13 abril 2007

Chucho o muete

Me meto al ascensor con las bolsas de la compra y justo en el momento en que las puertas se van a cerrar... ZAS, se cuela la vecina del décimo, un piso por encima de mi. Pero no viene sola, no, viene con un ser mitad rata mitad gremlin y que además ladra.
Por un momento creo oir alucinaciones porque sólo le oigo ladrar, pero no lo veo. Creo que tengo bolis más grandes que ese..., eso..., esa... cosa.
Bueno, pero por lo menos va atado con correa.

33 segundos, 9 pisos, 166 escaleras hablando del tiempo, de qué cara se ha puesto la vida con el euro, de que este ascensor es muy oscuro y un montón de estupideces más, mientras el maldito chucho no para de dar vueltas por mis pies.
Reconozco que alguna patada mía se ha llevado cuando la dueña estaba mirando hacia otro lado.
Que la señora miraba hacia el techo para indicarme que se ha fundido una bombilla, ahí estaba mi pie apartando con un leve empujón a la rata esa. Leve, porque si es una patadita normal, con lo que abulta el chucho creo que lo hubiera empotrado y se hubiera quedado de gotelé en el ascensor.

Pero por fín llegamos a mi planta. Salgo del ascensor (adiós, adiós, adiós) y saco las llaves del bolsillo para abrir la puerta.
De pronto, un grito me hace soltar las llaves:

Grito:
- MI PERRO!!!!!!! SUELTA A MI PERRO!!!!!!!!

Me extraño y me doy la vuelta, y a mis pies veo una cosa marrón que olisquea mis bolsas: EL CHUCHO.
Pero le ocurre algo raro, se va yendo hacia atrás, hacia atrás, a pesar de que el animalillo intenta, desesperadamente, agarrarse al suelo.
Entonces me doy cuenta: el chucho está en mi rellano, el noveno, pero la vecina ya está subiendo hacia su rellano, el décimo, así que el perro tiene de tiempo lo que dure la correa para no morir ahorcado con las puertas del ascensor.

Todo ocurre en un par de segundos: la vecina me grita, yo avanzo hacia el perro que sigue yéndose hacia atrás, intento quitarle la correa, pero nunca he tenido un perro así que no sé cómo hacerlo.
El chucho se acerca peligrosamente al ascensor, la vecina sigue gritando desesperada y yo sigo sin encontrar el mecanismo que suelte la correa.
Por fin, cuando el chucho ya empieza a subir por el resquicio de la puerta, corto la correa y el perro, soltando un gritito ahogado (y nunca mejor dicho) cae a mi rellano sin la soga que iba a matarlo.
A todo esto, la vecina ya ha salido del ascensor y ha bajado las escaleras corriendo y con lágrimas en los ojos. Coge a su mascotilla y empieza a abrazarle.
Ante semejante cuadro, cojo mis bolsas, abro la puerta de mi casa, le digo adiós y cierro la puerta, mientras la señora sigue besuqueando a su ratilla, digo, perrillo. Ya he hecho la buena acción del mes o incluso del año, porque salvar a semejante... bicho, me va dar el cielo. Pero hasta ahí podíamos llegar.

Han sido unos instantes de auténtica tensión (riánse del amigo Hitchcock), pero lo que es ahora, días después, es que no consigo entrar en ese ascensor sin acordarme con una gran carcajada de lo que podría haber pasado: un chucho subiendo un piso, por fuera del ascensor!!!



Nos leemos en el siguiente,

Elliot.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡De nuevo!... una gran e increíble historia de Elliot, esta vez transformado en una especie de superhéroe salvador de perros poco antes de su fatídico final.

¿Tan solo se hubiera ahorcado o hubiera corrido la misma suerte que la villana de "Rojo oscuro"? Recuérdese aquella antológica escena, y la cantidad de hemoglobina que nos regalaba el amigo Argento gracias a un ascensor, un collar y... un cuello.

Laura Marta dijo...

Jaja, es verdad, no me acordaba.
Pero la historia es que creo que no hubiera muerto hasta la llegada del perro al final de la puerta. Como es tan chiquitín, creo que hubiera empezado a subir y a subir y a subir hasta que... Crack! el cuello se hubiera partido o algo por el estilo. ¿Hubiera tenido en mi rellano un cuerpo de perro y una cabeza de perro separados? Lo siento, me estoy volviendo un poco macabro con esta historieta...
Nos leemos,
Elliot.

Anónimo dijo...

Pobre perro... por una vez me voy a poner de parte de la víctima, independientemente del plasta de vecino que tenga por amo XD.

No quiero ni pensar en eso de si se le hubiera separado la cabeza del cuerpo o si hubiese hecho "crack" *escalofrío*.

Pobre perritooooooo...

Laura Marta dijo...

En cierto modo, te doy la razón, Susanna. Aunque a mi no me gusten demasiado los perros (o son más grandes que yo, o son perros-rata)reconozco que para soportar a esa dueña hay que ser un santo, así que para mi se ha convertido en San Chucho, el patrón de los perros con amo "que te achucho".
Nos leemos,
Elliot.