarias a las que he asistido, venga patatas. Que hasta tienen un electrodoméstico especial y todo para cocer las patatas.
Y qué hay del momento: Y cómo aliñáis la ensalada? Con qué aceite?
Y sus caras de incomprensión...
No tienen precio.

Nos leemos,

Elliot y Laura.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con MJ, yo también pude comprobar durante una estancia en Inglaterra la importancia del kettle inglés, que al menos en la residencia en la que yo estaba no sólo se usaba para calentar el agua, sino también la leche, para cocer arroz, etc.

En Rusia usaban un cacharro llamado "samabar" (que significa literalmente "que se cuece a sí mismo").

Y perdón, pero las migas son muuuuucho más que pan frito!!!

;D

Raúl

Laura Marta dijo...

Migas, mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm!!!!

Es increíble la cantidad de electrodomésticos que no sabíamos que existían!! Y total pa qué? para hacer lo mismo que hacemos nosotros en un estilo más rudimentario, pero igual o a veces incluso más efectivo.
Samabar? Que se cuece a sí mismo?
MIra, eso es lo que me pasa a veces cuando entro en los autobuses cuando está lloviendo. Diez grados fuera, treinta grados dentro y yo, samabariando dentro del abrigo!

Nos leemos,
Elliot.

Anónimo dijo...

JAJAJAJAJA!!!

Me gusta ese nuevo verbo, "samabariar".

Raúl

Laura Marta dijo...

Para variar, samabariamos.

Nos leemos,
Elliot.